¿quién sois? ¿quién soy?

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   Mira que si estaba cansada que me dormí hasta el día siguiente. Llegó mi madre a la sala donde yo miraba aquella pequeña televisión. Sinceramente no sé que estaba mirando, ni siquiera me gustaba, pero no podía dejar de mirarlo.

-Hola cariño ¿qué tal estas hoy? Hoy te vienes a casa ¿entusiasmada?

-¿Qué si estoy entusiasmada? ¿Y por qué debería estarlo? Voy a llegar a casa como si fuera el primer día de clase, van a ser todos unos desconocidos, y no mola, mamá.-contesté.

-Pero tú para ellos, para nosotros, no eres ninguna desconocida. Tranquila corazón.

   Yo estaba tranquila pero no me gustaba la idea de no conocer a nadie, de presenciar el primer día de instituto otra vez, va a ser súper agobiante, una mierda.

-Ah, y hablando del primer día de clase, mañana ya empezarás en el intituto. Hemos hablado con tu mejor amiga, Carol, le contamos todo, el accidente y ha dicho que sin fallo te pone las pilas. -dijo después de un silencio- venga vístete, tu padre nos espera.-Continuó diciendo.

   Me vestí algo que me había traido mi madre, unos pantalones vaqueros de estilo desteñido, una camiseta de manga corta azul con la espalda al aire y unas botas estilo militar negras.

   Salimos de aquel hospital y mi madre se acercó a un hopel familiar gris al volante un hombre de unos 47 años, fuerte de tamaño grande, con bigote y con cara de enfadado.

-¿Qué le pasa?-pregunté a mi madre.

-Ah, nada, es así siempre.-respondió.

   El trayecto no había sido muy largo. Llegamos a una casa roja bastante grande. Entramos. En el salón había sentadas dos chicas más mayores que yo, debían tener una unos 20 y la otra unos 22. La de 20 dijo que se llamaba Laura era mi hermana mediana, nada más verme se levantó y me abrazó, igual teníamos una relación buena, no sé. La otra, Lourdes, mi hermana la mayor, se quedó mirandome pero no levantó el culo del sofá, no creo que fuera una buena relación.

Me desabrazó y me dijo:

-¿qué tal estás enana?

-Bien pero ¿quién sois?

-Somos tus hermanas, tonta.

-Ah-dije confundida-¿y mi cuarto?

-Arriba, la segunda puerta a la derecha ¿quieres que suba contigo?-respondió sonriendo.

-No, me puedo apañar, gracias.

  Subí las escaleras y vi una foto de una niña pequeña de unos siete años, pelo marrón claro y muy largo, llevaba en el cuello un cordel y un collar rosa súper feo súper de cría. Esa niña era yo. Me acordaba de ese cordel, me lo había puesto Lourdes en el cuello cuando me lo rompió de un bañador porque estaba llorando y fue la manera de la que me callé. También me acordaba de aquel collar rosa, me lo había regalado la vecina y el círculo más grande era un pintalabios. Sonreí al acordarme y seguí subiendo.

   Llegué a mi habitación, me senté en la cama con colcha rosa y me puse a observar las fotografías de la pared. En ellas salía yo de pequeña con una señora que suponía que tendría que ser mi abuela, o con un señor que debía ser mi abuelo, y con mis primas. Pero también tenía fotografías artísticas de naturaleza dispersas por la pared. Me confundían y pregunté:

-¿Mamá, por qué estas fotografías?

-Verás cariño, según tú, amas la fotografía, dices que es la manera en la que te relajas y también que te gustaría dedicarte a ello...-me respondió clara.

   Yo le respondí con cara de asco y volví a observar a mis abuelos.

-¿Podré ver a mis abuelos? -Pregunté aún observándolas.

-Pues...a tu abuela sin fallo, pero tu abuelo me temo que no, ya sabes a fallecido.

   Lo recordé y me eché a llorar. Mi madre me abrazó contenta por saber que lo había recordado.

-Ten tú móvil, habla con Carol, ponéros al día.- dijo dejando el móvil encima de la cama.

-Vale, la llamaré.

   Pero no lo hice, no sabría de que hablar. Me tumbé en la cama. Me levanté. Abrí el armario. Miré mi ropa. Lo cerré. Miré un portátil. Lo encendí.

   En el inicio aparecía dos redes sociales y abrí una llamada instagram. Por suerte no había cerrado la cuenta y se abrió sola. Era una red social en la compartías fotos y me puse a ver las que subí. Tenía bastantes fotos con amigis que escribían que me querían y claro yo a ellos, pero por desgracia no me acordaba de ellos, lo típico de la amnesia, claro. Me gustaban mis fotos, en ninguna salía mal, y también tenía bastantes artísticas de la naturaleza esas también me gustaban, aunque seguía pensando en que que me había dicho mi madre, en lo de que quería dedicarme a la fotografía, me sonaba raro.

   Me cansé y apagué el ordenador. Me puse a cotillear en un armario lleno de libretas y papeles y encontré las notas de este último trimestre en clase. 3 suspensos, bueno.

"A CENAAAAAAR"

   Mi madre gritó para que bajaramos y eso hicimos.

   Me senté en un lado de la mesa que creo que no era el habitual porque me hicieron moverme. Cenamos unas salchichas con huevos. Yo no probé bocado. Recojimos y subimos a nuestras habitaciones.

   Durante la cena no dijimos ni "mu" pero al llegar arriba, mamá vino a mi cuarto y me recordó que mañana tenía que estar a las ocho en la parada del bus para ir a clase, y que Carol ya me ayudaría. Yo asentí y me mentí en cama. Ella me besó y me dió las buenas noches apagando la luz.

Lo siento, no sé de qué me hablas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora