CAPÍTULO IV

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ZORO

Pasé una tarde horrible, no paraba de pensar en las estupideces que le había dicho a Robin, quería pedirle perdón, disculparme con ella, pero no sabía como.
Tash no paraba de atosigarme con el temita, supongo que lo sabe por como Robin salió de aquí, ellas se cuentan muchas cosas, a decir verdad creo que demasiadas.
Por otro lado mi tio en lo único que piensa es en entrenar, en trabajar y en ser un hombre... tengo la cabeza echa un lío.

Me dirijo a mi cuarto, y me tumbo en la cama pensando y pensando. De golpe me viene a la cabeza un regalo que me hizo Robin cuando teníamos 12 años, así que me levanto de la cama y me dispongo a cogerlo. En el primer cajón de mi escritorio. Es un album de fotos de cuando eramos pequeños, salimos juntos en todas ellas.... dios... que preciosa estaba.... cierro el album de golpe y salgo de mi cuarto.

-Zoro, ¿vas a hablar con ella?- que pesada es Tashigi.

-No te importa- contesté.

-Eso es un sí, ¿puedo ir?- me preguntó con una gran sonrisa.

-No- le dije de manera alta y clara.

-¿Porqué no?- menuda pesadilla.

-Pues porque no voy a hablar con ella, dejame en paz. Y por dios ponte algo de ropa encima, ya es de noche- pasé de largo mientras le hablaba de manera vacilona.

-Los bikinis son lo mas comodo del mundo....- me gritó para que la escuchara.

Bajo las escaleras y me dirijo hacia la puerta de salida.

-¿A donde crees que vas?- me preguntó mi tio justo cuando puse mi mano sobre el pomo de la puerta.

-A ver a la señora Nico.- contesté formal y serio.

-5 minutos Zoro.- me dió permiso y tomó un sorbo de su vino tinto.

Me extrañó muchisimo que mi tio me diera permiso, pero me alegré, salí de mi casa para ir a ver a Robin. Cuando estaba justo enfrente de la puerta de su casa me puse nervioso, comencé a sudar, no sabía que hacer, de repente la puerta se abrió.

-¿Zoro?- la señora Nico.

-Si, soy yo, venía para ver como estáis- le sonreí, espero que no sepa nada del tema.

-Vamos Zoro, ven aqui, dame un abrazo- me abrazó mientras me hablaba y yo le correspondí -Que guapo y que grande estás- me sonrío de manera muy tierna, de la manera que una madre le sonrie a su hijo.

-Gracias señora Nico, usted también está muy bien- le sonreí. -Por cierto, ¿está Robin?- pregunté algo nervioso y preocupado.

-Claro, está en su habitación, vamos entra.- apoyó su mano sobre mi espalda invitandome a entrar. -Yo saldre 10 minutos, ¿te quedas a cenar?- preguntó sonriente.

-No, no creo que pueda, pero gracias.- le contesté amable.

-Bueno, pues otro día- alzo su mano para despedirse y salió por la puerta de su casa cerrandola tras ella.

Bien, estoy dentro de la casa, y ahora ¿que hago?, ¿subo las escaleras, no las subo?. Me eche las manos en la cabeza pero finalmente con algo de miedo me decidí a subirlas.
Comencé a subir escaleras mientras observaba la casa, seguía igual, no había cambiado nada.

Sin llamar a la puerta de la habitación de Robin, entro, la veo sentada en la silla de su escritorio con los auriculares puestos y los ojos cerrados, su cabeza estaba apoyada encima de sus brazos que descansaban cruzados sobre el escritorio.
Comienzo de nuevo a sudar.
Junto mis dedos indice y corazón para darle unos toques en el hombro derecho, esto parece funcionar y Robin se mueve, veo como lentamente abre sus ojos dejandome ver ese azul tan intenso que revosaba de ellos.

-¿Que quieres?- me preguntó con desgana mientras se quitaba los auriculares y cambiaba su posición, se levantó y se apoyo en el escritorio frente a mí con el rostro serio.

-Ya sabes que a mi esto no se me da bien- me rasco la cabeza.

-¿El que?- se cruza de brazos.

-Ya sabes.... eso que se dice cuando te arrepientes de algo- dije en voz baja mirando al suelo.

-Quieres decir ¿perdón?- hizo incapie en la ultima palabra.

-Si eso- me relaje, y la miré feliz. -¿Que pasa?- me extrañe porque su rostro y su posición permanecian intactos.

-¿Que qué pasa? ¿enserio? Zoro yo no puedo hablar por ti, ya no tenemos 10 años.- dijo seria. -Dilo- me pidió.

-Vamos Robin, sabes que me cuesta trabajo, siempre lo hemos echo así- intenté convencerla para no tener que decir esas palabras.

-Dilo- me exigió esta vez.

-Joder....- dije por lo bajini. -Lo siento- casi inaudible.

-¿Como dices?- me preguntó.

-Lo siento Robin, lo siento- le dije a la cara en un tono alto, la veo sonreir.

-¿A que no era tan dificil?- sonrió de lado. -Ahora dime por que lo sientes- esto se complica.

-Robin... yo... joder que dificil es esto....- me rasque la cabeza otra vez. - siento mucho haberte mirado las tetas, haberte dicho lo de las curvas y todo eso.- mire al suelo avergonzado.
-pero Robin, yo nunca pensé verte así, es un cambio muy grande y como tu dices no tenemos 10 años... yo ahora me fijo en otras cosas....- dije esto ultimo bajito.

-Zoro, metafóricamente somos hermanos, no puedes mirarme así, aunque te entiendo, yo también te veo distinto, pero yo no te veo como un deseo sexual, como te acabo de decir, te veo como mi hermano.- me sonrió y me acarició el lobalo de la cara. -Te perdono y por cierto tengo un....- fue interrumpida por el sonido de mi móvil, me estaban llamando.

Levanté mi dedo índice y le indiqué que esperara, era mi tio, tenia que contestar.

-Hola, ¿ocurre algo?- pregunté a través del teléfono.

Le hice a Robin un gesto y le puse mala cara, me tenia que ir corriendo.
La dejé sola, después de dos años la he visto 5 minutos. Cuando llegue a la puerta de mi casa me quedé mirando la madera, no me atrevía a entrar, pero finalmente entro en ella, con el pensamiento de que ya sabía lo que me esperaba.
Justo al entrar noté un fuerte golpe en mi cara. Me acababan de abofetear fuermente.

-Lo siento- dije bajo.

-Te dije 5 minutos- mi tio es demasiado estricto con sus normas.
-Olvidate de ellas, centrate en tu casa y en tu familia, centrate en tu entrenamiento y en tus estudios.- me gritó.

-No volverá a pasar- le dije, y con la cabeza gacha me dirigí a las escaleras para subir a mi habitación.


MÁS QUE AMIGOS (PAUSADA-REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora