El moreno de enfrente

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—Es que te falta ser más aventurero Taiga— dijo un pelinegro mientras desayunaban




—Que me guste no quiere decir nada Bro, es más; creo que es hetero—



Kagami tenía un dilema, le gustaba el hombre moreno del departamento que estaba frente al suyo. Taiga vivía con su hermano de crianza; Himuro Tatsuya desde hacía varios años, vecinos habían ido y venido por el departamento que colindaba con el suyo, debido a las quejas de que el lugar no era muy silencioso.



No era que tuvieran parlantes, solo que el lugar había sido hecho para que; si el inquilino lo quisiera; y fuera irrespetuoso, con gritar lo suficientemente alto, el vecino de enfrente lo oiría. El complejo era como una U una muy estrecha.



Ni Taiga ni Tatsuya eran vecinos ruidosos, por lo que cuando se mudaron a ese departamento, el  inquilino de frente resulto ser el mismo por meses.



Taiga no pensaba en cambiar su estatus de mirón y soñador, aunque esperaba fuera discreto en eso. Sabía que el hombre era policía, y eso encendía muchas escenas indecorosas en su mente. Los departamentos estaban hechos de tal forma que una hilera de ventanas podía mostrar todo lo que sucedía dentro si no tuviesen cortinas, el moreno conocía seguro todo su departamento y Taiga conocía todo el suyo, muy aburrido por cierto.




Una tarde calurosa, después de un intenso enteramiento intenso en la universidad, Taiga salía de la ducha solo con una toalla alrededor de los hombros y un pequeño bóxer rojo.




Tenía bastante calor así que comenzó a prepararse un refrigerio medio desnudo en la cocina mientras intentaba entender su tarea. A pesar de que no entendía continuo leyendo un rato más allí mismo.



Fueron solo segundos en los que intentaba encontrar las golosinas que su hermano escondía, cuando por el rabillo del ojo vio al moreno de pie en su recamara, recargado en el ventanal viéndole fijamente.




Rápidamente aparto la mirada y disimulo como si no lo hubiese visto.



Siguió leyendo, pero notaba como el calor iba creciendo al vislumbrar que seguía mirando. La excitación iba creciendo y lentamente comenzó a abrir poco a poco las piernas, para ofrecerle una buena vista, pero siempre sin darle a entender que en realidad sus acciones no eran del todo inocentes ante su mirada.



—Se mas aventurero— recordó de su hermano



Reclinado en la silla en la que fingía leer, estaba completamente nervioso, con el pene medio duro y muy cachondo, ¿Hacia cuanto no tenía sexo? No lo sabía, pero el moreno no hacía nada más que mirar.




Sin embargo a Taiga solo eso ya le estaba volviendo loco. Empezó a moverse con cualquier excusa por toda la cocina: sacaba agua, cogía un bote de refresco, una servilleta... todo valía la pena para lucirse ante ese mirón.


Hubo dos momentos que le excitaron muchísimo, el primero cuando tomo un vaso de un armario, de su estante más alto, por lo que tuvo que estirar bien las piernas y ponerse de puntillas, levantando todo lo que pudo el culo y quedándose así unos instantes, para que lo disfrutara.




No podía creer lo impresionante de su osadía, porque a pesar de todo el moreno seguía ahí viendo, Taiga podía ver como de vez en vez lamia sus labios, sin despegar la mirada.




El segundo momento fue cuando; el moreno se movió de donde estaba. Taiga se había agachado para recoger el libro que ya había olvidado en el suelo, pues había caído. Su trasero se remarcó perfectamente en el culo, sintiéndose avergonzado porque su pene ya se hallaba completamente duro.



Aokaga Month AgostoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora