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Finas gotas de sudor de alojan en su frente, su respiración es acelerada, está exhausto y no es para menos después se pasar todo el maldito día entrenado su cuerpo le comenzaba a implorar piedad, pero pese a ser conciente de que su cuerpo prontamente llegaría al límite él se exigió un poco más y un par de horas más tarde cuando sus músculos comenzaron a entumirce debido al brutal frío de invierno y el cansancio finalmente se dió por satisfecho.

Un baño con agua caliente, una cena llena de proteína y finalmente la comodidad de su cama y fue ahí donde su mente volvió a atormentarlo  con los recuerdos de Sakura y Naruto junto al lago.

El se levantó furioso de la cama y comenzó a dar vueltas en su habitación, pensando, recordando, reviviendo en su mente cada maldito movimiento de las manos de Naruto sobre el cuerpo de Sakura.

No se suponía que debía ser así, ella debió amarlo solo a él, sus besos, sus sonrisas, sus caricias debían ser solo para él pero ella se las dió al imbécil de Naruto y eso lo hacía enfermar, su corazón comenzó a bombear sangre más y más rápido, sus manos hormigueaban, se sentía ancioso y con un molesto dolor en el pecho.

Y no se supone que el tenga que sentir ese dolor por culpa de ella y Naruto una de las razones para dejar la aldea fue justamente para cortar de Tajo esos estúpidos sentimientos que comenzaban a florecer en su joven corazón y amenazaban con ganar terreno al de la venganza.

El amor.

El cariño.

Los celos.

La calidez de nuevamente tener una "familia".

Sin duda aquello no era para él, Sasuke entendió que lo único que lograría al permanecer en la aldea sería nada, y él definitivamente no quería eso.

Creyó que todo estaría bien una vez que cortará esos lazos, pensó que sería fácil olvidar los buenos momentos junto a su mejor amigo y mucho más fácil dejar de lado esa extraña obsesión por mirar a Sakura prácticamente todos los malditos días, guardar en su memoria las sonrisas que ella le ofrecía solo a él todas las mañanas al encontrarse en el punto de reunión marcado por Kakashi, el tono de voz de la pelirosa al saludarlo, incluso el tono de voz de esta cuando insistía en invitarlo a comer o pasar el rato después de los entrenamientos...mejor aún, disfrutar cada vez que ella rechazaba a Naruto alegando que su único interés era nadie más que el Uchiha...eso...eso sin duda era algo a lo que Sasuke se había vuelto adicto.

Y ahora después de años lejos de esos lazos volvía a sentirse así, deseoso por ver a Sakura, añoraba tocarla, hacer exactamente lo mismo que Naruto había intentado hacer con ella pero...su orgullo, su maldito orgullo e inestabilidad mental le obligaba a actuar de otra forma. La ira al ver lo que sus antiguos compañeros de equipo estaban haciendo a orillas de ese lago hizo que Sasuke por un momento perdiera la razón, enloquecido descargo todo ese odió, todo el dolor, todo el maldito resentimiento en Naruto, la razón lo golpeó una vez que se percato de que el rubio ya no respiraba.

Sasuke había matado a Naruto, el lazo más fuerte que tenía con la aldea ya no existía más y todo por las faldas de una mujer.

Presa de la frustración, Sasuke comenzó a gritar el nombre Jūgo quien no tardó mucho en irrumpir en la habitación de Sasuke.

—¿En qué puedo servir?

El hombre hizo una reverencia frente a Sasuke, no por miedo... él lo hacía por respeto.

—La ropa que ella traía cuando la traje del bosque, traerla y dile a Karin que necesito verla.— la voz gruesa y varonil de Sasuke hizo eco dentro de la habitación, Jūgo asintió con la cabeza para posteriormente retirarse.

EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora