• Capítulo 2 •

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Rivales

La alarma de Lara sonó justamente a las seis de la mañana, la chica tenía que levantarse temprano para ir su trabajo, se quitó las cobijas de encima y estiro todos los músculos de su cuerpo mientras aún se encontraba recostada, movió su cabeza a ambos de sus lados y se despejo de su sueño, motivándose una vez más para salir la cama.

Suspiro un poco y después de tanto pensarlo se incorporó, sentándose en una de las orillas mientras bostezaba, llevó ambas de sus manos a su rostro y tallo sus desgastados ojos los cuales apenas si podían ver algo.

Su oscuridad aun no era completa, Lara aún podía percibir cierta clase de cosas aunque eran un poco borrosas.

Bajo su mirada al suelo y sonrió de forma dulce, demostrando para sí misma que su condición física no le importaba, estaba viva y era feliz, así como estaba.

Un poco más tarde y como casi siempre llego temprano a su trabajo, miró por algunos segundos la entrada y con un desgastante suspiro tuvo que entrar.

Su trabajo no era difícil, lo difícil era tener que soportar a su jefe.

Lara trabajaba para una compañía que ofrecía servicios de crédito, ella solo tenía que levantar la bocina y conseguir un par de clientes, sin embargo, muchas de las veces le tocaba atender a personas complicadas.

─Descuida ─le dijo su compañera de al lado─, no siempre nos toca tender a personas amables.

En esos instantes Lara volteo a mirarla.

─Sí, lo sé ─contestó a prisa sobándose los hombros─, es solo que hoy... ─dijo aunque casi enseguida fue interrumpida por su jefe.

─Señoritas ─espetó aquel hombre que no le agradaba─. Saben que no me gusta que hablen en horas de trabajo ─aquel sujeto aunque muy joven era estricto por naturaleza─, así que vuelvan a trabajar ─ordenó e inmediatamente las dos volvieron a su lugar, no obstante, aquel hombre se quedó mirando a Lara, se acercó a ella y colocó sus manos sobre sus hombros.

Inmediatamente ella se estremeció, jamás le había gustado la manera en la que Andrew la tocaba o le hablaba.

─Señorita... ─le dijo a uno de sus oídos─. Al parecer se ve algo cansada. Dígame, ¿lo está?

Lara tomo una gran bocanada de aire para lograr contenerse, luego, contesto─: No señor ─dijo nerviosa─. Es solo que... no dormí bien anoche. Discúlpeme por favor.

Al escucharla su jefe torció una maliciosa sonrisa, meneo por unos cuantos segundos la cabeza y finalmente se retiró no sin antes haberle advertido que cuidara de su salud. Por otro lado, Lara agradeció dentro de sí que aquel hombre la soltará.

Suspiro.

Con algo de suerte ella podría conseguirse otro trabajo aunque por el momento tenía que seguir ahí, soportándolo.

Entretanto y en lo que ella atendía llamadas, Edward estaba llegando a cierto gimnasio.

─ ¡Te dije que mantuvieras la guardia! ─exclamaron fuertemente─. ¡No, no, no! ─volvieron a gritar.

Aquel boxeador inexperto que estaba sobre el ring estaba cometiendo muchos errores y eso era algo que su entrenador no soportaba.

─ ¡Mantén la espalda recta cuando golpes! ─le regañó una vez más, sin embargo, aquel hombre era un completo fracaso.

El entrenador suspiro, no tenía caso que se esforzará en dar órdenes que ni siquiera querían seguir así que, se dio la vuelta.

─ ¡Entrenador! ─escuchó a sus espaldas pero no se giró.

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