XV.-La lanza, los rollos y la piedra: Primera parte

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Tomé el delgado filamento entre mis dos dedos y sin quitarlo del árbol, logré ver que era un joven a quien un grupo de mujeres golpeaba estando este ya inconsciente. Una de ellas, poseía un cuchillo y estaba a punto de apuñalar al muchacho o al menos eso parecía, ya que daba voces diciendo "te cortare dedo a dedo hasta que entiendas quien manda". Me propuse buscar la hoja de aquella mujer, más cuando la tuve frente a mi dudé por un momento si debía quitarla o no. Finalmente me decidí por hacerlo, pero fue un esfuerzo inútil, la hoja estaba aferrada de tal manera que me resultó un esfuerzo vano y una completa pérdida de tiempo el tratar de arrancarla de su rama. Tomé entonces nuevamente la hoja del joven y sin querer hacerlo, presencié como la furiosa mujer amputaba al hombre no solo sus dedos de las manos, sino que también los de sus pies. La furiosa mujer exclamaba "esto no es suficiente, mereces la muerte. Mereces la muerte como pago por la vida de mi hijo a quien tú mataste". Al cabo de pocos segundos la hoja que sostenía entre mis dedos había perdido completamente su brillo.

Volví entonces para tomar aquél pétalo y luego me dispuse a marcharme volando (literalmente) hacia el portal que me llevaría de regreso al Takagamahara. Atravesé el Torii, abrí mi mano y felizmente pude ver que en mi palma aún se encontraba el pedacito de flor que me permitiría ver a Ariadna, aunque desgraciadamente todavía me costaba sacarme de la mente las imágenes de aquel tipo siendo apuñalado.

El tiempo pasaba lento en la dimensión de ensueños... y aunque aún me encontraba sujeto a ciertas necesidades por mi condición de humano, cuanto más permanecía en el Takagamahara, más sentía como crecía un extraño poder dentro de mi . Ariadna aún dormía y yo me encontraba "creando" todo tipo de comidas en la dimensión de lo imposible. Fue entonces cuando me di cuenta de que no estaba utilizando mis manos para nada. Era como si hiciera todo con la mente, a consecuencia de esto me pregunté si como Dios podría llevarme este tipo de habilidades al mundo profano, claro si primero de alguna manera lograba volver a mi mundo. Lo cierto era que tanto Tsukuyomi como Amaterasu tenían sus habilidades en cualquier lugar ya sea el Takagamahara o Falktown. Fuera posible esto o no.... Esas preguntas tenían que esperar ya que Ariadna acababa de levantarse de la cama. Pero cómo la tragedia me perseguía donde fuera que valla, Amaterasu se apareció delante de mi.
—¿Qué haces hijo de Tsukuyomi? —me preguntó pretendiendo sonar amistosa.
No le respondí y me limité a tratar de guardar el pétalo que había quitado del árbol en mi bolsillo.
—¿Qué tienes ahí, Mitsuki? No trates de ocultarme nada, tus esfuerzos serán en vano. No olvides que yo puedo leer tu mente—me dijo con arrogancia.
Amaterasu intentó leer mi mente pero no se lo permití. Ella se sorprendió a causa de esto y me cuestionó. —¿Desde cuando eres capaz de resistir mis poderes?

—Desde ahora— esta vez era yo quien presumia con fatal arrogancia— Tal y parece que con cierta práctica puedo volverme más fuerte, es eso o heredé algo del talento de Tsukuyomi.

—No te hagas el duro conmigo, Mitsuki. Que cuando lo desee puedo borrar a tu preciada Ariadna de la faz de la tierra.

—Si lo haces, me suicido y todos los humanos que tienen ligadas sus almas al árbol perecerán— le contesté con firmeza y convicción, aun sabiendo que era algo sumamente egoísta. Pero ella haría lo mismo sin dudadarlo ... y yo tenía que estar a su altura si quería derrotarla en algún momento.

—Maldito, lo tienes bien pensado— el enojo y la frustración se dejaban ver en su rostro , ambos al mismo tiempo.

—Amaterasu ¿No te cansas de fastidiarme?¿Qué es lo que realmente quieres de mí?— le reproché árto— Déjame en paz, ya estoy aquí. No tengo manera de escapar, ahora te ruego que me dejes solo.

—¿Dejarte solo?¡Ja! ¿Para qué quieres quedarte a solas?¿acaso pretendes estar observando todos los días en cada maldita hora a esa simple y miserable vestigiosa?

La luna sobre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora