Al día siguiente volvió a sonar el despertador y pues eso, me vestí, me peiné, me lavé los dientes y para la parada del bus.
El bus no daba llegado, asique me limité a leer algo.
Pablo me volvía a hablar:
-¿qué les rubia?
No entendía que me llamara rubia, tenía el pelo negro y largo.
-Un libro-contesté friamente.
-¿quieres que te aplauda?-preguntó irónicamente.-rubia tenías que ser...
Seguía sin entenderlo.
-¿Qué pasa? ¿Qué yo perdí la memoria y tú la vista?
Se quedó con la boca abierta.
-¿Que qué?-salió por su bocaza abierta.
-Pues, eso.
¡Por fin! ¡El autobús!
Me senté con Carol que me recibió con una sonrisa.
-¿Qué pasa?-dije yo.
-Nada, ¿por?-contestó.
Me callé. No entendía a que venía tanta sonrisita.
-¿Ayer...todo bien?-preguntó.
-Todo genial-dije con otra 'sonrisita'
No había ido nada bien, ya que no supe como volver, pero no quería llamar la atención. Me acordaba de algo en relación a ella y es que es muy encandalosa, y cuando se lo decía a ella, se podía enterar todo el bus.
La mayoría de los estudiantes del instituto no sabían nada de lo que me había ocurrido, y me gustaba porque todos lo que lo sabían me hablaban con sonrisitas.
Odio las sonrisitas.
Llegamos, Carol y yo esperabamos a que abrieran. Con la vista yo buscaba a alguien, a alguien en especial. Buscaba a Antón. Pero no lo encontré.
Sonó el timbre y entramos.
¡Putas sonrisitas, joder!
Lo siento, pero no podía dejar de pensar en las sonrisas medicinales. Y digo medicinales porque parece que es lo único que saben hacer para verme bien. Son cómo médicos, piensan que así me voy a sentir mejor. Pero en realidad era todo lo contrario.
Recreo.
¡Oh, un chico se acerca a mi! ¡Es Antón! Carol nos deja solos.
-¡Hola cariño!-dijo un tanto empalagoso.
-Eh...Hola.- dije por fín.
-¿Te gustaría quedar hoy?
-La verdad es que no.
-¿No?-preguntó confundido
-No.-que segura estaba cuando lo dije, creo que nunca estube tan segura como en ese momento.
-No lo entiendo. O sea, quiero que me recuerdes, ¿tú no? Joder, no sabes lo que te quiero y me rompes.
-Bueno.-seguía segura.
-¿Bueno? Joder, mira adiós. Lo siento pero hoy no puedo aturar idioteces. Chao.
-Adiós.
Me miró con cara de asesino. No quería quedar con él. No quería y punto. Si es que no sé ni por qué no quería.
Llegó la hora de marcharse. Antón vuelve a mi.
-Bueno, qué.-dijo un tanto chulo.
-¿Qué pasa?
-¿Sigues sin querer salir conmigo?
-Otro día, tal vez.
-Avril, que soy tu novio, joder.
-O no.
Me fui.
No lo aguantaba, me daba pena, pero ¿qué iba a hacer yo?
Me pasé la tarde con mi hermana Laura.
-¿qué tal enana?
-Bueno...
-¿Qué pasa?
-Es Antón, es algo pesado.
-Es tu novio Avril...
-¡Para de decir eso, joder!
-Pero es la verdad...
Tres putas palabras que no soportaba oír, no sé porque.
Cojí mi cámara de fotos, le enganché el objetivo medio y salí afuera con ella.
Según Laura, estabamos justo donde pasó lo que pasó. Me puse a ver unas fotos que había echo ese día. Salía mi hermana posando para mí, me hicieron gracia, y bueno por último, una foto mía sentada en el muro.
Me puse a llorar.
Laura ne abrazó.
-Esa fue la última foto después de que pasara lo que pasó.
-Supongo-dine limpiándome las lágrimas de los ojos.
-Deberías quedar con él.
-Debería.
Cojí el teléfono:
Mañana estoy libre, Antón.
Vale, gracias.
¿Por qué?
¿Por que, qué?
¿Por qué me das las gracias?
Por querer arreglarlo.
No he dicho eso. Creo que es bueno para mi memoria. Pero bueno, quien sabe.
Bueno de todos modos...
Dejé el teléfono.
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Lo siento, no sé de qué me hablas.
Teen FictionA veces creemos estar haciendo lo correcto, hasta que llega un momento en que nos paramos a pensar y no es así. Lo que pasa, es que cuando nos damos cuenta, ya es tarde, el dolor ya está hecho. Nunca deberíamos ignorar al que nos está regalando su t...