YoonGi pretendía hacerse el chico complicado. Él era consciente que era uno de los alumnos más codiciados de aquella institución, ¿y quién no lo estaría? ¿quién sería capaz de no caer rendido ante los encantos del chico de tez pálida? Min YoonGi era considerado una de las mayores tentaciones.
Se hablaba que era un chico relativamente provocador y peligroso, alguien a quien no le importaba meterse en problemas, pero él no se consideraba de esa manera. Odiaba con todo su ser el verse envuelto en conflictos, y cada vez que se presentaba uno, hacía lo posible para no arreglarlo con golpes de por medio, nunca le fue bien vista la violencia y el practicarla le era totalmente ilógico.
El hecho de que hablasen de él, como todo un rompe corazones, le causaba gracia en demasía. Sinceramente no podía entender a las personas, en sus planes no tenía pensado el ilusionar a todas aquellas chicas que iban tras de él, por esto mismo, siempre que una linda joven se le declaraba, él las rechazaba desde ese mismo instante, no se creía capaz de querer a alguien a quien no le gustara.
Lo único que buscaba era el poder encontrar a su persona especial.
Cuando era pequeño, su madre acostumbraba a contarle historias, en donde la mayoría de veces, se mencionaba a las personas que permanecían conectadas hacia otra, por medio del hilo rojo. Un hilo invisible que permanece atado a ti desde el día que viniste al mundo. Que sin importar cuánto tiempo y distancia haya entre la pareja, este podrá extenderse más no romperse.
Y podrá sonar absurdo para muchos, pero YoonGi creía fervientemente en esta leyenda, creyendo en que el destino se encargará de colocar a la persona indicada en su vida.
Pero no sabía qué tanto tenía que esperar hasta encontrar a ese alguien.
A veces temía en no poder conocerla, o que esta ya estuviese con alguien más, con solo pensarlo, un gran miedo se apoderaba de él.
–YoonGi hyung. –Llamaron a sus espaldas haciéndolo salir de sus pensamientos. JungKook venía corriendo en su dirección, una gran sonrisa se plasmó en su rostro. –Hyung, deberías venir a la fiesta.
Oh sí, la tan anhelada fiesta que realizaba Choi YoungJae cada año. Comenzó a ser una de las más reconocidas desde hace dos años atrás. Sin embargo, YoonGi no se había atrevido a asistir a una de este chico.
–Está bien, iré. –Mencionó, a lo que recibió un abrazo por parte del pelinegro junto a él.
Había algo a lo que YoonGi más amaba participar, y esas eran las fiestas. Era el único momento en donde se permitía despejar de todas las ataduras que cargaba consigo.
Sus clases habían finalizado. El cielo mostraba sus rojizos colores, dándole a conocer a las personas que la noche estaba llegando de a poco.
Mientras iba camino a su casa, siendo acompañado por el azabache, sentía una rara sensación recorriendo todo su cuerpo, asemejándose a aquellas veces en donde los nervios envolvían todo su ser a causa del examen que presentaría. Pero ese día ya no tenía nada más que hacer, entonces, ¿Por qué seguía ese malestar presente?
Ya habían transcurrido dos horas desde el inicio de la fiesta, JungKook se había alejado de él desde que pisó la entrada de la casa, yéndose con un chico que desconocía de su nombre.
Su mirada se paseaba de un lado a otro del lugar, personas moviendo sus cuerpos al compás de la música, otras más en las esquinas, besuqueándose con alguien que recién conocen, sin contar de los cuerpos inertes que yacían en el suelo, sillones y patio, todo a causa del alcohol ingerido.
Sus ojos rogaban por cerrarse, deseaba retirarse e ir a su casa, pero le había prometido a su amigo que lo llevaría nuevamente a su casa, suspirando volteó su mirada al barman.
–Quiero otro vaso. –Pidió con su voz rasposa, había olvidado cuántas veces había tomado cerveza, pero su cuerpo no parecía afectado luego de tantos tragos.
Ya teniendo el vaso entre sus manos, se dedicó a observar el líquido, para proseguir a llevarlo hacia su boca y tragar todo su contenido. Aún no se acostumbraba a aquel sabor, cada vez que lo ingería sentía su garganta arder, como si de ahí fuese, donde se estaba produciendo el mismísimo fuego.
Sintió como un cuerpo se sentaba a su lado en la barra de aquel mini bar.
–Dos Martini, por favor. –Una suave se hizo presente. –Quiero invitar a este lindo joven a un trago. –Mencionó el chico rubio fijando su mirada en el contrario, ofreciéndole una dulce sonrisa.
–¿Para mí? –Preguntó dudoso el peli menta, recibiendo aquella pequeña copa de un aspecto extraño. –Disculpa, pero ¿Quién es usted?
–¿En serio no me recuerdas hyung lindo? –Una risita brotó de sus carnosos labios. –Es una lástima que te olvides de Minnie.
–¡Espera! –Preguntó exaltado. –¿JiMin? ¿Park JiMin? –Sus ojos se abrieron en demasía.
–Con el mismísimo Park JiMin. –Mencionó. Su mirada nunca se despegó de los ojos gatunos del contrario.
–¿Hace cuánto llegaste? –El cuerpo de YoonGi rompió toda la distancia existente, para envolver con sus brazos el cuerpo del moreno.
–Hoy, en la tarde. –Sonrió. –Es bueno volver a verte, hyung.
YoonGi no se esperaba para nada el regreso de su amigo. Hace doce años se habían despedido por cuestiones laborales de los padres de JiMin, y a pesar que el niño, de ese entonces, rogaba con quedarse con la familia Min, su padre no se lo permitió.
De esa forma, tuvieron su último adiós, su última mirada.
Sin duda alguna, JiMin había cambiado, el niño de regordetas mejillas que conoció ya no seguía ahí, ahora ante sus ojos había un joven bien desarrollado, su cuerpo musculoso se hacía notar gracias a aquella camisa que vestía, aquel rostro no tenía rastro alguno del infante, se veía tan maduro, ¿quién lo diría?
–¿Quieres ir a bailar? –Inquirió en un tono coqueto. A lo que JiMin gustosamente aceptó. Tomando la gran mano pálida, lo arrastró hacia la pista de baile.
Aquella noche la habían disfrutado como ningún otra. Ambos jóvenes regocijados por su reencuentro.
Un nuevo sentimiento creciendo en sus interiores.
Disfruten de esta historia. La hice con mucho amor para ustedes, como regalo de mi cumpleaños.
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╰🌻︙ᴀᴄᴄɪᴅᴇɴᴛᴀʟᴍᴇɴᴛᴇ ᴅᴜʟᴄᴇ ➳ ʏᴏᴏɴᴍɪɴ
Fanfiction❝ Min YoonGi era el típico chico popular, el chico perfecto para otros, el causante de muchos suspiros dentro de aquella universidad. YoonGi comenzó a regalarle chocolates, JiMin los aceptaba gustosamente. Pero, ¿quién diría que tras de ese lindo g...