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La gente se movía a empujones, y no había suficiente espacio para caminar. Personas con cámaras nos tomaban fotos y grababan vídeos. Gritos, aplausos, llantos. Era una multitud grandísima de personas a las que no conocía, y realmente quería estar en casa. Podríamos haber pasado el año nuevo en casa de Taylor, cenando y viendo nuestras últimas películas, pero habíamos decidido que esa sería la opción más dolorosa. No podíamos permitirnos que la despedida estuviera llena de lágrimas otra vez o nuestros agentes querrían encadenarnos, y no podíamos hacerlo. Yo amaba a alguien que me esperaba en un pequeño apartamento en Inglaterra, y ella necesitaba encontrar a alguien a quien amar de verdad. No más nudos.

El reloj marcaba las once  cincuenta y nueve; la cuenta regresiva comenzaría en cualquier momento. La gente aplaudía y celebraba, festejaban el año que comenzaría en cuestión de segundos. Yo abrazaba a Taylor. Sería la última vez que lo haría, nuestro adiós susurrado. Ella respiraba con fuerza y se secaba un par de lágrimas. Ambos estábamos dolidos.

¡Diez! La gente comenzó a gritar emocionada. ¡Nueve! Algunas cajas con anillos de compromiso estaban listas. ¡Ocho! Algunas noticias estaban por ser contadas. ¡Siete! La euforia se sentía en el ambiente. ¡Seis! Nuevo año. ¡Cinco! Nueva vida. ¡Cuatro! Nuevas personas. ¡Tres! Nuevos lugares. ¡Dos! Nuevos contratos. ¡Uno! Le dije adiós a Taylor, y ella me besó. Fue un beso sumamente corto, y sin sentido. Ninguno de los dos tenía sentimientos por el otro, más que una fuerte amistad que permanecería a través de mensajes de texto y llamadas. Intenté sonreír pero solo formé una mueca de disgusto; ella intentó sonreír y lo logró. La abracé y le susurré "¡Feliz año nuevo, Swift!" en su oído. "¡Feliz año nuevo, Styles!", respondió. El beso sellaba la finalización del contrato. 

En el aeropuerto, no había nadie. Fotógrafos, reporteros, no había señal de vida más que Ben y yo. Era dos de Enero, y eran las dos de la madrugada; todos seguían celebrando, probablemente, y eso era bueno para mí.

"¡Contrato terminado!" Se leía en la pantalla. De: Tomlinson, Louis. Responder. Borrar. Toqué responder, y redacté mi mensaje.

"¿Y tú contrato cuándo terminará?"

"¿Qué te sucede?"

"Nada, Louis. Estoy harto."

"¿De mí?"

"De todos, menos de ti."

"Estaremos bien, Harry."

"¿Ya estamos fuera de peligro?"

"Aún no."

Bloquee la pantalla de contacto, y cubrí el rostro con mis manos. No lloré, porque no tenía fuerzas; simplemente cerré los ojos, y suspiré. ¿Qué significaba que aún no estábamos fuera de peligro? ¿Aún no? Entonces, ¿cuándo? Quería tomar el avión y correr al apartamento. Quería gritarle a Louis que estaba harto y llorar, y decirle que acabáramos con eso de una vez. Quería ponerlo en libertad.

El teléfono vibraba en mi bolsillo, y cuando lo saqué titilaba el nombre de Tomlinson, Louis en la pantalla. Contesté.

— Louis.

— Harry. —Suspiró, y sabía que algo iba mal— Tengo que salir mañana por la mañana.

— ¿A dónde irán?

— Iremos a España. Lo siento Harry, sabes que no me gusta tener que salir con ella cuando podría estar contigo.

— Lo sé, no te preocupes. Todo estará bien. —Sabía que no iba a estar bien. Me tendría que quedar en casa, fingir que las bolsas bajo los ojos y el dolor que sentía eran por la falsa ruptura de la falsa relación con Taylor, cuando eran por Louis. Pero tendría que cerrar la boca, porque era su turno de actuar. Y lo había sabido desde el momento en que acepté ir a Estados Unidos con Ben; desde el momento en que Louis sonrió y firmó el papel, desde el momento en que atamos las dos cuerdas y formamos este nudo. Había sabido que después de mi contrato, venía el suyo. Y tenía que sufrirlo en silencio— ¿Louis?

— ¿Si? —Su voz era suave. Probablemente estaría desayunando, acostado en nuestra cama, viendo televisión. Tal vez estaría comiendo una porción de pizza de la noche anterior, porque así era él. Y era perfecto.

— Te quiero. —Le dije. Necesitaba decirle que lo quería antes de que fuera tarde; antes de que se fuera y no lo viera en nuestro corto período de vacaciones antes de volver a los escenarios.

— Y yo te quiero a ti, Harry. —La línea quedó en silencio. Escuchaba su respiración y él escuchaba la mía. Eso era todo. No necesitábamos palabras, no necesitábamos nada. Era como si estuviéramos tendidos uno al lado del otro, escuchando nuestras respiraciones.

El altavoz anunció que mi vuelo estaba por partir. Me despedí de Louis y le prometí enviarle un texto cuando llegara al apartamento. Le deseé un buen viaje, y colgué. El vacío y su ausencia comenzaban a palparse.

No había visto a Taylor desde la noche de año nuevo, y no esperaba hacerlo. El contrato había terminado y, con él, nuestra interacción. No quería irme sin despedirme, pero no podía hacer nada. Ella sería como una estrella a partir de ese momento. Una estrella que brilla en la lejanía sin saber que la observas, que admiras cómo ilumina al mundo. Ella sería grande, muy grande, y triunfaría en todo lo que hiciera, estaba seguro. Y yo la apoyaría; siempre lo haría. Estábamos juntos en este infierno.

Ben tocó mi hombro y dijo que era hora de marcharse y dejar atrás otro contrato. Quise mirarlo y decirle que ella no era otro contrato, que ella se había convertido en una amiga, en un alma que entiende y sufre lo mismo que yo, y que no era otro error más. Taylor no era otro error. Podían llamarla zorra, perra, todo lo que la gente quisiera decirle, pero nadie jamás sabría la verdad. Yo quería a Taylor.

— Harry —Ben llamó, y giré para mirarlo. Él señalaba hacia alguien que se dirigía hacia nosotros. Vestía de negro, y venía con un beanie negro. No sabía de quién se trataba.

— Subamos rápido —le dije.

— ¡Harry! —Su voz. Era Taylor. Me di la vuelta y la miré; venía cubierta hasta las pestañas para no ser reconocida. Dio un corto trote, y cuando estuvo a mi lado la abracé— No podía dejar que te fueras sin despedirme.

— Pensé que te quedarías en tu casa, Taylor.

— Yo también —rió—. Gracias, Harry. Ha sido un honor ser parte de este juego contigo, y haberlo sufrido con tu apoyo. —Tocó el dije del avión de papel y sonrió— No puedo quedarme mucho tiempo aquí, así que toma —me entregó un trozo de papel doblado—, sé que es una ridiculez pero no se me ocurrió cómo decirte adiós de una mejor manera, así que lo siento. Cuídate.

— Ha sido un honor arder en este infierno contigo —sonreí—. Cuídate, Tay. —La abracé, y procuré disfrutar ese último abrazo. A partir de ese momento seríamos como carnada para tiburones; no podríamos juntarnos a platicar, a pasar el rato, ni podríamos hablar por las redes sociales. Nuestro contacto tendría que desaparecer, o por lo menos tendríamos que hacer parecer eso.

Me separé del abrazo, y subí al avión. Ella se quedó de pie en el aeropuerto dos segundos, y luego desapareció. Fue un placer, fue un gusto, fue un honor. Saqué el papel de mi bolsillo y lo desdoblé. La letra de Taylor era fina y definida.

Mirándolo ahora, todo parece tan sencillo. Estábamos sentados en tu sofá, lo recuerdo. Tú tomaste una foto de nosotros; entonces, lo descubriste. El resto del mundo era en blanco y negro, pero nosotros girábamos en colores. Y recuerdo que pensé "¿ya estamos fuera de peligro?" "¿ya estamos a salvo?".

Mirándolo ahora, el Diciembre pasado, fuimos destinados a caer, así que caeremos juntos de nuevo. Tu collar colgaba de mi cuello, la noche en la que no podíamos olvidar, cuando decidimos mover los muebles para bailar, cariño, como si tuviéramos una oportunidad. Dos aviones de papel volando.

Cuando tú empezaste a llorar, cariño, yo también lo hice; pero cuando salió el sol, yo te estaba mirando a ti. Recuerdo cuando no podías llegar a lo alto, salí y dije "te estoy poniendo en libertad"; pero los monstruos resultaron ser solo árboles, y cuando el sol salió tú me estabas mirando a mí. Lo recuerdo.

Mirándolo ahora, todo parece tan sencillo. Las preguntas son en blanco y negro, y las respuestas a colores.

Ya estamos fuera de peligro, Harry. 

OUT OF THE WOODS [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora