Aguanieve.

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Zrul llevaba una lampara de aceite y un abrigo blanco que lo cubría hasta los tobillos, caminar con su armadura le dificultaba la movilidad en la nieve.

—De acuerdo al mapa... Debería estar por aquí...

El sonido de aleteos llamo la atención de Zrul.

Varios pavos de pecho inflado, blanco y esponjoso dieron una mirada sin interés a Zrul, y luego desviaron la vista, sus plumas color nieve y rojas eran muy atractivas a ojos de Zrul.

—Podría... no, no tengo hambre.

Tras caminar entre arboles escarchados noto que esta tierra a pesar de ser oscura y fría era muy viva. Varios osos-quitanieve consumían bulbos nevados para luego regresar a sus madrigueras hechas con sus garras. El rugido de osos hambrientos silenciaba el aullido de los lobos y su manada, haciendo a los zorros esconderse en la nieve. Y entre los árboles, búhos y ardillas buscaban alimentarse de frutos y semillas o darles muerte a seres más pequeños.

—¿Qué clase de gente viviría aquí? —Zrul reviso nuevamente el mapa, tal vez lo había leído mal, pensó—.

Mientras observaba el mapa, sintió su abrigo ser jalado, y volteo a ver.

Y ahí estaba, una pequeña niña de pelo blanco, vestida para la vida en la nieve, a Zrul le pareció sumamente extraña.

—¿Qué haces aquí, pequeña? ¿Te has perdido de tus padres?

La pequeña asintió, y se acercó al abrigo de Zrul, su cuerpo estaba muy frio.

—¿Sabes dónde podrían estar? —Zrul metió a la pequeña bajo su abrigo, su armadura estaba cálida—, yo también estoy perdido y me sería útil hablar con alguien.

La niña apunto a una cabaña casi cubierta de nieve en la cima de una montaña.

—Madre estatina.

¿Cómo se había separado tanto de ella? Zrul pensó.

—Agárrate a mi espalda, comenzare a escalar.

Puso la cuerda de la lampara en su cuello, y usando su espada comenzó a escalar por la pendiente. La nieve comenzó a acumularse en su yelmo y su abrigo, la cual la pequeña niña quitaba en un intento de ayudar.

Zrul se agarró al borde de la cima, y con un último esfuerzo subió. La cabaña estaba a un costado del camino que usaban los mercantes, por lo que seguramente Zrul podría obtener información de ella.

Al acercarse vio por la ventana una pequeña vela que iluminaba ligeramente el interior, bajo a la niña de su espalda y toco la puerta.

—¡Madre estatina!

La pequeña decía llamando a la puerta, tras un breve momento y el crujir de la madera debido a pisadas, Estatina llego a la puerta.

Una mujer de aspecto robusto llego a la puerta, vestida al igual que la niña, daba la sensación de ser mucho mayor que su apariencia.

—¡Hija mía!, ¿dónde estabas todo este tiempo?

—¡Madre estatina!, tenía tanto miedo y frio. —La pequeña se aferraba firmemente a Estatina en busca de su calor—.

A Zrul le parecía una preocupación fingida, pero ignoro sus motivos y prosiguió a preguntar lo que le interesaba.

Zrul se agacho un poco debido a su altura, para mostrarle a Estatina su mapa.

—¿Sabe cómo puedo llegar a este lugar?

Zrul señalo un punto cercano a Amarokia, rodeado de montañas y con un punto rojo marcado por Laconia.

La Verdad DescuartizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora