Capítulo 4

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Seguía lloviendo a cántaros, la gente que había olvidado el paraguas salía del tren corriendo para no mojarse, los más pequeños chapoteaban el suelo, llenándose de barro los zapatos. Adelina acababa de llegar a la estación, eran casi las cinco de la tarde y su padre estaría apunto de llegar a casa, menos mal que había pedido en la tienda que envolvieran el regalo para no llegar tan apurada. Al bajar el último escalón y levantar la cabeza enfrente vio al chico, igual de bien vestido que la última vez y con el pelo ni muy arreglado ni despeinado del todo, perfecto. Sintió cómo su estómago se cerró y las manos se le pusieron más frías de la cuenta. El chico parecía preocupado y un poco molesto, hasta que la vio y sus hombros se relajaron perfectamente. La saludo con la mano y empezó acercarse a ella, parecía que iba a cámara lenta, Adelina se mordía el interior del labio.

-Buenas tardes- Dereck había agarrado el brazo de Adelina con pasión.

-Buenas tardes- Dijo Adelina ''manteniendo la distancia''.

-Que sorpresa encontrarla por aquí, ¿fue a la ciudad? Si no es insolente preguntar claro.

-Si, ha sido una mañana de recados de estas fechas tan especiales y ¿usted qué hace por aquí? Si no quiere no tiene que contestar, perdone- Dijo Adelina bajando la cabeza

-Claro que puede preguntar, eso y todo lo que usted quiera señorita Adelina- Dereck con dos dedos levantó la barbilla de ella. Adelina estaba tan sonrojada que solo pudo mirar sus ojos azules intensamente. Las miradas de los dos brillaban, como si tuvieran estrellas en su interior.

Adelina ante tal situación lo único que pudo hacer fue despedirse rápidamente, pues no sabía qué hacer en ese momento. Dereck se despidió a lo lejos.

-Ya nos veremos en otra ocasión señorita Adelina.-Dijo mirando como se iba alejando.

-Señor- dijo Alex-aquí estoy.

-Perfecto, te estaba buscando, mi madre está histérica con mi sobrino y quiere el regalo lo antes posible, he traído el carro de la familia.

Lejos ya todo aquello por la tarde noche, Adelina esperaba a su padre con el regalo, unos pastelillos y chocolate caliente que había hecho. La puerta acaba de cerrarse y su padre apareció por el pasillo.

-Hola mi niña, ¿qué tal el día hoy ?- Le preguntó el señor Bernardo descalzándose en una sillita del pasillo.

-Muy bien papá, tranquilo y ¿el tuyo?-Adelina quería darle el regalo ipso facto y no sabía cómo.

-Como todos los días, trabajo y más trabajo, aunque el invierno y el frío se notan y más en días como hoy con las lluvias. No fue tan fácil la caza.

-Bueno papá, por aquí ha pasado Papá Noel...-Dijo sacando el regalo de debajo de su silla.

-¡Que dices mi niña!, no tenías porque hacerlo.-Los ojos se le humedecieron.

Adelina le acercó el regalo a su padre y este cuando lo abrió rompió a llorar.

-Tu madre estaría orgullosa de ver en la mujer que te has convertido, inteligente, cariñosa. Ahora ya podré fumar a gusto- Se rió-Por cierto, yo también tengo un regalo para ti, espero que te guste.

Adelina no podía estar más contenta, su padre sacó del bolsillo interno de su chaqueta una cajita con forma de corazón. Cuidadosamente Adelina la cogió y la abrió, no sin antes darle un enorme beso a su padre. Dentro había un pequeño colgante de oro con las iniciales de su madre, su padre y ella.

-Papá esto es demasiado, muchas gracias. Te quiero mucho.-Los dos se fundieron en un abrazo y tomaron la merienda casi cena seguidamente. El chocolate con los dulces estaban para morirse, y la compañía de su padre era gratificante. De fondo se seguía escuchando la lluvia, pero dentro de esa casa solo había amor.

Esa noche Adelina no tuvo ninguna pesadilla y durmió profundamente feliz de ser tan afortunada.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2020 ⏰

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