Parte 12 ☕

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Ingresó a la biblioteca como cada lunes a las nueve puntualmente. El aroma a libros viejos mezclándose con el de los nuevos siempre le parecía agradable, aunque lo que mejoraba el ambiente era indiscutiblemente ese punto de concentración, donde todo parecía estar equilibrado.

Namjoon no era de los que solían tomar libros prestados de la universidad, ni recurría tanto ese lugar como otras personas creerían, hasta hace un mes si tenía que ir sería para alguna clase de apoyo, donde servía como tutor de alumnos de grado bajo o qué necesitarán mucha ayuda; un ejemplo era Kim Seokjin. Recuerda perfectamente aquella vez, cuando salía de sus clases de Derechos Internacionales, se encontró con él, al punto de casi chocar. Seokjin traía una mirada tímida y coqueta, o quizás lucía así por ser muy apuesto, pensó ese día. Él, por su lado, nunca lo había tenido de frente, lo conocía por haberlo visto recorrer su campus en otras ocasiones, andando de boca en boca de las chicas que lo veían. El rubio se había acercado en busca de lecciones de inglés, gracias a la recomendaciones de profesores de curso que no podían retener la lengua.

Si bien Namjoon sabía que no era del todo un perfecto hablante en la materia porque entendía que podía ser un poco difícil nunca en su vida se encontró con alguien tan poco habilidoso. En su primera clase no habían avanzado nada, apenas y podía llevar las pronunciaciones más primarias, Seokjin era terrible hasta con el verbo to be. Pero también admite que eso le divertía tanto que al darse cuenta de la hora esta había pasado bastante, la biblioteca cerrando detrás de ellos. Desde ese día Namjoon tuvo que suspender todas sus otras clases de tutoría, porque Seokjin consumía todo su tiempo sin notarlo, y no es que fuera un problema. Le encantaba que pasarán tiempo juntos y poco a poco Seokjin fue mejorando en la materia, pero no sólo eso, también había crecido una especie de tensión sexual entre ellos, hasta que un día no pudieron seguir actuando como si todo estuviera bien.

Namjoon miró hacia la mesa del fondo, esa que casi podía ocultarse entre libreros, y recuerda en como se besaron ese día; tal como unos desesperados por arrancarse la ropa. Pero en qué momento comenzó exactamente a amar su compañía, quizás fue aquella primera y última mañana, cuando al despertar aún pudo verlo dormido pacíficamente a su lado, con el pecho descubierto y el cabello revolsoto cubriendo sus ojos, sus labios rosas a sólo centímetros. Sin pensarlo, quizás hubiera dado todo por abrazarlo con valor, aún si Seokjin lo aportara nada podría ser más doloroso que ocultarle cosas importantes.

Claro que sí! -murmuró Jin, tratando de no gritar-. Sexo, ¿puedes entender? Era fácil acostarme contigo pero tú tenías que mezclar las cosas.

Así que sólo fue eso. Él fue quien mezcló las cosas y dejó que naciera un sentimiento similar a un virus. ¿Acaso eso significaba que no podría odiar nunca a Seokjin?

Tan desconectado estaba que no notó el golpe que recibió hasta que escuchó unos libros caer al suelo. Sacudió la cabeza, notando que ahora había un chico palpando con sus manos el suelo, se sintió tan mal que se arrodilló de inmediato y los recogió todos por él.

-Oye, lo siento. Lo lamento mucho de verdad. Aquí tienes tus libros.

-Oh, descuida. Siempre pasa.

El chico mirada hacia Namjoon, pero no directamente, lo que hizo todo un click en su cabeza.

Namjoon se sintió aún peor, tomando la mano del chico para ayudarlo a ponerse de pie.

-De verdad está todo bien -dijo el menor-. Debías estar muy concentrado pensando.

-¿Cómo lo sabes?

-Bueno, soy ciego pero no tonto. No escuché ningún otro libro aparte de los dos que cargaba yo, tampoco un celular, además estas parado en medio de la entrada de la biblioteca. Y por último, debo suponer que eres mayor que yo, tienes buenos modales.

Fotografías & Café | TaeKook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora