Capítulo 7: Familia

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¿Saben qué es lo peor de estar por un largo tiempo dormido? Los dolores de cabeza y fuertes mareos por extender el tiempo de descanso que el cuerpo humano necesita, algo similar cuando una batería se carga más de lo habitual y llega a un punto de estar caliente, y sin saber cómo, mientras dormía, sentía mi cuerpo muy caliente y al fondo se escuchaban voces.

Ubicación de Esdras cerca de la isla Aubre; atardecer

- ¡Despierta! ¡despierta! ¡por favor despierta! - Se escuchaba una voz.

- ¿Otra vez castigados? - Pregunté, mientras se aclaraba mi vista mirando a Evangeline

- ¡No puede ser, sí despertaste! - Dijo Evangeline.

- ¿Por qué no habría de hacerlo? – Pregunté, mientras me enderezaba porque otra vez estaba recostado sobre las piernas de Evangeline. –Aún no me acostumbro despertar sobre tus piernas - Dije con un poco de pena.

-Porque ha pasado un día y la mitad de otro desde que desmayaste - Volteé y era Joseph sentado a un lado de una pequeña fogata.

- ¿En serio? ¿Dónde...estamos? ¿Y por qué me siento tan mareado? - Preguntaba mientras estaba sentado.

-Estamos en las balsas de los reclutas- Dijo Joseph

- ¿En serio? ¿Y por qué todo aún sigue borroso? - No dejaba de preguntar un poco alarmado.

-Estuviste inconsciente por 36 horas, no esperes a que tu cuerpo reaccione tan pronto después de semejante hazaña - Decía Joseph Mientras se acercaba más a la fogata.

- ¡Mira mis piernas! No responden, mi estómago duele demasiado y no puedo apoyarme bien y tampoco.... -Dejé de hablar cuando me recargué sobre mi mano izquierda que estaba cubierta con una gran venda.

- Entonces...no fue un sueño, ¿verdad? - Pregunté mientras observaba mi mano y la descubría.

- Perdiste casi la mitad de tu mano en aquel intento desesperado por batallar. Los médicos de esta isla hicieron todo lo posible para no cortarte la mano completa debido al gran desangre de todo tu cuerpo. - Explicó Evangeline poniendo su mano en mi hombro.

-Si no fuera por el gran poder que los habitantes de esta isla tienen, ya no estarías aquí - Dijo Joseph, mientras se sobaba el hombro derecho.

Me costó un poco asimilar la situación de mi mano izquierda ya que estaba incompleta y suturada de una manera bastante peculiar y ahora sólo tendría que trabajar con tres dedos por el resto de mi vida. Mis piernas estaban destruidas debido al gran daño por parte del león, y mis pies mallugados por las caminatas entre las piedras, mis brazos llenos de heridas por los peces y dolor de estómago tan fuerte por la adrenalina y hambre.

Lo único que hice fue levantarme e irme a la orilla de la gran balsa a lavarme las manos y refrescar mi cara con el agua del mar, pues es a lo que recurro cuando la ansiedad y estrés se apoderan lentamente de mí. Mientras lo hacía, desahogué mi espíritu golpeando el agua y cuando terminé de hacerlo, sólo metí mis manos y cerré mis ojos.

Recordé la lección que aquella mujer me dio en el río mientras soñaba y sólo pensaba en trasmitir buenas memorias o tener espíritu calmado, mientras lo hacía todas las memorias sobre el viaje desde que empezó comenzaban a fluir y sentí cómo por un momento poder salía de mis manos, en ese instante abrí los ojos y pude observar como sucedió de nuevo. Había transmitido memorias al agua. Aquel poder hizo brillar el agua como en el sueño, pero la diferencia es que esta vez estaba despierto y pude ver cómo sucedió realmente. Poco a poco aquel brillo, como si hubiese tomado una corriente y dirección, se fue. Sólo me levanté y regresé adentro.

Historia de un SoñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora