❝ Min YoonGi era el típico chico popular, el chico perfecto para otros, el causante de muchos suspiros dentro de aquella universidad.
YoonGi comenzó a regalarle chocolates, JiMin los aceptaba gustosamente. Pero, ¿quién diría que tras de ese lindo g...
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JiMin gruñó suavemente, mirando amenazante a sus amigos. Le frustraba de cierta manera, que ese par fuesen los que estarían con él durante su tarde.
Y no era que no los quisiera, pero el tener que aguantar cada uno de los comportamientos infantiles de aquella pareja le agobiaba de sobre manera.
Era consciente que JaeMin y RenJun iban a estar como sanguijuelas, o dicho de la mejor manera, estarían pendientes de lo que sucedería ese día, y creía imposible el poder tener al menos un pequeño rato de privacidad con YoonGi.
–Uh, al parecer alguien se despertó con malas ganas. –Mencionó el chino, mientras se acercaba al pequeño bulto debajo de las sábanas.
JiMin se sentía tan agotado, en toda esa semana se había quedado desvelándose todas las noches para poder hacer su tesis y presentarla el día de anterior. Su mal humor había incrementado esos días por el mismo estrés que cargaba consigo mismo.
Y otra de las razones por las cuales se encontraba así era debido a que su novio no se había dignado en al menos llamarle, no importaba si era muy de noche, pero deseaba con todo su ser escuchar aquella voz que causaba estragos en él, pero para su mala suerte, el pálido había estado mucho peor de ocupado, a parte de la prueba final de su universidad, había conseguido un trabajo que se llevaba todo el tiempo de sobra que tenía.
–¿Quién dice que lo estoy? –Inquirió estirando sus músculos tensos.
–¡Claro que lo estás! –Habló JaeMin. –Tu ceño fruncido, esa mirada a punto de aniquilarnos y el tono de voz que usas, lo dan a entender. –Declaró cruzándose de brazos.
–Lo siento. –Soltó en un suspiro. –Ustedes no tienen la culpa de nada, y tratarlos de esta manera no es la más correcta... Solo lo siento, ¿sí? –Puchereó, cerrando y abriendo sus ojitos reiteradas veces, los ojitos de perrito mojado siempre hacía que sus menores se apiadaran de él.
RenJun rió suave ante la tierna imagen de su amigo.
–Bien, quedas perdonado. –Mencionó mientras rodeaba los hombros del contrario. –Hemos traído helado, así pasamos una tarde de amigos, así que apúrate a bajar.
Dicho esto, sus amigos salieron de su habitación, dejándolo solo. Algo que más amaba era el pasar sus días con aquel par, gastar sus ahorros en golosinas y helados, pasando sus tardes solo comiendo hasta más no poder, sin embargo, ese día solo compartiría con ellos muy poco tiempo, pero era el justo para desestresarse.
Unos segundos después, la casa de los Park se había convertido en risas. Los malos chistes de RenJun no se hicieron esperar, haciendo que los dos restantes explotaran con risotadas por sus ocurrencias.
Luego de un rato, decidieron colocar alguna película, no obstante ninguno de los presentes estaba prestándole atención, se encontraban inmersos en su mundo.
