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Narra gabriela

La alarma para ir al colegio sonó a las 6 am, pero decidí apagarla y seguir durmiendo media hora más. No me quería levantar, y tampoco tenía ganas de ir al colegio, pero debía hacerlo si quería tener faltas para las vacaciones.

Ni bien volví a apoyar la cabeza en la almohada, lo que había pasado el día anterior volvió a mi mente, y pude ver la cara golpeada de mariano, y hasta escuchar a mi hermano gritando. No pude volver a dormirme.

Frustrada me levante, me puse las pantuflas y camine hasta el baño que había en mi habitación. Me mire en el espejo, y decidí pegarme una ducha. Estaba horrible, tenía todo el pelo enredado, ojeras, y me sentía sucia. Me había levantado con muy poca autoestima.

Cuando por fin termine de arreglarme, y ponerme el uniforme espantoso del colegio, agarre mi mochila, las tazas de café que habíamos tomado con juana, y baje las escaleras con todo encima.

Me detuve al ver la luz de la cocina prendida y al oler pan tostado. Entre a la cocina confundida, abriendo la puerta con el codo—ya que tenía las manos ocupadas para hacerlo—, y pude ver a mi hermano de espaldas preparando el desayuno.

Me sorprendí al verlo despierto, el siempre dormía hasta la una de la tarde cuando yo volvía del colegio y almorzábamos juntos, si es que el se encontraba en casa. Pero hoy no era así. Hasta llegue a pensar que no había dormido en toda la noche, porque estaba en pijama y con el pelo todo alborotado.

Cuando escucho que deje la mochila en una silla y las tazas en el lava platos, se dio vuelta y me miro.

-Buen día-dijo algo vergonzoso.

-¿Buen día? -pregunte con el entrecejo fruncido.

-Ya se que es raro que esté haciendo esto-admitió y se acercó a mi con la mirada baja.

-Muy raro-lo corregí.

-Es que hoy quería desayunar con vos-me respondió volviendo a su lugar de antes para sacar dos cafés con leche del microondas.

-¿Y a que se debe?-Pregunte sentándome en una silla y apoyando mis brazos sobre la mesa.

-A que ayer te hice pasar un mal momento-respondió con un poco de dificultad y sin mirarme, mientras dejaba las tazas sobre la mesa-No tenías que verme así.

No supe bien que decir, por eso ambos nos quedamos en silencio unos segundos. Era cierto que me había hecho sentir muy mal, y que verlo tan enojado me había asustado, pero al final del día seguía siendo mi hermano, y lo único que quería era protegerme.

-No te voy a decir que no la pase horrible, pero no estoy enojada con vos-respondí mirándolo a los ojos, con una voz tranquila.

-Igual, estuve como el orto porque te hice sentir mal, y es lo único que no quiero-dijo levantando la vista y mirándome apenado-Yo intento cuidarte, pero es solo que a veces no se como, y me voy a la mierda-agregó y volvió a bajar la mirada. Podía sentir su arrepentimiento aunque él intentara disimular.

Escucharlo, verlo así de triste, y pensar que se siente mal por no saber cuidarme cuando en realidad ese no debería ser su trabajo me rompió en mil pedacitos. El tendría que poder vivir libre, estar con sus amigos, hacer música, salir, y no tener que preocuparse por mi, ni estar detrás de mi todo el tiempo.

Darkness |Lit killah|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora