CAPÍTULO 3

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<<Pensamientos de Tachibana>>

Era 6 de febrero, tenía el presentimiento de que ese día todo saldría mal.

Recibí una llamada del hospital, me informaban que la abuela Mei había empeorado, era probable que no le quedara mucho tiempo. Apresurado, tomé un abrigo y salí a mi encuentro con ella.

Siempre he tenido algo extraño en mí, es como si pudiera percibir la energía de las personas que están a mi alrededor. Me enfoqué en la abuela Mei y sentí como poco a poco se apagaba la suya. Me dirigí al automóvil, pero noté que había perdido las llaves. Corrí en búsqueda de transporte, debía llegar, ¡se hacía tarde!

Pensé, <<las cosas no podrían estar peor>> pero al parecer sí y empeorarían con el paso de las horas. Perdí mi billetera, no podía pagar un vehículo que me condujera al hospital, por lo que tomé la decisión de correr, correr con la esperanza de poder llegar a tiempo. Para mi suerte, el hospital quedaba cerca, no tardaría más de 15 minutos en arribar.


***

La abuela Mei había sido como una madre para mí, la madre que nunca tuve, pues falleció cuando era pequeño. Tenía sentimientos encontrados, estaba enojado, triste y a la vez preocupado; no soportaba la idea de perder otra persona en mi vida, <<Otra persona importante>>.

Corrí como loco, perdí la noción del tiempo, del espacio y de las personas. En mi mente sólo importaba llegar al hospital; para mi suerte (o tal vez desgracia), choqué con una chica. Corrijo, "embestí" a una chica, que distraída caminaba por la avenida.

Fue un choque violento, pude ver como lastimó sus extremidades tras la caída; sin embargo, no pude detenerme en su ayuda. Debía llegar. Me levanté, vi a la chica de ojos amatista, con un sentimiento de culpa tan inmenso que no pude sostener la mirada, sentí vergüenza, pero debía seguir. Mi tiempo se agotaba...


***

Llegué al lugar, me dirigí a la habitación 201 <<Agradecí que fuera tan cercana>>. Entré al recinto y ahí estaba ella, conectada a una fuente que le permitía respirar, no soportaba verla sufrir, creo que por esa razón no la había visitado desde que arribé a Tomoeda.

Pude apreciar como sus ojos se iluminaban al verme, me acerqué a ella, tomé su mano y no pude contener el llanto, sentí culpa. Me dirigió una mirada, una cálida mirada, y sonriente, me dijo:

– Todo estará bien, Gin. No temas. Es el ciclo de la vida – Me alegra verte – pronunció con una sonrisa en su rostro – Con mi partida, serás la cabeza del Grupo Tachibana, necesito que cumplas con tu deber. Sé que harás lo mejor por mantener en alto el nombre de la familia, destiné personas que te ayudarán a lograrlo. Por favor, comunícate con Daidouji, ella se encargará de instruirte, el mayordomo Yan te ayudará con el resto, no te sientas sólo, mi corazón estará contigo siempre.

Tomé sus manos, acaricié su cabello y dejé un pequeño beso en su tez, prometí que daría lo mejor de mí. Sin embargo, me preocupaba la idea del matrimonio. Mi vida fue planeada desde antes de nacer, mis amigos, mis estudios, mi forma de vestir y << mi matrimonio>>, ¡cómo odiaba esa palabra! La abuela siempre estuvo en desacuerdo con esa idea, quería que encontrara una persona que llenara de felicidad mi vida, pero mi Padre tenía otros planes en mente.

Con su último aliento, acarició mi rostro y dijo que llegaría alguien que pondría mi mundo de cabeza, y en ese momento, debía elegir lo que sería mejor. No entendí sus palabras, pero le prometí que haría lo que fuera necesario para seguir el legado familiar, así fuera a costa de mi felicidad. Era una mujer sabia, siempre pensé que tenía el don de predecir eventos que no habían ocurrido.

Me repetí <<Debo cumplir con mi deber>>.

La luz de sus ojos se desvaneció, la habitación había perdido los colores, no fui capaz de pronunciar palabra alguna, así que sólo lloré hasta que mis ojos quedaron secos. Me aseguré de que nadie me viera en esa situación; <<Debía ser fuerte>>

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