¿yo? ¿enamorada de ti?

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"És de nit... és fosc... no estic sol..."

   Sonó esa canción catalana de despertador en mi móvil, recordé que era mi favorita. Eran las 7:35 de la mañana. Me levanté. Me vestí una camiseta gris de springfield con un tigre multicolor que me llamó mucho la atención, unos leggins negros, las botas estilo militar, una chaqueta y una bufanda negras. Hacía frio. Fuí al baño a mear, me peiné me lavé la cara y los dientes también.

Miré la hora, me sobrabran 17 minutos asique volví a mi habitación y la arreglé. Encontré una colonia que olía genial y me eché un poco.

   Bajé a la parada con casi diez minutos sobrantes. Me senté y cojí un libro que había encontrado en la mesilla de noche. Me puse a leer. Empezaron a llegar chicos, parecía que era la única chica de la parada. Creo que me estaban hablando pero yo seguía leyendo.

-Ruuuuubia ¿estás sorda o qué?

-¿Perdón, me hablas a mi?-le respondí a uno de los tres chicos que estaban sentados a mi lado. Era alto, delgado, de pelo medio largo marrón claro,con ojos pequeños y marrones oscuros.

-No, le hablo a la pulgosa de tu perra que te siguió aquí como siempre-respondió él.

Los otros se rieron.

-Ah, ¿qué esa perra fea es mía?-dije confundida.

   Por suerte, el bus asomaba por una curva y me salvó de esa incómoda conversación.                          Subí y miré que una chica de melena larga y negra, delgada con ojos grandes y marrones escondidos tras unas gafas me hacía un gesto. Me acerqué y me senté a su lado.

-Hooola mi amor-dijo sonriendo.- ¿qué tal te encuentras?

-Hola, muy bien ¿y tú?-respondí confusa.

-Muy bien, me alegro.

-Eres Carol ¿no?

-Sí, tu mejor amiga. Me da rabia que no me recuerdes. Pero bueno, yo ahora voy a ponerte al día con lo que sea, tú tranquila.

-Gracias-le contesté con una sonrisa.

   Llegamos al instituto, Carol y yo nos pusimos a esperar a que abrieran la puerta una delante de la otra charlando. Notaba miradas desconocidas clavadas en mi. Me sentía el centro de atención. Pero había una mirada que me desconcertaba aún más. Un chico rubio oscuro alto de ojos redondos marrones rojizos me miraba fijamente soltándome sonrisitas. Yo también lo miraba pero sin sonrisitas, lo miraba desconcertada, no sabía quien era claramente.

   Finalmente se acercó a mi y me besó. Yo me aparté de golpe y grité:

-¿Pero qué coño haces, chaval?

-Cómo que qué hago cariño, pues besar a mi novia.

-¿A tu novia? ¿qué dices?-miré a Carol y asintió, solo confiaba en ella.

-Pues eso, ¿qué te pasa? ¿Ya no estás enamorada de mi? -preguntó con voz temblorosa.

-¿Yo? ¿enamorada de ti? ¡No creo ni que lo estuviera antes, cómo para estarlo ahora!-volví a gritar.

-¿Pero de qué coño vas, Avril?

-¡No voy de nada!-salí corriendo hasta llegar a un banco.

   En aquel banco volví a sacar el libro de la mesilla de noche, La octava maravilla de Priscilla trataba de una chica y su pareja, supuestamente estaban súper enamorados hasta que un día se mandaron a la mierda porque él conoció a otra.

Lo siento, no sé de qué me hablas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora