Capítulo IV

229 34 11
                                    

«No puedes dejarme entrar en tu cabeza.
No estoy aquí para hacerte arrodillar,
pero es alabanza lo que obtendré.
No vas a caminar libre, chico»

— Dua Lipa - Hotter Than Hell —

Capítulo IV

I'm Esaú (Yo soy Esaú) —digo, nervioso.

Todos me saludan al unísono.

My English is mediocre, but I hope can you understand me. I real hope so (Mi inglés es mediocre, pero espero que puedan entenderme. Yo real lo espero)...

Los cuatro chicos que siempre me acosan carcajean, se burlan de mí y no sé la razón. Mis manos sudan. Trago para humedecer mi garganta. Entonces el psicólogo regaña a los acosadores, esos del otro día en las duchas. Alzo mi mentón, en lo que un mechón rubio cae en mi frente. Intento parecer frío, fuerte, valiente y poderoso... Quisiera serlo. A veces, fantaseo con tener el mundo a mis pies, tener todo a mi merced, sin permitir que ninguno me lastime cuando estoy sin capas ni filtros, cuando mi parte dañada es perceptible.

It's okay, Esau. You can feel safe (Está bien, Esau. Puedes sentirte seguro) —habla el Dr. Carrey, nuestro psicólogo.

¿Está bien? ¿Puedo sentirme seguro?

¿Cómo se supone que me sienta seguro?

Tengo enfrente a unos tipos que se burlan de mí, de lo que me compone.

—Esaú —corrijo, dejando el miedo de lado—, with an accent on the «u» (con acento en la «u»).

—Oh, wait (Oh, esperen) —interviene, en tono burlón, el acosador castaño que me asustó en las duchas, el jefe de la manada—. What did he say? That sounded very gay to me (¿Qué ha dicho él? Eso me sonó muy gay).

Todos ríen.

¿Sonó cómo?

Muy gay...

—¡Prakash! —exclama el psicólogo, enojado, llamándolo por su nombre—. It's over, you go! (¡Se acabó, vete!).

But (Pero)... —Intenta decir él.

Right now! (¡Ahora mismo!) —Se incorpora, lleno de ira, y señala la puerta del salón.

Prakash desaparece. Al borde de la furia, cruza la plateada puerta de dos hojas. No le gustó nada el hecho de que el Dr. Carrey lo expulsara de la técnica empleada de hoy: viernes de arrepentirse de los errores pasados y pecados cometidos; aunque, según el horario en el papel pegado detrás de la puerta de mi habitación, algunos viernes, en lugar de hacer ésto, realizaremos acampadas, excursiones y más tipos de recreaciones al aire libre. Permanecemos aún en el centro de la sala de reuniones y clases, sentados sobre sillas que forman un círculo. Son las tres y algo de la tarde, supongo.

Mis piernas y mi boca tiemblan, tengo frío. Me abrigo con los brazos, y le obsequio una sonrisa de labios cerrados al psicólogo; como agradecimiento por echar a Prakash y haber dado fin —al menos por hoy— al acoso que me asecha cada día. Él asiente.

Continuamos con la técnica empleada, pese a que no acabé de hablar y, por ello, mi turno fue otorgado a alguien más. El Dr. Carrey confiaba en que yo podía hacerlo, pero después notó mis nervios y se retractó por completo. Cuando el reloj marca las cinco de la tarde, todos aquí nos ponemos de pie y oramos, dando las gracias a Dios, nuestro amo y creador. El inglés aún se me dificulta en la pronunciación, sin embargo, lo intento, trato de remplazar el vacío en mi alma por paz y serenidad.

Más que el paraíso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora