Capítulo XI: ''La morada de Behemoth''

7 4 0
                                    


-Secos vientos soplan en aquellas exánimes arenas que conforman el Dandain y solo pueden verse unas escasas almas que se escabullen con el viento. Los cambiones han deambulado en este desierto por lo que parecen haber sido horas y horas sin cesar. Sólo con la compañía de aquella lúgubre luna que parece observarlos sin ninguna compasión. Pareciera que este desierto estuviera totalmente deshabitado y que ningún ser podría o quisiera morar en el desolado lugar. Poco a poco a los cambiones los invade una sensación de acidia y flojedad, que provoca que ya no quieran seguir vagando por aquellas áridas dunas.

Gaspard: ¡Dios! Llevamos caminando horas y no encontramos absolutamente nada. Solo esas lucitas flotantes y no sé a ustedes, pero ya no puedo más con esa luna observándome.

Anette: ¡Ay ya deja de quejarte!

Aaren: esos orbes son almas condenadas.

Gaspard: (muestra una expresión de espanto) ¿Qué?, no puede ser.

Aaren: puedo sentir que son almas que no fueron malas ni buenas. Solo se mostraron indiferentes ante los problemas de los demás.

Anette: ya ves a dónde vendrás a parar si no bajas la tapa del baño.

Gaspard: ¡Ay, cállate!

-Mientras tanto, Bhavani y Tzeitel mantienen una entretenida conversación un tanto alejadas del resto, compartiendo ciertas cosas una de la otra y descubren que tienen algunas cosas en común.

Tzeitel: ¿Entonces has venido hasta aquí para rescatar el alma de tu hijo?

Bhavani: así es, créeme es un verdadero tormento no tener a mi Ranjit. Una curandera me dijo que él estaba atrapado aquí y me ayudó a venir a este lugar. Me mencionó que era probable que yo muriera y no consiguiera rescatarlo, pero nadie sabía lo que tenía mi pequeño. Ni siquiera los doctores podían descubrir que le pasaba, pero ahora siento que estoy cada vez más cerca de él.

Tzeitel: te comprendo más que nadie, yo también vengo a rescatar el alma de mi hija, Shira.

Bhavani: es cruel cómo toman el alma de un niño indefenso y nos hacen venir hasta acá. Jamás permitiría que mi pequeño quedara atrapado en este lugar, estaría dispuesta incluso a que él salga en mi lugar, si fuera necesario.

Tzeitel: pienso lo mismo. Como madre, siempre estás dispuesta a darlo todo, aunque a veces no parezca lo mejor para ti.

Bhavani: ¿Y a qué te dedicaste en vida?

Tzeitel: era soldado, peleé en las fuerzas armadas de mi país. Comencé haciendo servicio obligatorio, pero poco a poco me fue gustando cada vez más.

Bhavani: qué estupendo, yo soy policía. Al principio tampoco me llamaba la atención, pero al ver tantas injusticias, una pierde el miedo y decide luchar por lo que es justo.

Tzeitel: veo que tenemos mucho más en común de lo que imaginé.

Bhavani: (sonríe) eso veo ¿Y cómo descubriste tus poderes?

Tzeitel: cuando era niña, mi madre solía llevarme a unos jardines, eran hermosos. Un día vi a una planta muy seca y moribunda. La vi fijamente y cerré los ojos. Frente a mí, la pequeña plantita se regeneró y sacó una preciosa flor. Lo único que sentí haber hecho es imaginar a la plantita volver a la vida. Fue ahí cuando intenté hacer lo mismo con otras plantas, algunas revivían, otras daban frutos, otras florecían; fue hermoso. Cuando crecí descubrí que podía usar ese poder para defenderme y resolver ciertas situaciones. Poco a poco fui resolviendo cada vez más misterios y descubriendo más de mí misma.

Incubus - El Origen de los CambionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora