Mi mayor temor

1.5K 164 9
                                    

Yo creía que luego de ese beso todo cambiaría, pero estaba equivocado.

Desde el día que ocurrió no se habló más de nada, el tema se evitó totalmente y todo parecía indicar que lo que había ocurrido esa tarde iba a quedar cerrado bajo mil llaves, solo me tendría que quedar con la memoria del dulce tacto que el rubio me había dejado que aún hasta la fecha, podía sentir latente en mis belfos.

Soy alguien quien puede entender situaciones y luego de analizarlas solo soltarlas en el aire y ahí dejarlas para no tocarlas nunca mas, pero se trataba de el, el que de la nada hizo algo que yo inconscientemente estuve esperando por tanto tiempo, si tan solo me hubiera dado cuenta antes, si me hubiera dado cuenta de que me había enamorado de mi mejor amigo, del rubio de orbes fucsias, todo hubiera sido tan diferente.

Pero me había propuesto algo, no me dedicaría a perder esto, no después de haber puesto tanto en juego.

Se trataban de sus más sinceros sentimientos que día a día hacían que su corazón doblara sus latidos cada vez que el más pequeño se paseaba al lado suyo.

Aunque tampoco podía evitar que cada vez que este se acercaba a otra persona y le dedicaba una sonrisa, una de esas que solo solía dedicarle a el, se alojaba una sensación amarga en su garganta dejándolo con mala cara por un largo tiempo, ¿podían ser celos? ¿Acaso podía estar celoso de alguien que no era suyo?. Luego de pensarlo un par de veces más, llegó a su decisión, iba a poder estar celoso, ese pingüino iba a ser suyo

Al intentar lograr mi cometido, comencé a idear diversos planes los cuales aunque me tomaron tiempo y muchos cálculos, fallaron.

Me había olvidado de una importante variable que podía hacer que todo el plan fallara estrepitosamente, Nagisa era una persona altamente impredecible, llamen a esa variable torpeza, simpatía, ternura, no importaba que hacía, esos pequeños detalles hacían que todo se fuera directo al caño, dejándome con las manos vacías y con la autoestima rozando el piso, ¿para qué era tan inteligente si eso no me servía para poder ligar con el rubio?

Finalmente luego de pensarlo, me di cuenta de que ese era mi problema, pensaba demasiado para ser algo que envolvía al pequeño, así que lo dejé pasar, me tranquilicé y solo crucé los dedos con la esperanza de que al final este último plan si funcionara.

Dulce como un algodón de azúcar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora