Capítulo 6

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Una vez terminada la reunión salí muy satisfecha con los frutos que estaba dando todo mi esfuerzo.

Estaba esperando a que llegará Ébano por mi, fuera del restaurante. No pasó ni 10 minutos cuando de pronto veo lo que creo que es una Ninfa la cual a penas apareció comenzó a cantar. Sus cantos y risas eran hipnotizantes y alegres.

Estaba a unos poco metros de mi pero poco a poco a ella se iba alejando. Así que sin pensarlo dos veces comencé a seguirla. Ella era rápida y me guió lejos del restaurante, yo queriendo alcanzarla empecé a caminar rápido para mi perderla de vista.

La Ninfa era diminuta, y una luz azul acuoso desbordaba por su cuerpo. Era pequeña y delgada y cargaba una flor como su vestimenta. Sin duda era hermosa e irreal de verdad que no creía lo que estaba frente mío.

Pero yo estaba muy anonadada, ya que solo una vez había visto una de ellas o eso creía ello haber visto hace mucho. Mi incertidumbre crecía, mi deseo por poder observarla más de cerca crecía.

Su voz retumbaba por toda mi cabeza, era lo único que podía escuchar. Me sentía hipnotizada por su hermoso canto y la luz tan vibrante que tenía.

Cada vez más nos íbamos alejando del pueblo, dejando atrás el restaurante y olvidándome por completo de mi hermano. Pasamos por todo el pueblo, pasándolo por completo. Empecé a caminar por una carretera que indicaba que están saliendo del pueblo.

La Ninfa me comenzó a llevar a un bosque, en el cual comencé a adentrarme cada vez más.
Habían demasiadas ramas en el suelo con las que tropezaba y árboles que comencé a pasar, pero yo no procesaba nada, solo quería poder alcanzarla y poder seguir admirándola y escuchándola.

Empezaron a aparecer otras luces, como luciérnagas, más risitas de empezaban a sumar y el canto de la Ninfa ya no solo era de ella, sino de demasiadas.

Era preciosa, ella me guiaba a unas cascadas la cual irradiaba muchísima luz. Era como si me estuviera llamando para que me adentrara a ella. La cascada conectaba con un pequeño lago el cual tenía unas aguas calmadas y de color turquesa. Mi cuerpo vibraba de la emoción por el hermoso paisaje que estaba contemplando. No podía creer lo que tenía en frente de mis ojos.

La Ninfa bailaba arriba del agua, era una danza extraña ya que iba de un lado a otro mientras cantaba con su voz tan angelical de manera armónica.

Quería poder tocar la Ninfa, pera era tan rápida que era imposible aquello. Mis tacones comenzaron a atorarse en el el lodo que se encontraba a la orilla de la cascada así que me los quite.

Mi cuerpo quería poder entrar en aquella agua, la cual irradiaba una luz divina.

La Ninfa se adentró al agua como si de una invitación tratase, y acto seguido la comencé a seguir. Realmente sentía como si todo fuera una película, todo parecía lejos de la realidad.

Empecé a meter un pie al agua, y las aguas comenzaron a agitarse. Estaban esperándome, y lo hacían con ansias. Las risas y los cantos desaparecieron, todo quedó en un pulcro silencio. Lo único que se escuchaba era las de la cascada y el lago que comenzaba a agitarse más y más.

Yo no podía esperar, por lo cual comencé a adentrarme. La Ninfa ya hacía en el agua, solo que una vez dentro ella se había convertido en una versión más grande de ella. Todo esto era fascinante ante mis ojos, era como un sueño.

Ella comenzó a acercarse lentamente a mí, comenzó a cantar nuevamente, pero ahora si canto era más profundo y su canción se escuchaba triste.

Yi la miraba fijamente, como se iba acercando a mi y como su mano quería alcanzarme.

De un momento a otro sus ojos se tornaron de un color rojo oscuro.

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