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Todos seguían alertas con sus armas, pues aunque ninguna bala había impactado en su casa sentían que no podían bajar la guardia aún cuándo los disparos estaban escuchándose cada vez menos. Alastor era bastante protector con sus amigos pero por alguna razón esta vez no sentía miedo, realmente no sentía que algo fuera a suceder y eso hacía que no perdiera la calma, cosa que de por sí jamás hacía, sus propios amigos eran testigos de que ni siquiera en las trincheras estando bajo fuego enemigo Alastor había perdido jamás la calma que tanto le caracterizaba, su expresión siempre era suave y serena, con una pequeña y sutil sonrisa, eso hacía de Alastor una persona tan difícil de leer, pues nadie, ni siquiera sus hermanos de armas sabían lo que había detrás de esa expresión que nunca cambiaba. De pronto algo interrumpió ese pequeño conato de paz que ellos tuvieron al cesar los disparos, pues un ruido súbito y estrepitoso se dejó escuchar, Niftty dió un salto de sorpresa en su sitio mientras decía:

~Eso sonó cómo las macetas de afuera, y no se escuchó cómo un estruendo de bala, voy a salir a ver.

~¿¡Acaso estás loca Niftty!? ¡No puedes salir después de una balacera!

~Pero Husk, puede haber un herido.

~¿Y qué si es así? Será uno de los malos seguramente y eso es mejor para nosotros ¡Suelta ese botiquín! Espera tú....y se fué.

~Husker, sabes que Niftty es muy testaruda si se trata de su trabajo, será mejor que la acompañemos y así podremos estar al tanto si hay amenazas.

~Bien, ya qué.

Husk salió de mala gana junto con Alastor, entonces vieron a Niftty extender su pequeña mano a una chica muy rubia y exuberante que estaba sobre los restos de una maceta, la chica vestía un traje rosa a rayas muy corto y entallado, sin embargo ni siquiera levantó el rostro para ver quién le tendía la mano, y tampoco la tomó, Alastor al ver sangre en la ropa de la chica asumió que quizás por sus heridas estaba demasiado aturdida para reaccionar, así que con la cabeza hizo un ademán a Husk para que la levantara, Husk lo hizo con una mueca y Alastor amigablemente le ofreció ayuda a la chica, sin embargo grande fué su sorpresa al escuchar su voz enmarcando que se trataba de un chico y no de una chica, aún así siguió extendiendo su ayuda y la de sus amigos ante aquél chico cuyos ojos azul obscuro estaban llenos de dolor, pero el chico rechazó toda ayuda diciendo que no quería deudas con nadie, pues ya sabía que nada era gratis en la vida y cómo pudo se fué. Alastor quedó bastante intrigado pues pensaba ¿Que tan roto se debía estar para hablar con tal dureza? Alastor no podía evitar sentir que debía indagar más sobre ese chico, y no por lástima cómo el propio chico lo dijo, sino que era algo que ni siquiera el propio Alastor entendía. Así el resto de la noche transcurrió sin más contratiempos y tras la cena todos se retiraron a sus habitaciones, Alastor al encontrarse a solas volvió a pensar en ese chico tan distinto, tan intigrante y misterioso, aquél chico era cómo una intrincada obra de arte que Alastor deseaba comprender, aún si fuera de su círculo cercano no solía preocuparse así por nadie, pero esta vez era una excepción, una excepción que rondó su cabeza hasta que el sueño le venció por fin.

Tras aquél día todo transcurrió relativamente normal, pues a diario recibían anónimos junto con animales muertos y cosas desagradables en su puerta, todas esas eran amenazas para que se fueran, pero ellos no lo harían, a pesar de las circunstancias habían convertido aquella casa en su hogar, era un hogar porque ellos estaban allí juntos. Incluso aquél día en que a Alastor le negaron trabajo en una estación de radio y una frecuencia para transmitir por su cuenta diciendo que eso estaba quedando obsoleto Alastor mantuvo su serenidad, cocinó una de las recetas de su madre y en aquél gumbo de res que comía junto a su familia encontró ese sabor que le alentaba a seguir adelante, sintió esa dulce calidez en su corazón que le daba el saber que en aquellas recetas su madre seguía con él. Emocionado decidió adaptar su casa y transmitir música desde allí cómo su propia emisora, pero aquello no fué bien recibido por sus vecinos, pues no estaban contentos con la música que Alastor transmitía, así Alastor dejó de transmitir, más no retiró las adaptaciones que hizo a su casa, pues tenía esperanzas de transmitir de nuevo en un tiempo más. Pero aún así en esos momentos cocinaba para él y sus amigos algún platillo del recetario de su querida madre y eso le daba alicientes para seguir adelante, tanto a él cómo a sus amigos, que se mantenían estoicos ante las amenazas pues defenderían el hogar que habían creado juntos. Sin embargo aunque la expresión de Alastor siempre se mantenía igual Niffty sentía que cómo cabeza del grupo Alastor debía tomarse un descanso de vez en cuándo. Así que cuándo fué a hacer el súper para la semana se encontró con un bonito club de jazz, sabía que Alastor amaba ese tipo de lugares así que decidió hacer una reservación para esa misma noche de viernes con una mesa para tres, entonces al llegar llamó a ambos y mostró la reservación diciendo emocionada:

"Castillos de Polvo" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora