CAPÍTULO 9

25 4 0
                                    


Tomoyo quedó encantada con el joven Tachibana, sentía que su corazón iba a explotar, simplemente disfrutaba observarlo, le gustaba todo de él. Algo tenían sus ojos negros, no sabía que era, pero la estremecía. Recorrió el cuerpo de Gin con sus labios, acarició su rostro y le dio un tierno beso, acto que desarmó la voluntad del joven.

Jugaba con su cabello, a él le encantaba, sentía una gran excitación sobre aquella acción, Gin no soportó más, trató de ser un caballero, pero el deseo desenfrenado de tener a esa hermosa y sonriente chica desató su bestia interna.

La tomó de sus caderas y giró su cuerpo hasta ponerla boca abajo, recorrió la espalda de la joven con sus labios, causando que se erizara con cada movimiento que ejercía, se posó sobre ella, aferrándose en su cabello y la besó con fuerza.

Tomoyo no podía controlar sus movimientos, su voluntad estaba siendo dominada por aquel joven pelinegro que hacía que tuviera orgasmos con sólo tocar su piel.


Gin, consciente de lo que sucedía, miró nuevamente el rostro de la chica, que rogaba que la hiciera suya una vez más y se introdujo en ella, impregnándose hasta agotar su sensibilidad. Era un momento excitante, sus cuerpos sudaban con cada movimiento que este ejercía, hacía que la chica deseara más.

La amatista cambió su posición, quería ver detenidamente al joven que le hacía el amor. Lo tomó fuertemente de su cabello, se aferró a su pecho y mordió el labio de este. Ambos terminaron al tiempo, sus cuerpos se encontraban agotados, no habían parado en toda la noche; sin embargo, hubo un momento de paz. La pareja se miró fijamente, entrelazaron sus manos e intercambiaron diálogos. Decidieron aprovechar el tiempo perdido y agradecer al destino y a las circunstancias que permitieron cruzar sus vidas. 

RAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora