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Narrador omnisciente:

Era sábado por la mañana y era día de películas, las internas estaban emocionadas porque verían el exorcista. Por otro lado Vargas se encontraba es aislamiento cantando una canción gitana, tan solo había pasado un día encerrada y ya estaba cansada de comer techo. Escuchó como la puerta de la habitación se abría y se levantó rápido de la cama.

-Vargas ya puedes salir- habló Valbuena ingresando a la habitación, Saray agarró su chaqueta amarilla y salió directo al comedor ya que se encontraba muerta de hambre. Al llegar pidió su desayuno y se sentó en una de las mesas con Zulema.

-Gitana te están robando el trono- gritó Antonia al verla en el comedor, Saray frunció el ceño sin entender.

-¿De que habla la tía esta?- le preguntó a Zulema.

-La blanquita, que tiene una voz de puta madre. Ayer en el patio le cantó una canción a Macarena- dijo agarrando una cucharada de puré de papa- La rubia debe tener dedos mágicos como para que la rizos y la novata estén detrás de ella- se metió la cuchara en la boca comiendo su puré.

-Esa rubia de mierda me las va a pagar, la rizos arrastrándose por ella y Macarena de aquí pa' allá con la novata- dijo Saray volviendo sus manos puños y apretandolos hasta que sus nudillos se volvieron blancos- No la quiere Zule, no la quiere- Señaló con el brazo extendido a la rubia y a la morena que estaban sentadas a dos mesas delante de ellas.

Por la puerta venía entrando la venezolana, la chica no pasó desapercibida por Saray que la seguía con la mirada mientras caminaba a la barra de comida.

-Eh blanquita, cantate una baladita- gritó Antonia y la más pequeña rió, Saray pensó que tenía una linda sonrisa pero su risa jamás volvería a salir de su cabeza.

-Mejor un reggaetoncito- volvió a reír, Macarena se levantó de donde estaba y se acercó a Andrea, le dijo algo y esta borró poco a poco la sonrisa que tenía en su rostro hasta quedar seria, dejó la bandeja en la barra y le hizo una seña con la cabeza a la rubia para que salieran y así lo hicieron. Nadie en el comedor les prestó atención a las dos que salieron, excepto las dos mujeres que no les quitaban la mirada de encima.
Una porque le interesaba saber lo que escondía la rubia y otra porque le llamaba la atención la nueva, aunque no se diera cuenta de eso.

-Ella sabe algo- le dijo Zulema a la gitana, ella volteó notando que su comadre tampoco le había quitado la mirada de encima a la blanquita.

-¿Y que hacemos o que?- Preguntó.

-Siguelas, sin que se den cuenta- la más alta alzó los brazos y chocó las palmas de sus manos contra la mesa en forma de queja.

-Joder Zulema quiero comer.

-Ve, yo te guardo algo- la gitana rodó los ojos e hizo un sonido con su lengua fastidiada y salió en busca de las dos chicas.

Narra Andrea:

-¿Estás segura de que tu papá ya encontró donde está enterrado el dinero de Yolanda?

-Si, me lo ha dicho en el vis a vis que tuvimos ayer- yo asentí buscando la cajita donde tenía guardado mis piercing.

-Pásame la tarjeta- ella sacó de su sostén la tarjeta SIM, me la pasó y la metí dentro de la almohadilla que estaba en la cajita- Esto lo guardaremos aquí- dije guardando la cajita escondida entre mis cosas personales- Escúchame, no le digas a nadie... a nadie Macarena, que has encontrado la tarjeta de Yolanda, ni siquiera a la rizos ¿entendiste?- ella asintió- Y por favor, no te metas en más rollos que vas a salir perdiendo. Ahora vamos a comer que me estoy muriendo de hambre.

La Libertad En Tus Brazos (Vis a Vis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora