Viernes, 24 de abril

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Estoy llorando. No tengo pulso para escribirte. Mi mundo se vino abajo; una de las personas que era mi ejemplo me decepcionó completamente. No quiero aburrirte expresando mis sentimientos, pero necesito descargarme y no encuentro manera de hacerlo. La gente o no te escucha o no le importa una mierda tu vida, solamente tú puedes guardar toda esta información sin juzgarla ni compartirla. A partir de este momento quiero que seas mi confidente.

Como ya te he contado antes, mi papá siempre se ausenta en cada cena con la excusa de que tiene reuniones de trabajo. Esta vez nos dijo a mí y a mamá que iría a recibir un paquete con dinero en las afueras de la ciudad.

No tenía ni hambre ni tarea entonces esperé que mi madre se recostara en su recámara para seguirlo. De verdad me interesaba saber qué pasaba, todo esto es muy raro. Lo seguí con mi bicicleta, mientras él conducía rápidamente hacia cualquier lugar menos a la entrada de la ciudad. Recorrí como unas veinte cuadras, estaba realmente exhausta. No tengo estado para los deportes, y menos para la bici que es un ejercicio tan aeróbico. Desde pequeña me interesó el patinaje artístico sobre hielo, participé  en varias competencias y no quiero sonar egocéntrica pero era muy buena haciéndolo. Aún sufro por haberlo dejado, pero ya está, así es la vida. Volviendo al tema; lo único que me alentaba a seguir era descubrir el secreto. Sabía que había algo más que sólo trabajo en la vida de mi padre y no éramos ni mamá ni yo lamentablemente. A veces me siento tan sola en mi familia, no lo sé: diferente? No comparto los mismos gustos con ellos, tengo una personalidad sensible pero a la vez tengo mi carácter, no soy capaz de dejar que me utilicen. Papá es totalmente cerrado, aburrido y amargado. Mamá es buena, pero a veces me saca de quicio que nunca me deje hacer las cosas que quiero. Siempre la culpa de todo es mía, siempre la razón la tiene ella. Ya lo sé, me voy por las ramas. Sigamos:

Al fin llegó, en cada momento procuré que no notara mi presencia, aunque normalmente  no es difícil para él. Entró en un bar que me traía tantos recuerdos, cuando era apenas una niñita que llegaba al metro íbamos cada fin de semana. Los mozos nos reconocían y hasta ya imaginaban nuestros pedidos. Es increíble cómo se perdió todo hace tiempo. Esos recuerdos que podemos sentir con una palabra, un aroma, una persona, una canción ya habían agotado toda su luz para vencer la oscuridad del alma humana. Él ya había olvidado a su familia.

Esperé unos minutos apoyada en mi bicicleta, asomándome detrás de un enorme árbol. Pensé que quizás comería algo y se iría a buscar el paquete, pero no fue así. Ingresé y me atendieron ubicándome en una mesa alejada de mi padre pero desde donde podía ver su lugar y alrededor perfectamente. Tomé el menú y la verdad no me apetecía nada; el engaño me había quitado la poca hambre que tenía. Mi padre había pedido en la barra un Martini para dos, estaba esperando a alguien. Y ahí apareció una mujer que no vi entrar. Traía unos jeans, una blusa rojiza, unos tacones y lentes ahumados. Por el momento sólo me resultaba familiar; esos rulos, la arruga peculiar al fruncir el entrecejo, los finos labios y la pequeña nariz y esa sonrisa falsa. En el momento en que quitó sus lentes ya sabía quién era. Mi maestra de historia. Siempre me cayó mal realmente, y ahora me daba cuenta el porqué de su preferencia hacia mí. Era bueno, pero insoportable. Ahora todo tenía sentido: la forma en la que me defendía cada vez que me regañaban, la veces que llamaba a mis padres para felicitarlos, las buenas calificaciones, todo. Habría sido una condición de mi padre tanto consentimiento? O sólo lo hacía por si una vez llegaba a descubrir su secreto y quería que me cayera bien? No lo sé, pero había una persona más en la vida de mi padre, una intrusa para transformar la grieta familiar en una completa ruptura.

Se saludaron sedientos, no delMartini, si no de sus besos. Eso me rompió el corazón. Comencé a llorar, detrás del menú, como nunca antes lo había hecho. Mi papá estaba a los besos con otra mujer que no era mi madre. Me dí cuenta de que no existía el amor verdadero, ni el perfecto. En una relación siempre se cometen errores: engaño, traición, deseo, mentiras. Llega un momento en que una persona se cansa de la otra, si verdaderamente la ama va a intentar volver a enamorarse porque no la quiere perder, y si la otra persona de esa relación sabe perdonar los errores de esa es porque todo vale la pena. “Nos hemos convertido en algo grande, no dejemos que un error o un impulso acabe con todo lo que creamos”.

Mi llanto fue interrumpido por el camarero.

Aclaró su garganta.

—   Señorita, qué va a ordenar?

—   Sólo quiero una ensalada césar y una coca pequeña

—   Muy bien—esbozó una sonrisa mientras tomaba la carta.

Se retiró algo preocupado, lo noté en su expresión. Pero estuvo bien en no meterse en mi vida.

Risas embriagadoras y corazones rotos. Los sentimientos eran opuestos. Que él fuera feliz con una amante me hacía infeliz. Las palabras escapaban de sus bocas tan rápidamente como las lágrimas de mis ojos. Quise reservarme el llanto para poder hacerlo bien y descargarme completamente, pero me era imposible. La sensibilidad me mata, por más de que intente ser fría y fuerte no puedo. Los problemas golpean mi piel dejándome completamente indefensa.

Llegó mi pedido y la sal de mis lágrimas condimentó un poco más la ensalada. Traté de que la gente no me mirara. Colocaba cualquier cosa enfrente de mi cara.

Además del Martini, tomaron otras copas de Champagne. Terminé mi plato y le dije al joven que lo deje a la cuenta del señor de allá (señalando a mi padre). Me armé de valor y caminé hacia ellos. Palmee la espalda de mi padre.

—   Te estás divirtiendo esta noche? Este era el paquete que tenías que buscar?—

—   señalé a mi maestra—Espero que saques un poco de dinero de él y pagues lo mío también. Adiós

—   No, cariño por favor.

—   Lea, deja que te expliquemos—habló Margaret

—   No quiero excusas, ya vi todo con mis propios ojos y voy a sacar mis propias teorías. Te veo en la escuela Margaret. Y papá, no le voy a decir nada a mamá. Ella lo va a ver con sus propios ojos en cualquier momento, así que cuídate.

—   Es una amenaza?

—   Tal vez

Me retiré sin más preámbulos, y lo hice sin dejar que vieran la vulnerabilidad de mi rostro inundado por una carrera de gotas saladas. Creo que este era el principio del cambio, y estaba mucho más cerca de lo que yo pensaba.

-Lea

DescubriéndomeWhere stories live. Discover now