Capítulo XV: ''El mito de Lilith''

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-La tenue luz bermellón entra por los vitrales del domo del gran salón, los cambiones por fin han llegado a los dominios de Lilith o también llamado el archiducado de los Lilim. La archiduquesa se encuentra frente a aquellos cinco cambiones, quienes habían luchado contra toda clases de desventuras y fatalidades, para llegar al sexto estrato en busca de su incansable misión.

Lilith: hijos míos, cambiones del Edén... ¿Cómo han llegado hasta aquí?

Aaren: hemos pasado toda clase de adversidades, gran matriarca. Nos hemos enfrentado a los mismísimos regentes infernales, con tal de pasar de un estrato hacia otro. Asmodeo nos dijo que tu podrías ayudarnos.

Lilith: pasen, hijos míos, es mejor que hablemos dentro de mis aposentos.

-Los cambiones y la archiduquesa entran a los aposentos y cierra las puertas para que ningún otro lilim o ser pueda escuchar lo que a continuación estarán por hablar. El esplendoroso lugar estaba decorado con lo que parece ser finas telas de seda de color lila y algunos vitrales con figuras femeninas de guerreras, pensadoras y artistas. En el centro hay un modesto trono dorado con el símbolo de la matriarca en su espaldar, donde ella se sienta para hablar con los cambiones. Bhavani y Anette quedan deslumbradas con la belleza de aquel magnífico aposento.

Lilith: ahora bien, hijos míos. ¿En qué puedo ayudarles?

Aaren: hemos venido hasta estos dominios porque necesitamos su ayuda para rescatar a nuestros seres queridos. Unos demonios se llevaron sus almas y debemos encontrarlos.

Lilith: sé de la tribulación de cambiones, yo y los Grigori nunca estuvimos de acuerdo con esta. Lo vimos como una verdadera barbaridad, ya que ustedes son nuestros descendientes, por mucho que también lo sean de los repugnantes hijos de Adán. Yo y Semyaza, líder de los Grigori, nos negamos en rotundo a que se llevara a cabo, pero la corte del Lucifer y el arcángel Uriel hicieron un acuerdo poco después del inicio de los tiempos. Los ángeles tienen órdenes de matar a cien de mis hijos cada día y los demonios odian a los cambiones, por ser considerados seres mestizos e inmundos. La corte, en aquel entonces conformada por distintos marqueses y archiduques, acordaron que la tribulación de cambiones se llevara a cabo cada 6660 años infernales, lo que equivale a 666 años en su mundo. La siguiente tribulación estaba prevista dentro de 166 años de su mundo, pero se adelantó por órdenes de Beelzebub. Todos votaron a favor que hubiera una nueva tribulación, a excepción de los Grigori y nosotros, los Lilim. Realmente lamento mucho que les hagan esto. Desde que Beelzebub llegó al poder, este se ha puesto muy paranoico, piensa que las legiones y archiducados se levantarán contra él, así como pasó hace más de 4600 años infernales. Muchos marqueses, duques y condes que defendían la figura de Lucifer se rebelaron contra Beelzebub, a quien no querían como Baal. Mucha de la nobleza infernal de aquel entonces, que se reveló contra él fue petrificada y llevada a la gran torre de Babel, donde algunos fueron coleccionados y otros fueron arrojados al abismo de Gomorrah. Todo aquel que se revelara, corría con el mismo destino, razón por la cual me negué a ayudar a los Grigori, cuando estos me pidieron que uniéramos fuerzas para destronar al Baal. No quería poner en peligro a mis lilim.

Bhavani: ¿Y cómo llegaste hasta este lugar? ¿Eres un ángel caído como los otros demonios?

Aaren: no, Bhavani. Ella es mucho más que un ángel, es la primera mujer.

Lilith: así es, mi pequeño vástago. Yo fui la primera esposa de Adán. déjenme contarles mi historia, por si no la conocen. En un principio, en el hermoso jardín del Edén, fueron creadas las criaturas y seres que formarían parte del mundo. Entre ellos, fuimos formados Adán y yo, del mismo barro y al mismo tiempo. Fuimos creados a semejanza de otros animales y de Yahvé, para poblar la tierra como él lo quería. Todo iba muy bien, los animales eran sumamente dóciles y mansos, los árboles daban hermosos y jugosos frutos y el agua era tan cristalina como el mismo cielo. Todo era maravilloso, hasta que Adán un día quiso someterme a mantener relaciones con él, sin pedir mi consentimiento. Yo me negué en rotundo, él quería que yo me sometiera a su voluntad y lo empuje lejos de mí. Corrí hacia Yahvé y le dije lo que había pasado, él me dijo que perdonara a su hijo y que no volvería a hacer semejante cosa. Me alejé de Adán y él ya no se acercó a mí de nuevo. Luego me trajo frutos para disculparse por lo que había hecho, yo lo acepté y nuevamente comenzamos a llevarnos mejor. Hasta que un día Yahvé, quiso que diéramos nombre a las criaturas que habitaban el Edén. Adán quería ponerles el nombre de su capricho, pero yo no estaba de acuerdo. Al final, Yahvé aceptó muchos de los nombres de Adán, sin tomar mi opinión en cuenta, cosa que me molestó, pero pasé por alto. Luego, recolectábamos frutos y él siempre quería más para sí mismo, intentando mandarme a traer más. La gota que derramó el vaso fue cuando Adán me tomó del hombro e intentó someterme para meter su falo en mi boca, cosa que me parecía ofensiva. Yo me negué a tal cosa, él me lanzó al suelo y entonces dijo: -sométete a mí, mujer-. Yo por mi parte dije: - ¿Por qué he de someterme a ti? Fui también hecha de barro y por lo tanto soy tu igual-. Adán intentó de nuevo someterme y esta vez quiso forzarme a mantener relaciones con él. Entonces lo empuje con todas mis fuerzas y corrí hacia Yahvé una vez más, cansada de que él quisiera imponer siempre su voluntad sobre la mía. Le supliqué que hablara con Adán para que pudiéramos convivir, con lo que Yahvé me brindó un poder que a Adán no, el poder volar cuando exclamo su nombre. Me lo dio con una condición, que llevara a nuestros vástagos en mi vientre y Adán cuidaría de ellos. Acepté en un principio, creyendo que todo marcharía bien. Pero un día cuando dormía, él se echó encima de mí y nuevamente intentó someterme. Me tomó de ambos brazos y abrió mis piernas para poner las suyas encima, intentando inmovilizarme y me tapó la boca para no clamar por ayuda a Yahvé. Al no soportar más, logré quitar sus manos sobre mi boca, con las cuales casi me ahoga y exclamé el nombre de dios, saliendo como un rayo de luz fuera del Edén. Entonces llegué a un extraño lugar, llamado el Mar Rojo, en una hermosa playa donde pude morar con tranquilidad, aquella que Adán me negó siempre. Por desgracia la felicidad duraría muy poco, pues Adán se puso muy triste, comenzando a llorar por mi ausencia. En su desesperación, copuló con todas las criaturas del jardín, pero no conseguía placer con ninguna. Como un niño llorón, se quejó con Yahvé y pidió que yo regresara al jardín. Para ello, envió a tres ángeles: Senoy, Sansenoy y Semangelof. Ellos intentaron persuadirme a regresar, casi a la fuerza, pero yo me negué en rotundo a volver. Tras mi negativa, Yahvé le hizo una nueva compañera a Adán, Eva, a la que sí logró someter. Esta era sumisa para con él y desde entonces iniciaría toda una era de sufrimiento para las féminas, siendo tratadas como propiedad y algo que se le asemeja al hombre, pero no como iguales ni algo más. Preferí abandonar el Edén, que renunciar a ser yo misma. Al llegar al mar Rojo, conocí a uno de los demonios desterrados del paraíso, Samael, conocido como ''el veneno de dios''. El sentía un profundo e insaciable rencor contra los humanos, considerándolos como algo inferior, indignos de arrodillarse ante ellos. También les tenía una inmencionable envidia por haber sido dotados de los privilegios de nacer en la carne y haber heredado el hermoso mundo que Yahvé había creado especialmente para ellos. Yo también quería vengarme de Adán, por salirse con la suya y no dejaría las cosas así, pues él tenía que pagar caro por no haberme tratado como su igual. Samael entonces, quería descubrir la forma de vengarse de la creación de Yahvé y yo sabía cómo. Recordé que había un fruto en el jardín, uno que no podíamos comer. Fue entonces que le propuse a Samael, que se transformara en serpiente y tentara a Adán a comer del fruto prohibido. Por desgracia, él prefirió tentar a Eva, de quien sintió una perdida atracción. Ella comió y el enclenque Adán también cayó en la tentación poco después. Muchos dicen que fui yo quien tentó a Eva, pero fueron Lucifer y Samael para vengarse con Yahvé por la derrota en la gran rebelión. Lucifer sería el cuerpo de la serpiente y Samael, la voz de la tentación. Con este último, tuvimos una desenfrenada historia de pasión y él llegó a verme como su igual, a pesar de nuestras diferencias. De esta unión, surgieron los Vroucolaques, conocidos más como los vampiros, hijos míos de los que estoy profundamente decepcionada, al ser vengativos, sanguinarios y estrictamente rígidos. Luego conocí a Asmodeo, con quien tuve un agitado romance, de quien estuve perdidamente enamorada, pero él era muy infiel. Se acostaba con lo que sea que se moviera y nuestra relación no tenía ningún sentido, más que buscar placer. De esta unión surgieron mis amados y predilectos hijos: los íncubos y súcubos. Al negarme a volver al Edén y unirme a los demonios, Yahvé lanzó un castigo sobre mí, matando a cien de mis hijos cada día, solo por haber buscado mi libertad. Al mismo tiempo, yo también hice una terrible proclamación: yo mataría a cien de los descendientes de Adán cada día y gracias a mis secuaces, la hice realidad. Aunque el derramamiento de sangre sin sentido me parece inservible, mi sed de justicia no me daba otra opción. Y así es como surge mi mito.

Incubus - El Origen de los CambionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora