OS de GTA V Roleplay Gustabowl

Segistabo

Aclaraciones:

AU!Omegaverse

Gustabo: omega

Segismundo: alfa

Contiene Mpreg

sad xk quiero matarme.

cursi xk estoy cursi fakiu

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Suspiró, pasando sus manitas por su abultado vientre, hacía suaves movimientos circulares, acariciándolo en busca de calmar al pequeño ser que habitaba en dentro de su ser que se removía al sentir las turbulentas emociones de su padre.

El fuerte aroma a canela del alfa a su lado le fastidiaba, parecía que el cabrón de imponer su dominancia a partir de infectar sus fosas nasales de su asqueroso olor (no que la canela le molestase, sencillamente le molestaba que ese tipo oliera a canela). Rodó los ojos fastidiado, algunos alfas podían ser realmente estúpidos, se notaba que el tipo no sabía de quien era él (y prefería que se mantuviera así), seguramente si hubiese aceptado ser acompañado por su padre el hijo de perro tendría la cola entre las patas.

Llegaron a su destino, la puerta de metal reforzado los separaba, y el guardia sacaba el manojo de llaves para abrirla, sus manos comenzaron a sudar y su corazón a latir con rapidez gracias a la anticipación, su destinado le esperaba tras esa puerta.

En ocasiones agradecía ser hijo del superintendente, pues gracias a él ahora tenía la oportunidad de estar junto a su amado por treinta minutos seguidos, en una habitación con las cámaras apagadas y con la oportunidad de tocarse sin que un guardia o unas esposas se interpusieran en su camino.

Entró, su corazón dio un brinco cuando por fin pudo oler el dulce olor a fresas y grama fresca de su amado, en menos de un segundo ya estaba entre sus blancos, sus aromas mezclándose tras demasiado tiempo sin verse. Pequeñas lágrimas traicioneras se acumularon en su mirada, su aroma a miel y limón volviéndose más dulce de lo usual.

─ Te extrañé demasiado ─ . Fue el primero en hablar, sin vergüenza alguna, haciendo que el alfa se encorvara para poder tomar su carita entre sus manos y mirar a sus preciosos ojos de cachorro. ─ No te imaginas cuanto ─.

Observó el rostro de su alfa con adoración, guardando cada detalle en su memoria, sin saber cuanto pasaría hasta que se pudieran volver a ver. Sus bonitos ojos negros, que le veían con el mismo amor y devoción que los propios expresaban, su piel clara, su cabello azabache, sus marcas de expresión. Todo él era precioso y no podía estar más feliz de estar a su lado, su lazo vibraba haciéndose más fuerte y profundo.

Notó magulladuras en la piel de su Segis, y también pequeños cortes que comenzaban a cicatrizar para que en un futuro cercano desaparecieran sin dejar indicios de que alguna vez estuvieron ahí. Frunció el ceño preocupado, sin embargo, no le regañaría, no quería arruinar el momento, así que simplemente se dedicó a plantar pequeños besitos en todo su rostro y lamer con cuidado las heridas que se veían más frescas, pues la saliva de los omegas tiene elementos curativos que se activan una vez son marcados que ayudan a acelerar el proceso de curación.

Las manos del alfa rodearon su cintura y se deslizaron por debajo de su ropa hasta tocar su piel, hasta llegar a su vientre y abrazarle repartiendo caricias llenas de cariño por este. Por un momento se sintió como si estuviesen en la intimidad de su hogar, por un momento se sintió somo si todo estuviese bien.

─ ¿Cómo están los niños? ─ La suave voz del azabache lo sacó de sus pensamientos, el más alto repartía besitos por su cuello y hombros sin segundas intenciones.