Pronto el camino fue desapareciendo. El Santuario estaba cada vez más cerca, y en él, quien yo deseaba ver me aguardaba. El tiempo que me tomase llegar no me importaba, mi corazón ya estaba allí.
La voz de Kanon ya no resonaba en mi mente, y eso me calmó. Sin aquel recuerdo acusador dándome vueltas podía entrar en el Santuario con la conciencia tan pura como la espuma del mar.
Kanon. Sin darme cuenta mis pensamientos se centraron en él... en una frase que había salido de su boca... "Todavía estás enamorado de él"...¿Todavía?¿Hacía cuánto tiempo estaba yo enamorado de Aioros? No mucho ...o al menos no había pasado mucho tiempo desde que lo había descubierto. Entonces, ¿Cómo pudo Kanon saberlo incluso antes que yo mismo?¿Tan ciego había estado antes mis propios sentimientos? Aioros y yo habíamos sido amigos desde la infancia. Cuando apenas llegué al Santuario lo conocí. Solía verlo luego de cada día de entrenamiento, y me sentía más unido él que a mi propio hermano gemelo, quien lo envidiaba terriblemente. Pero aquello no era más que una amistad, no podía haber nada más, apenas éramos niños, Kanon no podía haber visto amor en donde no lo había. Desde entonces han pasado 9 años, 9 años en los que ni siquiera imaginé sentir lo que siento, en los que ni siquiera sospeché amar a mi mejor amigo, ¿Cómo fue que Kanon si lo sabía?
Esa pregunta fue mi compañera durante el viaje, revoloteando en mi mente como una mariposa, y en su compañía olvidé las distancias.
*
Los guardias del Santuario me reconocieron inmediatamente cuando me vieron llegar con la luna a mis espaldas. Nade esperaba mi regreso, pero allí estaba, y debía notificar al Patriarca sobre ello. ...pero antes, tenía que pasar por el Templo de Sagitario.
Subí las escaleras con aquella sensación tan placentera y fastidiosa a la vez; mi corazón se agitaba, sentía como si quisiera salir de mi pecho y gritar su nombre. Aioros se estaba convirtiendo en una obsesión para mí, todo me lo recordaba. Aquel nerviosismo me había hecho un hueco en el estómago tan sólo con la idea de verlo.
El Templo de Aries estaba frente a mí, vacío como de costumbre. La mayoría de los Templos se hallaban deshabitados, y hubiera sido muy sencillo invadir el santuario en esas condiciones. Me aferré a estos pensamientos para alejarlo de mi cabeza... tenía que sacarlo de allí como fuese. Atravesé Aries sin dificultades. El Templo había pertenecido al ahora Patriarca Shion, y su discípulo, Mu, si mal no recordaba, se encontraba entrenando en Jamir.
Mis pasos resonaron en el siguiente Templo. Jurandyr de Tauro tampoco se encontraba en el Santuario. Debía hallarse en Brasil, entrenando a su aprendiz, Aldebarán, de quien se rumoreaba, llegaría a ser un hombre imponente.
Seguí avanzando y encontré un ambiente acogedor en el Tercer Templo, Géminis... mi Templo desde hacía dos años, cuando derroté a mi maestro Cameo. En aquel entonces estaba tan orgulloso... no hubiese deseado nada más que servir a Atenea... ¡Qué lejanas me parecían ahora aquellas ilusiones! Seguí caminando sin detenerme ni un segundo en mi propio Templo, no era sino al noveno al que yo quería llegar...
Cáncer también se hallaba vacío... Orestes todavía debía estar en Italia. Me parecía extraño. Pensaba que el entrenamiento de Ángelo ya había concluido... El sonido de mis pisadas me acompañó hasta la salida.
El siguiente Templo era Leo, el cual había permanecido sin dueño por mucho tiempo. El Caballero Dorado de Leo había muerto hacía varios días sin haber tomado discípulo y el siguiente en línea era Aioria... el hermano menor de Aioros, su protegido, su aprendiz, su confidente. No pude evitar sonreír al imaginarlo orgulloso, entrenando a su pequeño hermano de 7 años, y seguí mi camino.
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Encuéntrame del otro lado del espejo
FanficSaga regresa al Santuario para notificar la traición de Kanon. Allí deberá enfrentar sus viejos amores, nuevos miedos, y a cierto inquilino que mora en su cabeza. -Año 2005