II: El Tritón

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Fue una helada noche, pero Namjoon sobrevivió al clima, además no era nada nuevo para él, estaba acostumbrado a no sentir el calor por las noches gracias que no tenía un hogar específico. Era él y su canoa, y ahora su caballo. 

Agradeció perezosamente al sol, lograba regalarle algo de calor. Su despertar fue lento, ahora sí podía sentir con mucha más claridad su golpeado cuerpo. Pero sintió otra cosa más, se echó una mirada, le echó una mirada a su cuerpo. Él estaba cubierto de algas, largas y pegajosas algas. Llevó su mano a la cara y si, ahí también habían algas. ¿Qué rayos había hecho ayer? No le dedico más de dos pensamientos, simplemente concluyó que le habían atacado con algas, por lo que podía recordar le había arrojado un balde de agua maloliente, tal vez ese era el motivo.

Hizo lo que ahora le resulto ser una buena idea, simplemente esperó a estar completamente en sus cinco sentidos y se sumergió en el agua. El lodo se desprendió a su alrededor, y la sensación de estar limpio de nuevo lo acuno. Pero ahora tendría que dejar sus ropas secar al sol.

Llevó su dedos a su boca y logró chiflar, estaba llamado a su caballo, el cual no tardó en aparecer del pequeño bosque. 

—Astuto, ven aquí chico— Una vez alcanzó a su caballo se dirigió hacia su montura, tenía dos bolsas de cuero colgando de ambos lado. De ahí caso dos manzanas, una para el majestuoso animal y otra para él.

Dejando sus ropas sobre una gran roca él esperó mientras comía su manzana al lado de Astuto. 

El lugar era tan solitario, pero sobretodo tranquilo, era un buen lugar para quedarse, y hasta para tener una casa... su sonoro bufido se hizo eco, ¿una casa? Que clase de pensamientos estaba teniendo, ¿acaso aún tenía alcohol en su sistema? El no era un hombre como los demás, a menos que fuera comparado con los ebrios de los pueblos. Él era un ladrón que no hacía nada más que sobrevivir sin propósito alguno.

—Terminaste con un dueño peor, lo siento Astuto— Miró a su caballo, era un ejemplar hermoso y joven, un Caspio de raza. Aunque lo había dudado ya que su tamaño era como el de un caballo común. Astuto no era pequeño y tal vez por ello iba a ser subastado al mejor postor en el anterior pueblo.

Cuando el sol fue perdiendo su radiante calor, Namjoon decidió que ya era momento de vestirse. Por suerte sus ropas ya estaban secas, no del todo pero sobreviviría y no tendría más frío de lo necesario. Para cuando terminó de vestirse las nubes grises ya habían terminado de cubrir el soleado clima y el cielo celeste. Al parecer un aguacero estaba por acercarse. 

—Hora de irnos Astuto— Estuvo por subirse a la vieja montura de caballo, pero todo movimiento se detuvo al escuchar un pequeño remolino en las aguas, se giró pero todo lucía tranquilo. Volvió a dirigirse a la montura, pero fue rápido al girar al escuchar ahora un pequeño chapoteo. Pudo ver algo moviéndose bajo en agua, desapareciendo en la profundidad. No estaba soñando, ahí había algo, una criatura brillosa, la misma que había podido ver ese día.

El relincho de Astuto se escuchó de repente. Sabía que no estaban solo ellos dos. 

—Tranquilo, espérame aquí Astuto— Él, Namjoon, un ebrio y ladrón se encaminó a su canoa con algo de prisa. Desatando la cuerda del ancla de madera se adentro al lago, él ya estaba flotando sobre el agua y dirigiéndose donde se había visto esa silueta.

Espero, y espero... nada sucedió en todo ese tiempo, a excepción del aguacero. Las gotas caían sin fin, ahora todo era ruidoso y difícil de distinguir gracias a lo grisáceo de la vista. Quiso darse por vencido e irse, tal vez tendría suerte mañana. Pero solo se traslado a la gran rosa sobre el agua. Sería otro día frío, y a decir verdad no estaba tan mal. Siempre había amado el agua, era una de sus rutas más convenientes para huir. Su sonrisa llegó a sus labios tras el pensamiento.

Luego tuvo un pensamiento sobre su muerte, si moría de gripe tal vez fuera una muerte correcta para un malquisto como él. Su mirada volvió a recaer sobre el chapoteante agua del lago. ¿Debería de hacer las cosas más fáciles y terminar con su vida ahora mismo? Después de todo nadie estaría esperándolo. Unas palabras en tonos bajos y él ya se encontraba sumergiéndose bajo las profundidades. Pudo a lo lejos escuchar los relinchos de su caballo. Todo se volvió oscuro por un momento.

Una luz brillante se aproximó hacia él, ondulaba sin problema alguno. Era majestuoso. Pronto pudo ponerle rostro y cuerpo... su boca se abrió ante el estupor. ¿Era real?... esta criatura solo se encontraban en leyendas sin sentido alguno. ¿Estaba muriendo? Pronto empezó a sentir los espasmos del ahogo. Sí, estaba muriendo. Pero antes de perder la noción del tiempo y de sus cinco sentidos, él pudo sentir una mano sujetarlo con fuerza.

En poco tiempo se vio de vuelta en la superficie, su mirada permaneció borrosa y estaba costándole mucho respirar. El agua había llegado peligrosamente a sus pulmones. Sus ojos se cerraron y su respiración se cortó. Era una muerte lenta y espantosa.

Pronto unos labios se ubicaron en los del ladrón, este ser hermoso estaba otorgándole de su respiración. Fueron unos cuantos intentos los que hizo para obtener una respuesta.

Namjoon dejó salir todo el agua que se había adentrado en sus pulmones, la sensación de ahogo llegó de nuevo pero ahora pudo controlarla por medio de expectaciones dolorosas. Y cuando entro en razon, cuando sus pulmones volvieron a recibir oxigeno correctamente él alzó la mirada en seco. Nuevamente... ¿estaba muerto?

—Q-que...- Sus palabras no podían ser dichas con normalidad, ni siquiera estaba pensando de manera correcta. Se sintió como los ebrios de los pueblos, los que luego de una par de botellas de alcohol inventaba las historias más locas nunca antes contadas. —No eres real...— Pero él lo estaba viendo, aquella criatura mitad humana y mitad pez se encontraba en la orilla, el agua cubría la mitad de su cola dorada. Era como el brillo del oro más puro que podía existir. Sus escamas doradas se asemejaba a las doradas monedas de los reyes. Pero su belleza no terminaba ahí...

La cola chapoteó en el agua. La criatura estaba igual de atenta, observando cada detalle del humano.

Un hermoso rostro angelical, de otro mundo, y cabellos cortos dorados y brillantes. Un rey usaría la palabra mayestático para definirlo, pero este hombre considerado un raspamonedas sólo podía dedicarle una simple palabra. —Eres hermoso...— Había valido totalmente la pena el quedarse más de la cuenta en este pueblo. Pudo ver lo que tanto había estado buscando. No estaba imaginando cosas. Era real. Tan real que no sabia como reaccionar próximamente.

El trote de un caballo se escuchó venir del bosque, luego voces y pronto puntos de luces empezaron a hacerse visibles. 

Namjoon mostró nerviosismo en su mirada, la criatura mostró más, el miedo y pánico lo atrapó, por lo que retrocedió con rapidez hacia el agua. Desapareció en un parpadeo. El dorado brillo se esfumó.

—¡Ahí está!—

Namjoon aun manteniendo su mirada en las aguas, y poca atención les dio a los dos hombres que estaban haciéndoles preguntas, él no se molestó en contestarles.

—¡Este raspamonedas aún nos debe dinero!— Uno de los hombres exclamó, dando sus razones para seguir el conocido caballo de este hombre deshonroso. —Tú, es mejor que al menos nos des tres monedas de oro— Suponían que era lo máximo que iban a obtener de este hombre. Pero cuando no obtuvieron respuesta ellos solamente lo tomaron y le propinaron unos cuantos golpes.

Namjoon reaccionó al fin, el primer golpe en su estómago le hizo reaccionar. Él no era nada malo en las peleas, cuando estaba sobrio podía combatir a sus rivales. Por lo que bastó unos minutos para ver a esos dos hombres huir. Poco le estaban importando en estos momentos.

Esta noche no bebió, esta noche espero por verlo otra vez. Su salvador. Su hermoso salvador...





El Ladrón y El Tritón |N.J|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora