Capítulo XII: ''Vidas pasadas''

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-Innumerables vórtices relampagueantes yacen entre los confines del distorsionado Gehena, donde toda esperanza parece haberse desvanecido. A su vez pueden verse espeluznantes ojos gigantes de serpiente en todas direcciones vigilando el lugar desde lo alto, quien en realidad es el demonio Agalariept; vigilante de Asmodeo y del estrato. Este es conocido como ''el que tiene el poder de descubrir todos los secretos'' al tener el don de la omnipresencia en sus dominios. Se dice que también tiene la habilidad de ver a través de los humanos y desvelar los más perversos y sucios secretos.

-Los cambiones han dejado de existir en un plano físico tal y como se percibe en nuestro mundo, pasando a ser conciencias omnipresentes en la distorsión. La conciencia de Aaren ahora viaja por un portal turbulento y llega hasta el año 1891, en lo que parece ser el Congo durante la colonización del rey Leopoldo II de Bélgica. Podían verse los soldados belgas montados en caballos y una fila de esclavos congoleños hincados con los brazos amarrados hacia atrás. Aaren se encarnaba en una mujer congoleña de esa fila, quien no tenía la mano izquierda, porque uno de los soldados ya se la había cortado por no haber recogido suficiente caucho en días anteriores. Estos esclavos serían ejecutados por órdenes del mismo rey belga por haber liderado una revuelta para exigir su libertad, sin embargo, esta resultó abatida por los soldados. El sargento ordena a sus soldados dar muerte a los esclavos, siendo solo una pequeña muestra de la crueldad que se vivió en esta época.

Sargento: (a los esclavos) misérables sauvages. Ils seront exécutés pour s'être révélés contre le domaine du roi. (al soldado) Leur tirer dessus.

El soldado les dispara uno por uno y Aaren siente una profunda indignación al ver cómo eran tratadas estas personas, pero a su vez, siente el terror de la esclava que la paraliza al sentir venir la muerte. El soldado belga llega hasta Aaren y le dispara justo en la cabeza. Al morir la persona en la que su conciencia encarnó, pasa a otra época, concretamente en 1536, en Londres, Inglaterra. La conciencia de Aaren habría recaído esta vez en el cuerpo de lo que parece ser Ana Bolena, justo en sus últimos momentos de vida antes de su inminente ejecución a manos de su esposo, Enrique VIII. Una de sus damas de compañía, sollozando en llanto, le coloca una delicada venda blanca para cubrirle los ojos. Ana llevaba puesta traje de corte muy bajo, de damasco gris o negro, con una enagua roja que le cubría hasta los tobillos. Aaren no sabe qué está pasando en esos momentos, pero podía ver hacia abajo aún con la venda puesta con cierto reojo. La reina se pone de rodillas juntando sus manos y es cuando el verdugo, Jean Rombaud, finge haber perdido su espada para darle unos minutos de esperanza a Ana. Este se quita los zapatos, caminando solo en calcetines para que la reina no escuche sus pasos.

Jean Rombaud: Garçon!... Mon épée!

-Gente entre los espectadores puede verse llorando y otros con una expresión de lamento y pena por Ana. Tras unos instantes de un inoportuno silencio, el ejecutor blande su espada sin que Ana se diera cuenta y su cabeza es cortada con un rápido y frío corte, mientras Aaren siente el dolor por la afilada espada pasando por el cuello de la ejecutada donde yacía su conciencia. Una de las damas, da un despavorido grito de terror al ver la cabeza de su señora en el ensangrentado piso y la conmoción puede sentirse en los espectadores. Poco a poco la conciencia de Aaren deja el cuerpo sin cabeza de Ana para pasar a otra época, en el cuerpo de otro personaje histórico, llamada Hipátia de Alejandría. Esta era una filósofa, científica y maestra griega que vivió en el siglo V en Alejandría, Egipto. La conciencia de Aaren ahora yace en su cuerpo, que se encuentra camino a su casa en un fino y a la vez rústico carruaje en la polvosas calles de la antigua ciudad. Eran eso de las tres de la tarde, con un cielo sin nubes y un sofocante calor. Repentinamente, aparecen una horda de hombres vestidos de negro con cruces cristianas en sus cuellos e impiden el paso a la filósofa. Dos de ellos toman a Hipátia de cada brazo y la empujan hacia el suelo. Uno de ellos se llamaba Pedro, quien lideraba la horda de cristianos fanáticos instigados por Cirilo de Alejandría al culparla de herejía y hechicería, quien era el patriarca eclesiástico de dicha ciudad y enemigo de Hipatia.

Incubus - El Origen de los CambionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora