Capitulo piloto: La sombra de la nieve

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El sonido del teléfono me saca de mi ensimismamiento a la vez que me hace dar un respingo. Ha sido una noche horrible y pese a todos los intentos desesperados de Peeta por conseguir que durmiera al menos un par de horas, finalmente opté por resignarme a que sería una mala noche, una de esas en las que prefiero forzarme a estar despierta con tal de no tener que volver a vivirlo todo en mis sueños.
Entumecida, me separo de la mesa de la cocina y me acerco al teléfono que tenemos en el mueble del salón. Lo odio con todas mis fuerzas. El sonido que hace, que me llamen, tener que hablar a través de él... a penas recibimos llamadas salvo las que nos hacen mi madre de vez en cuando o Annie o Johanna aunque a veces, muy a mi pesar, también nos llama el nuevo gobierno.
En unos meses hará cinco años desde el final de la guerra y aunque en realidad las cosas van mejor de lo que habríamos podido imaginar, a veces todavía me siento sobrepasada por todo. Peeta dice que es normal y que lo importante es que estamos haciendo todo lo que está en nuestra mano para adaptarnos a nuestra nueva vida y aunque no podría estar más contenta con ella, los miedos y las pesadillas siguen ahí, impidiéndome confiar de forma completa en que todo nos irá bien.

Trago saliva para intentar tranquilizarme antes de descolgar el teléfono y rezo por escuchar la voz de mi madre al otro lado cuando me lo acerco a la oreja.

— ¿Katniss? ¿Eres tú?

Por desgracia no es mi madre. Es el nuevo jefe de comunicación del gobierno de Paylor. Plutarch Heavensbee.

— Sí. Hola, Plutarch.

— Hola. Siento molestarte. Ya se que odias hablar por teléfono pero es urgente. ¿Te pillo en mal momento? ¿Está Peeta contigo?

— Lo que quieras decir puedes decírmelo a mi. — suspiro. Estoy dispuesta a colgarle lo antes posible. — Peeta no está. Está en la panadería. Como siempre. ¿Qué está pasando?

— Como bien sabes, dentro de unos meses será el quinto aniversario del fin de la guerra. Lo que voy a decirte aún es extraoficial y no será de dominio público hasta que la fecha del aniversario esté más cerca, pero, desde el gobierno de Paylor, apostamos por la transparencia y tras mucho debatirlo vamos a desclasificar todos los archivos privados que poseía el Capitolio sobre Los Juegos del Hambre. — los dos nos quedamos en silencio y al ver que no continúa me atrevo a responder.

— Vale. Gracias por avisar.

— Hay más, Katniss. Te he llamado porque al hacer las investigaciones pertinentes con los documentos nos dimos cuenta de que en el archivo faltaba una edición de Los Juegos, la décima. Esto nos llamó la atención a todos. Oficialmente era como si no existieran así que, como puedes imaginar, esto no hizo más que aumentar nuestra expectación. Un par de semanas después los encontramos junto con otros archivos en una cámara de alta seguridad de la sede del gobierno. No solo estaban todos los archivos, también la única cinta de grabación con una copia de esa edición. Todo el equipo los ha visto y bueno, tengo de decir que nos dejaron algo desconcertados y que necesitamos la ayuda de una tercera persona para poder ordenar todas las piezas. La persona de la que te hablo es Tigris. Cuando le dijimos que íbamos a hacer todos los documentos, incluidos estos, de dominio público, nos pidió tener una reunión contigo.

— Espera. — digo. Me tiemblan las manos. Todo este tipo de temas siguen produciéndome ansiedad. — ¿Qué hay en esas cintas? ¿Qué tengo que ver yo con todo eso? ¿Tigris sigue viva? — Plutarch deja escapar una risa.

— Sí, claro que sigue viva. Nunca le preguntes su edad a una mujer del Capitolio pero debe de tener casi noventa años. Escucha, Katniss. Lo cierto es que nos gustaría proponerte una reunión con Paylor, Cressida y conmigo antes de hacer publico todo esto, en especial por lo que se refiere a los Décimos Juegos del Hambre. Nos gustaría que Peeta y tu vinierais y...

Balada de Tigris y el Sinsajo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora