Parte 21 ☕

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-¿Estás listo? -Taehyung acercó sus labios al cuello de Jungkook-. Así es como yo te veo, Jungkook.

Fue entonces cuando dirigió sus ojos hacia donde estaba viendo Taehyung, tragándose cada palabra sobre sí mismo.

-¿Taehyung?

El pelirrojo lo dejó ir para que pudiera acercarse más pero ni aun así Jungkook podía creer lo que tenía en frente.

-¿Recuerdas la vez que fuimos a la mansión Namsook? -preguntó Taehyung-. Cuando buscaba aquella pintura sobre su gran amante.

Jungkook sentía que en cualquier momento sus lagrimas desbordarian al igual los latidos en su pecho. Se veía tan claro, cada trazo, cada pincelada, los colores oscuros fucionados con los luminosos que lo resaltaban. Taehyung lo había pintado a él, lo usó a él como su musa. Aquel día Jungkook se transformó en el brillo de un pintor no reconocido. Se veía totalmente magnifico, se asimilaba tanto así mismo como la chica de Do Namsook, pero con su rostro, su expresión, sus clavículas expuestas rodeadas por una tela transparente que casi se veía real. Los pigmentos café en sus ojos grandes y redondos estaban bien detallados, sus labios rosas como las flores de cerezo dulces y suaves como algodón de azúcar, sus pómulos brillantes dándole una expresión serena.

-Yo... ¿de verdad soy así? -Volteo a ver a Taehyung-. ¿Por qué?

-Porque estaba buscando una musa y te encontré a ti, Jungkook. -Avanzó hacia él y le sostuvo la mano para después depositar un beso en el dorso-. ¿Puedes entenderlo?

-¿Qué? Tae...

-Me gustas, Kook. Me gustas tanto que duele.

-Hyung.

Jungkook más que nunca tuvo a Taehyung cerca, lo veía como si la barrera de cristal invisible a los ojos del resto se hubiera roto; el pelirrojo por primera le estaba demostrando lo que sentía, era completamente sincero con él.

¿Así que así se sentía Haerin? Era casi agobiante ser querido por alguien como Taehyung, quien lucia como un ángel de alas destrozadas, sólo quería poder protegerlo porque en un mundo como ese es inevitable lastimarse de vez en cuando. Pero Jungkook no sería así, él se aseguraría de terminar con todo aquello aun si se arriesgará a terminar en una caja de cristal igual.

-Tú también me gustas, Taehyung.

Ya que por él, lo haría todo.

De una u otra forma acabaron enredados en aquel salón vacío. Las luces del edificio apagadas por la feria donde todos perdían el tiempo, las puertas cerradas, y los susurros amorosos que dos nuevos amantes encontrándose murmuraban.

Era la lengua de Taehyung recorriendo su cuello, sus manos bajo la ropa tocandole el pecho, entre sus piernas concentrado en el aroma de su piel. Las prendas que los cubrían se sentían pesadas, incomodas a no más dar, sus pieles calientes una contra otras rogando ser liberadas de la tortura. Jungkook podía sentir la parte baja del pelirrojo refregandose dura contra él admitiendo su propia excitación y el color rosa en las partes superiores de sus mejillas. Cualquier parte se sentía caliente así que no podía adivinar cual de esas le maravillaba más al ser tocados por Taehyung.

-Jungkook. -Lo llamó aquel que ahora se encargaba de desnudarlo-. Quiero... quiero verte sin toda esta ropa.

-Pu-puedes hacerlo.

Taehyung le sonrió y dejó un corto beso en su nariz, ahora tratándolo como a un bebé masajeo su rostro y cuello.

-¿Es tu primera vez? -Jungkook asintió, algo lento-. ¿Estas de acuerdo con que yo lo sea? -Volvió a asentir, sacándole una nueva sonrisa-. ¿Quieres hacerlo aquí?

Fotografías & Café | TaeKook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora