Kara terminó de introducir el último tornillo y colgó la barra de cortinas encima de la ventana.
Retrocedió un paso y la miró con aire crítico.
Estaba un poco torcida, pero, cuando Lena hiciera lo que quiera que pensara hacer con ella, no se notaría.
Sujetó el taladrador como si fuera una pistola y sonrió.
-Soy una experta.
En la última semana, Lena se había convertido en una mujer obsesionada, que pasaba los días de compras y las tardes convirtiendo la casa en un hogar cálido y acogedor.
Había renunciado al rosa e introducido colores que reflejaban su amor por el aire libre.
A Kara le gustaba la nueva decoración, sencilla y cómoda.
Había añadido cojines suaves a los sofás de cuero de la sala, comprado lámparas y sustituido la pequeña mesa cuadrada por una mesa de comedor gigantesca.
Pero lo mejor de todo eran las noches.
De algún modo, tenía que eliminar toda la tensión que acumulaba durante el día, y lo hacía en la cama con ella, atrapadas las dos en un río de pasión tal, que cada vez la pelinegra se volvía más desinhibida.
Sin embargo, Lena no había eliminado todavía todas sus reservas.
Todas las noches empezaban en camas separadas hasta que uno u otro cedía y se presentaba en silencio en el cuarto de la otra.
A veces dormían en la cama de la rubia y a veces en la de Lena, pero, para satisfacción de Kara, la pelinegra despertaba siempre en sus brazos.
Miró su reloj, dejó el taladrador en la mesa y se acercó a la puerta.
Lena seguía donde la había dejado una hora atrás, trabajando en el pequeño jardín entre la acera y la casa.
Bajó los escalones y se acuclilló a su lado.
-¿Qué vas a plantar? -preguntó.
-Bulbos de invierno para animar un poco el día de Acción de Gracias -repuso Lena -. Y también voy a plantar ya jacintos, que florecerán en primavera.
Kara miró un momento los bulbos.
Iba a plantar flores para la primavera, aunque no sabía si entonces estaría allí.
Le hubiera gustado tomar eso como una señal esperanzadora, pero sabía que no debía hacerse ilusiones.
Los sentimientos de la pelinegra parecían cambiar dependiendo de que saliera el sol o se pusiera.
Durante el día, apenas reconocía que fueran amantes y Kara sentía la necesidad casi patológica de tocarla y besarla.
Tenían pasión, pero quería algo más.
Quería saber que los sentimientos que crecían en su interior tenían reciprocidad también en ella.
-Empieza a hacer frío - dijo-. He encendido la chimenea. ¿Por qué no entras a calentarte mientras preparo la cena? -le levantó y le tendió la mano.
Lena se dejó levantar y recogió los útiles de jardinería, que Kara se apresuró a quitarle de las manos.
-Tengo que recoger las copas de vino y pasar por la tienda a encargar el pavo - dijo la pelinegra-. Y necesito repasar las recetas para hacer la lista de la compra y...
Kara la abrazó con un gemido y detuvo sus palabras con un beso.
-¿Por qué haces esto? -preguntó cuando se apartó.
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Legalmente Suya (Kara G!P)
Romance¿Cómo perder a una novia en tres meses? Cuando la guapa Kara Danvers preparó un contrato matrimonial entre Lena Kieran Luthor y ella, Lena supuso que sólo estaba bromeando. Pero no pensó lo mismo cuando seis años más tarde Kara se presentó en su pue...