Los gritos de la mujer resonaban por toda la habitación. Acostada en la cama, sosteniendo con fuerza la mano de su marido, como si su vida dependiera de ello, y siendo ayudada por una enfermera ponía todo su esfuerzo en pujar para lograr traer a un nuevo ser humano a este mundo.
Después de su matrimonio, dos años habían pasado para lograr dejar embarazada a su mujer. Y ahora, después de largos nueve meses, al fin llegó el momento de traer al niño o niña al mundo; darle la bienvenida a esta vida y prepararlo para los desafíos que ella le tendría preparados.
Algunos serían más fáciles o difíciles que otros, pero no dejaban de ser desafíos.
Al oír el último y fuerte grito de su esposa, se logró escuchar también el llanto de un bebé.
-Es un niño.- escuchó decir a la enfermera, la cual sonrió triunfante hacia la, ahora, agotada madre.
Craig dejó con cuidado la mano derecha de su pareja sobre la cama en la que yacía. Inclinó su rostro hasta que sus labios llegaran a su sudorosa frente, en la cual depositó un suave beso, felicitándola por su arduo trabajo en dar a luz a ese nuevo y pequeño ser.
Craig no amaba a su esposa y no creía hacerlo en el futuro. Sin embargo, durante estos dos años de casados, la trató con el respeto que ella se merece y le dio muestras de cariño para hacer que se sintiera amada.
El azabache vio cómo su mujer cerraba poco a poco los ojos para así tomar un merecido descanso después de aquellas tortuosas horas.
O eso creyó él...
El doctor se acercó a la joven para inspeccionar su estado.
Craig miró extrañado al médico, el cual poseía una expresión en su rostro que indicaba preocupación.
-No está respirando... Y su corazón no late...
En ese momento el gesto de Tucker cambió por completo; pasando de uno extrañado a uno sorprendido y asustado.
Tomó a su esposa por los hombros y la sacudió, intentando ser lo menos brusco posible, llamándola por su nombre mientras la movía con la esperanza de que le respondiera.
Cosa que nunca pasó...
El bebé, aún en brazos de la enfermera, seguía llorando, cosa que no ayudaba a calmar la situación y alteraba más al azabache.
Craig terminó siendo sacado de la habitación...
Ya había pasado un buen rato. El ojiverde caminaba en círculos, inquieto.
Cada minuto que pasaba parecía una eternidad...
Al ver el reloj en la pared, lo ponía más ansioso de saber sobre su esposa e hijo.
Por fortuna, la puerta de la habitación volvió a abrir, dejando pasar al doctor con una miraba de lamento dirigida hacia él.
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Inmortal Heart || Creek
RandomSiglo XVII. Al escuchar los gritos de desesperación y agonía provenientes de la persona que amas, es la peor tortura que puedes experimentar, puedes observar su sufrir sin siquiera verlo directamente. Esa misma tortura la estaba experimentando Craig...