III: Monedas de oro

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Namjoon había permanecido muy despierto toda la noche, flotando en su canoa sobre el lago. Por lo que lo que la luz del sol no llegó a lastimar sus ojos. Él solo estaba a la espera de una nueva aparición, estaba a la espera de aquel ser hermoso.

Por un momento sus párpados se cerraron, nuevamente la imagen lo golpeó como si fuera la primera vez. Cabellos brillosos, piel blanca y una hermosa cola dorada como sus ojos. Sus escamas, eran monedas de oro, las más brillantes que había visto. Él estaba fascinado, esa era la palabra correcta para definir su estado. Fascinación es lo que sentía, además, supuso que de tantas personas él, un ladrón ebrio, había logrado verlo.

¿Qué era él? Por lo poco se sabía era una sirena, pero las sirenas eran mujeres también hermosas que capturaban hombres por medio de su belleza, se decía que eran una trampa para el hombre, ellos las seguirán y ellas los devorarán. Pero había otro extremo, simplemente eran seres pacíficos que se ocultaban bajo el mar para no ser capturadas, nunca se dejaban ver... Namjoon concluyó que en ambos relatos antiguos había errores, pues él no fue devorado, lo contrario. Llevó sus dedos a sus labios, una extraña sensación recorrió todo su cuerpo. Y él pudo verlo, el chico marino se dejó ver. Chico marino, Namjoon dudaba que así se refirieran a las sirenas macho.

El galopeo detrás suyo se escuchó, era Astuto, llamándolo. Namjoon lo entendió, tenía hambre, al igual que él. Remó hasta la orilla y ató la gruesa cuerda en el palo de madera. Le dirigió una última mirada al lago, las aguas estaban muy tranquilas, era dudoso que volviera a verlo. Pero por primera vez en su vida estaba teniendo esperanzas, aunque no estaba seguro del porqué.

—Vamos Astuto, busquemos algo que comer— Y por buscar se refería a robar, pues ni una sola moneda de oro llevaba consigo. Y culpaba al pueblo por ello, pues este lugar no rebosaba de riquezas.

... El camino al pueblo no era mucho, y menos si ibas en caballo, pero Namjoon se había detenido a mitad de camino, ya que no quería cansar a su hambriento caballo. Decidió caminar todo el camino marcado, un sendero rodeado de árboles y flores raras, al menos él las consideraba así. No tenía mucha cultura, y apenas había leído cinco libros en toda su vida, en varias ocasiones agradecía el hecho de que al menos sabía leer, aunque no era bueno escribiendo. Él solo era bueno en una cosa, y era en robar, unas de las tareas que sus padres le había obligado a realizar en toda su niñez.

—Ahí, veo manzanas y granos de arroz— Namjoon fue lento en acercarse, y cuando tuvo la oportunidad él tomó un pequeño saco sucio con manzanas dentro. Retrocedió, ató aquel saco a la montura vieja de su caballo y fue por el siguiente sacó, este contenía los granos de arroz ya cocinados. Tenía que lavar todo, pues la tierra estaba ensuciado todo. Esta vez no fue muy cuidadosa, fue atrapado con el saco en manos. Entonces tuvo que correr, cabalgó su caballo y volvieron por el camino de donde habían vuelto. Había sido una suerte de que aquella muchacha hubiera caído a la tierra.

Namjoon sonrió victorioso, pero aún le faltaba algo. Necesitaba de una botella de ginebra, era algo por lo cual haría cualquier cosa. Tal vez después volvería al pueblo y robaría una botella de ginebra.

Tanto las manzanas como el arroz fue lavado con el agua dulce del lago. Astuto se quedó en la orilla, en cambio el ladrón decidió ir a su canoa y flotar un poco. Mirar más del lago. Cuando se encontró mirando atentamente a su alrededor, tuvo otra vez ese pensamiento. Es un buen lugar para tener un hogar... Ultimamente habia estado teniendo esas palabras en su cabeza, tal vez necesitaba un descanso. Pero dejar de ser una raspamonedas no era una opción, lo mantenía vivo en todos los sentidos. Le fascinaba la aventura y el no quedarse en un solo lugar, quería descubrirlo todo. Ir hacia donde nadie nunca antes a ido. Era un sueño, su sueño... sería fascinate si se cumplia.

La canoa se meció, Namjoon no le prestó atención, pero la segunda vez el movimiento fue mucho más brusco, por lo que miró hacia las aguas. Estaban tranquilas, pero... habían ondulaciones, por lo que podía significar que... Se asomó, se asomó demasiado ya que la canoa se volteó y él ya estaba sumergido en el agua. Y aun estando flotando en poca profundidad, sus párpados se abrieron. Era buen nadador, sus huidas luego de alguna fechoría habían logrado aquello.

El cabello algo largo del ladrón bailó en las aguas ante los girós. Nada, solo grandes piedras y algunos pequeños peces, y algas, muchas algas largas. Subió a la superficie, volvió a llenar sus pulmones de aire. Volteó su canoe pero no subió a ella, solo, solo quiso ver más. Tomó una buena cantidad de aire y se adentro a las profundidades del lago. Se tomó bastante tiempo en observar todo a detalle, también quería encontrar algo, alguna evidencia tal vez. Cuando decido terminar por hoy, y a punto de ir a la superficie de nuevo algo dorado brillo entre las algas. ¿Una moneda de oro? Fue hasta el.

El capoteo en la superficie se escuchó, Namjoon había pasado demasiado tiempo sumergido. Nado hasta su canoa y observó lo que había encontrado. Una escama, —Es de él— era evidente, aunque esta escama estaba poco a poco perdiendo su brillo. El ladrón sospecho, entonces rápidamente se encontró mirando hacia atrás. Buscando.

—¿Estás ahí?— No obtuvo respuesta, —No te haré daño— No estaba mintiendo. Su mirada volvió hacia la palma de su mano, la escama se volvía frágil. Luego de unos minutos optó por subirse a la canoa. Desde ahí miró hacia una sola dirección. —Realmente no te haré daño, chico marino— Le seguía hablando, aun así no estaba seguro de que si aquel ser lo entendiera. ¿Siquiera hablaba el mismo idioma?

Fue de repente, una silueta borrosa se vio rodeando la canoa, Namjoon lo siguió con la mirada muy atento. El silencio del lugar no estaba ayudando, pues hacía del momento uno cargado de emociones. Namjoon no estaba seguro de poder resistir. La silueta desapareció. Namjoon volvió a acomodarse en su canoa. No había visto más que ayer, pero seguía haciendo su corazón latir muy rápido.

El suspiro salió de sus labios con abandono. Su canoa se movió, mucho. Pronto se vieron unas manos blancas, ojos y cabellos dorados asomarse desde la otra punta de la canoa. El ladrón parpadeo un par de veces ante el asombro, ahí estaba otra vez, tan cerca.

El chico marino tenía una mirada curiosa, movía su cabeza lentamente, tratando de ver más.

¡Por su majestad! Namjoon no podía hacer más que mirarlo fascinado. —Sirena...— Salió de su labios en un tono bajo pero muy claro. Vio a la "sirena" ladear su cabeza, lucía confundido.

—Tritón...— Su voz fue melodiosa, tan suave como sus características físicas. Era un angel con cola de pez. El tritón se ocultó un poco, observó al humano hacer un movimiento.

Namjoon había querido acercarse, supo que era mala idea al ver la defensiva del chico marino, ahora tritón. Así que era un bello tritón. Tritón, él no había escuchado esa palabra antes. Aun así... decidió no moverse, —Soy Namjoon, ese es mi nombre— Luego se percató —¿Me entiendes?—

El tritón asintió lentamente, volviendo a asomarse, pero esta vez fue más osado. Dejó ver sus labios, estos tenían un brillo natural. —Namjoon... Namjoon— Se veía algo soñador mientras repetía el nombre recientemente escuchado.

—Si, ¿y tu nombre?— Aun el ladrón no estaba del todo seguro si realmente esto estaba pasando, pues él estaba ahora hablando con un tritón, un chico mitad pez. Fue lentamente que se movió hacia su costado, quería ver más. Dio con su esbelta espalda, y con el comienzo de sus escamas, no solo eso, pudo ver una aleta dorsal. Asombroso.

El tritón no dejó de verse curioso, él también estaba observando a detalle al humano, era un hombre. Un hombre con bonitos ojos negros, y lindos pies. Vaya, él tenía pelo en sus piernas. Le resultó gracioso, pues lucían como un erizo de mar. Y sus pies tenía escamas. El tritón lo sabía, pero esas eran las uñas de Namjoon. Sonrió un poco y dijo:—Seokjin...— Su mirada fue directo a los ojos negros del humano llamado Namjoon.

Ellos conectaron, hubo algo en medio de esa mirada fija. Era inexplicable lo que Namjoon pudo sentir, pero se podría decir que fue puro y real. 






El Ladrón y El Tritón |N.J|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora