•El espiritu narrador•

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Estaba sentada bajo el mistol de la colonia  escuchando el maravilloso canto de los pájaros mezclado a coro con el ruido del canto de las chicharras,la primavera  se había adelantado este año trayendo consigo las más hermosas flores silvestres y el florecer del algarrobo que con sus frutos en las noches de verano agradaba a los habitantes que hacían pataí para el deleite de sus propios paladares. Volviendo a la realidad  vi pasar a don Ignacio,según los rumores de él que vagan por el pueblo él jamás se había casado,con la excusa de que una mujer es torpe y que el esta entregado en cuerpo y alma al trabajo como el hombre rudo y de campo que es.
Inmediatamente mi mente me sumergió en recuerdos y juro por Dios que lo que voy a relatar a continuación es más cierto que mi existencia misma.
Una tarde de verano cuando el sol ya se ponía y la brisa tibia y leda recorría el campo junto al aroma de las flores , vi a doña María el diario del pueblo,(por que así es como la llaman debido a su cercana conexión con el chisme y divulgación de hechos que aveces y solo aveces resultan ser ciertos) abrir deliberadamente la tranquera y liberar a los caballos pura sangre que pertenecieron a la familia de don Ignacio por décadas,solo con la intención de ver  a al dueño de quien enamorada ella estaba.En un punto de la vida ellos dos estuvieron a punto de casarse pero la llama se apagó cuando su querida Maria decidió testificar contra el padre del patrón de la finca.
Luego del alboroto y lucha por traerlos  de vuelta al corral, se encontraron frente a frente, la incomodidad y el odio por parte de don Ignacio y la nostalgia por parte de doña Maria,flotaban en el aire en ese rojizo ocaso con una brisa acompañada por el perfume  de las flores de lavanda.
El momento fue interrumpido por las palabras del dueño que para sorpresa mía con serenidad invito a doña María a beber el Té en los jardines de su rancho.
Desde esa tarde con bello paisaje tan llena recuerdos y sentimientos,nadie conoce la ubicación del frío cuerpo de María ni del mío.

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