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Al día siguiente nos despertamos por el sonido de la alarma, cargaba un puto dolor de cabeza de los cojones a causa de tanto llorar y el no haber dormido lo suficiente. Me vestí y acomodé mi cama mientras escuchaba el sonido de las rejas abrirse, por allí entró un funcionario que estaba bien bueno la verdad, hizo el recuento y cuando llegó a mí se me quedó viendo haciéndome fruncir un poco el ceño.

-Valbuena ¿ya podemos ir a las duchas o te vas a quedar mirando a la niña todo el día?- dijo Sole y el hombre o Valbuena como lo había llamado carraspeo la garganta y dejó de mirarme.

-Recuento correcto, ya se pueden ir a las duchas- salió de allí diciendo algo por la radio y nos dejó solas, Anabel salió rápido de la habitación sin decir nada y nos dejó a las tres solas.

-Vamos mis niñas- Dijo Sole agarrando la bolsa con sus pertenencias.

-Vayan ustedes, ahorita las alcanzo- ellas asintieron y salieron de la celda, yo busqué entre mis pertenencias una pequeña cajita en donde tenía guardado mis piercings de los pezones, me alcé la musculosa y me los puse con cuidado de no lastimarme, salí de la celda y me dirigí a las duchas. Me acerqué a rizos y a maca que estaban sentadas en el banco donde nos habíamos sentado Sole y yo la noche anterior.

-¿Que es eso?- preguntó la rubia sorprendida viéndome los pechos.

-Piercings, duh- dije obvia.

-Pero si hace unos momentos no los tenías puestos.

-Ya, lo que pasa es que me los había quitado cuando me hicieron el juicio y tal pero me los puse de nuevo para que no se me cerraran los huecos- me encogí de hombros, me quité la ropa quedando solo en bragas.

-Pero si te quedan preciosos- gritó la rizos llamando la atención de todas- perdón- rió y empezó a tocarme los pezones.

-Pero que confianza la tuya niña- agarré sus manos y me las quité de encima- rubia controla a tu fiera porque no puede andar por la vida manoseando a las demás- rizos rió de nuevo y yo me quité las bragas para dirigirme a una de las duchas, la encendí y comencé a bañarme ignorando el sonido de las bocas de las dos mujeres que se encontraban a mi lado besándose y metiéndose mano.

-Con ese pelo que te cargas provoca hacerte una coleta y jalartelo toda la noche mientras gritas mi nombre, mi amor- me gritó una asquerosa que pasaba por detrás de mí.

-¿Por qué no vienes y me jalas los pelos del coño también?- dije sin voltearme y comencé a lavarme el cabello, al terminar de ducharme me vestí bajo la atenta mirada de las demás que se enfocaban más que todo en mis pechos y esperé a que Sole se terminara de duchar para irnos a comer, ella obviamente me preguntó por el piercing de los pezones pero solo me reí y me encogí de hombros.

En el camino al comedor se nos unió la rubia y nos fuimos a desayunar, nos sentamos en una mesa y luego llegaron la rizos y Tere, mientras comíamos me dio una punzada en la cabeza, cerré los ojos y llevé una mano a mi sien masajeandola en un fallido intento de calmar el dolor.

-¿Que te pasa? ¿Que tienes?- preguntó Macarena que estaba sentada a mi lado.

-Nada, solo un dolor de cabeza que me tiene hasta los cojones- dije suspirando y rizos que estaba sentada a mi otro lado enterró sus dedos en mi cabello y comenzó a masajearme la cabeza, yo gemí del gusto- ay si, sigue así que se siente rico- cerré los ojos, quité mi bandeja y recoste mi frente en la mesa, todas rieron.

-Deberías ir al despacho de Sandoval a que te dé una aspirina- dijo tere y yo asentí, levanté la cabeza y miré a un funcionario que venía pasando por el comedor.

-Hey, tú- llamé al funcionario- osito cariñosito ven acá- el hombre volteó con el ceño fruncido y las presas empezaron a gritar y a reírse mientras coreaban el apodo que le había puesto al hombre, él se acercó a mí.

La Libertad En Tus Brazos (Vis a Vis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora