Capítulo 1. Parte I

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—¡Larga vida al Emperador y la Emperatriz!

—¡Gloria al Sol y la Luna del Imperio!

La celebración de la coronación y matrimonio del 34 Emperador de Castina, Ruvellis Kamalundin Shana Castina, había comenzado en la mañana con el brillante sol bendiciendo con sus cálidos rayos la tierra de Imperio.

Todo estaba saliendo según lo esperado, se podía observar por donde quiera el ambiente festivo, las ovaciones del pueblo ante su joven Emperador y su nueva Emperatriz. No había nadie en Castina que dudará del trabajo de su Majestad Ruvellis, quién continuaría trayendo Gloria a la casa Imperial, tal y como lo hizo su predecesor.

Sin poder evitarlo, apreté los labios con fuerza. Desde mi posición junto a la familia Ducal Rass, podía observar el impasible rostro de mi hermana. Solo por un instante quise olvidar mis modales y las reglas para correr a su lado, quería abrazarla con fuerza y decirle que todo estaría bien, que no debía preocuparse de nada.

Pero sería un poco hipócrita de mi parte.

¿Quién era ella para prometerle tal cosa?

Nadie.

Acomode un de los rebeldes mechos de mi cabello pelirrojo, heredados de mi madre, al momento ladee la cabeza para ver mejor, mis ojos azules no podían despegarse de la nueva Emperatriz, supuestamente escogida por Vita. Como una niña, toda emocionada y sonriente, saludaba a todos lados desde su posición, abrazando el brazo de su Majestad.

Resople sintiendo la mirada de la duquesa sobre mí por mi comportamiento. Pero no podía evitarlo, nadie más que yo entendía lo que pasaba por la cabeza de Aristía. Entendía perfectamente lo que pensaba. Su expresión podía no cambiar, pero su dulce corazón debería estar destrozado. Aún más escuchando como las personas gritaban por una Emperatriz extranjera. Una que no conocía a su imperio.

—Es decepcionante—admití en voz baja mirando ahora al Emperador Ruvellis, sostenía con suavidad la mano de su esposa y sonreía con alegría a la joven mujer.

—Es humillante—jacto la duquesa Ernia a su lado.

Sí, tenía razón. Aquella palabra también combinaba a la situación que se estaba suscitando.

Humillante.

Una mujer que no sabía anda de Castina se sentaría aun lado de Ruvellis a gobernar. Una mujer que fue adoptaba por nadie más que el duque de Jenna.

Luego que la celebración terminará sin ningún infortunio, varias mujeres nobles que acercaron como abejas a miel. Desde que formaba parte de la familia Rass y mantenía cierto control en el imperio por parte de la familia Monique, era normal que buscarán su favor con tanto desespero.

Porque, al final del día, yo sería la próxima Marquesa Monique.

Había hablado varias veces con padre por el mismo tema, quién merecía el título era Aristía, no ella, pero mi hermana se había convertido en la Reina del Emperador. No podía estar a cargo del Marquesado cuando debía actuar por el Imperio. Aristía estudiaba para ser una buena Emperatriz, ella por el contrario había estudiado para ser una buena Marquesa. No tenía ninguna salida.

Sin embargo, muchas cosas también habían cambiado desde aquel tiempo. Algunas veces no podían dejar de pensar en lo que realmente conllevaba toda esa carga, lo oscuro y malicioso que era este mundo. Y ahí entraba Carsein, con su escandalosa presencia había mostrado otra parte de la vida. Cargaban juntos pesares y alegrías.

Termine por dar un paso atrás cuando una joven casi arrasca de mis manos mi abanico, la joven Lady comenzó a disculpase por su insolencia. Sin darle mucha importancia, alce la mirada buscando el cabello platinado de mi hermana, pero ya no se encontraba alrededor. Seguramente, apenas termino la presentación al pueblo, partió rápidamente a refugiarse a las paredes del palacio.

Lady Elise | Emperatriz Abandonada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora