06

19 5 6
                                    

7:30 a.m.

Mi alarma sonó igual a todos los días, sentía un gran peso encima de mi cuerpo, como si un dinosaurio me pisara. Al girar mi cabeza noté a Axael literalmente cruzado sobre mi espalda, con razón sentía tanto peso.

— Oye, gordo, dinosaurio de mil kilos, hazte a un lado, me aplastas — intenté moverlo y escuché como mi amigo se quejaba, ¿acaso me había gruñido?

— Cinco minutos más, mamá — murmuró estirando los brazos abrazando una de mis piernas.

— Yo no soy tu madre, ahora levántate y decide lo que harás hoy, tal vez en la compañía necesiten de nuestra presencia, pero entenderán si no te presentas por unos días — moví repetidamente la pierna que estaba abrazándome.

— Tan sólo quiero quedarme aquí tirado hasta que algo magnífico en mi vida suceda, o hasta que alguien venga y me haga desaparecer — eso último lo dijo en un susurro, pero logré oírlo mientras se quitaba de encima mío y se recostó mirando el techo a mi lado.

— Yo soy eso magnífico que sucederá en tu vida, ¿entonces te quedarás aquí todo el día? — me senté en la cama y lo miré.

— Si, ángel, bajaré a comer algo y luego volveré a acostarme, o tal vez no, sólo me quedaré aquí, tú ve a disfrutar de tu trabajo — tomó las sábanas y cubrió su cara.

— Esta bien, me cambiaré e iré a desayunar, le explicaré a nuestro director lo que sucedió, lo entenderá, y te dejaré algo en la heladera por si te levantas y te da hambre — destape su cara y dejé un beso en su frente, luego de eso salí de la cama y me dirigí al baño ya con un conjunto de ropa.

Al bajar las escaleras vi a Zain caminando de un lado a otro por la cocina, me acerqué a ver qué preparaba, y parecía estar cocinando como para una semana.

— ¿Para qué todo esto?¿acaso vas a donar algo a un comedor comunitario o algo? — pregunté pasando por su lado y sirviendo un poco de café en mi taza favorita.

— No volveré para el almuerzo, hay mucho trabajo por hacer, y más ahora con este nuevo caso, así que prepararé comida para que puedas recalentar, y ya sé que me dirás que sabes cocinar, pero también sé que Axael no irá a trabajar así que tendrás trabajo doble y no quiero que pierdas tiempo de tu trabajo porque debes volver a casa para cocinar, además es un poco para que Axael también coma si se levanta, te ahorro el trabajo, ayudo al niño que sufre y de paso pienso en mi trabajo — mientras hablaba se movía de un lado a otro y revolvía en la sartén.

— A veces pienso que podrías ser un perfecto amo de casa, ¿y sabes que te amo, no? Eres el mejor hermano — di un saltito y me senté sobre la mesada para mirar a mi hermano sin molestar en el camino y de paso terminar mi café sin tener que moverme mucho.

— ¿Amo? ¿te refieres a ser jefe de la casa o a hacer las tareas domésticas? — pude notar como su ceño se frunció pero también se guardaba la risa.

— Tareas domésticas, la jefa de la casa soy yo, así que cocina bien, sirviente — bebí de mi café para ocultar la risa que quería soltar.

— Si, señora, como usted diga, por cierto, ¿Cuál es mi sueldo? Porque necesito dinero — se giró a mirarme mientras me apuntada con un tenedor.

— Para algo trabajas fuera de la casa también, yo te doy techo y alimento, y amor, así que esa es mi paga, no pidas más — bajé de la mesada y dejé mi taza en el fregadero. — ¿A qué hora debes ir a trabajar? — me paré a su lado.

— Entro a media mañana, así que deberás ir caminando hoy, será bueno para que puedas calmarte, sé que el dolor de Axael te está afectando más que a él, así que respira hondo y camina al trabajo — dejó una caricia en mi cabeza y siguió con lo que estaba haciendo.

Efecto Dominó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora