Capítulo 2

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Desde el lago soplaba un viento frío, que hacía volar las hojas secas.

El cielo grisáceo oscurecía el sol de noviembre y una lluvia fría brillaba en las aceras.

Cerca ululó una sirena.

Kara se apretó más la gabardina en torno al cuerpo y cruzó la calle deprisa.

Después de lo ocurrido en su despacho dos días atrás, había sido una sorpresa

volver a tener noticias de Lena.

Había llevado mal la reunión, en parte porque le había sorprendido que la pelinegra la creyera capaz de obligarla a casarse con ella.

El contrato sólo había sido un medio para conseguir que fuera a cenar con ella.

Maldijo en silencio.

Nunca había obligado a una mujer a salir con ella.

¿Por qué estaba tan decidida a hacerlo con Lena?

Tal vez volver a verla le ayudara a aclararse.

Sí, era muy atractiva y, sí, habían tenido una amistad bonita en el pasado, pero ahora eran personas diferentes con vidas distintas.

¿Significaba eso que no podían volver a empezar?

Entró en el parque pequeño situado enfrente de la biblioteca Newberry y echó a andar por el camino mirando a los transeúntes en busca de Lena.

Esa mañana le había dejado un mensaje pidiéndole que fuera a verla, pero sin darle más explicaciones.

Y Kara había decidido aprovechar la oportunidad para explicarle su comportamiento y buscar el modo de arreglar las cosas con la pelinegra.

En el mejor de los casos, quizá accedería al fin a cenar con ella.

En el peor, le diría dónde podía meterse el contrato.

No era la misma que había conocido en la universidad.

La chica tímida se había convertido en una mujer segura de sí misma que probablemente tenía todos los amantes que necesitaba, personas que habrían reconocido su belleza cuando la habían conocido, personas que habían sido más listas que ella.

Kara había estado con muchas mujeres, y aunque en ocasiones había habido mucha pasión, nunca había conectado de verdad a nivel sentimientos, nunca había confundido aquello con amor y ni siquiera con un afecto profundo; siempre había sido cuestión de deseo físico y nada más.

Lo que sentía por Lena era diferente.

Era una mujer hermosa, sexy e interesante, pero no quería seducirla.

Antes que nada, eran amigas y, si se convertían en amantes, sería porque lo hicieran como un paso lógico dentro de su relación, no por el deseo abrumador de arrancarse mutuamente la ropa.

Lena no era la clase de mujer a la que pudiera seducir y luego dejar.

Ocupaba un lugar diferente en su vida a todas las demás mujeres, a pesar de lo cual no podía ignorar los chispazos de atracción que brotaban entre ellas cuando estaban juntas ni podía negar que había pensado a menudo en ella en los últimos días.

Se volvió despacio y volvió a mirar de nuevo el parque.

Por un instante creyó verla sentada en un banco, pero enseguida se dio cuenta de que no era ella.

Se sentó a esperar y observó a un anciano lanzar una pelota de tenis a su perro. Diez minutos después, empezaba a preguntarse si la habían dejado plantada cuando la vio andar hacia ella.

Legalmente Suya (Kara G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora