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Narra Andrea:

Los días en el talego pasan lento, apenas llevo unas dos semanas aquí y siento que es una eternidad, todo es una rutina.
Te levantas a las 7, te dan 15 minutos para vestirte, hacer la cama y formarte para hacer el recuento de cada celda; luego toca ir a las duchas, al comedor para desayunar y los turnos de trabajo que por cierto comparto con Saray, exceptuando un día, yo trabajo los lunes, miércoles y viernes y ella los lunes, miércoles y jueves y los demás días les toca a otras trabajar.
Volviendo a lo que estaba, a medida que va pasando el día las internas tenemos libre desplazamiento por la cárcel, yo normalmente me la paso en la biblioteca cuando son los turnos de trabajo de Sole para acompañarla y leer algunos libros (no soy muy amante de la lectura pero algo se tiene que hacer en esta pocilga para no aburrirse) o en el patio viendo los juegos o a la gitana bailar y cantar como es costumbre de ella hacerlo.

Hablando de Saray, no sé que clase de relación tenemos. Dejen me explico, no puedo decir que es amistad porque sé que no lo es pero siempre nos la pasamos compitiendo, literalmente.
Siempre competimos por quien se ducha más rápido, quien atiende a más pacientes, cuando coincidimos en el camino para botar al cesto de basura las sobras de comida competimos por quien es más rápida.
Sé que actuamos como unas niñas pequeñas pero es que ella es competitiva y empieza a hacer las cosas y como yo no me quedo atrás y también soy competitiva pues le sigo el juego, al final siempre alguna de las dos termina picada porque cuando ella me gana se burla de mí y cuando yo le gano me burlo de ella y peor que como hace ella conmigo porque me gusta ver sus facciones de molestia, como frunce el ceño mientras evita mi mirada y aprieta la mandíbula.

Saray es una chica que me atrae mucho físicamente, desde la primera vez que la vi quedé fascinada con ella y ¿quién no? Si la tipa es jodidamente preciosa, pero lo que tiene de hermosa lo tiene de hija de puta, porque lo es. En esta semana que he estado aquí me he dado cuenta de que es una hija de puta en toda la extensión de la palabra excepto con una persona, y como todos sabemos esa persona es nada más y nada menos que Estefanía Kabila alias la rizos.
No voy a negar que me da lástima ver como Saray se arrastra por rizos y besa el suelo por donde camina, mientras que la morena hace lo mismo pero por Macarena. Al menos rizos tiene la suerte de que la rubia le corresponde en cierto modo pero Saray no, ella tiene que ver como su chica está siendo feliz con alguien más y no puedo ni imaginarme lo mal que la debe estar pasando. Enamorarse dentro de la cárcel no es buena idea, pero creo que son cosas que no se pueden evitar.

Dejando de lado a la gitana, estas dos semanas me he vuelto un poco más unida con rizos y maca y como no si una es mi compañera de celda y la otra es su novia y se la pasan juntas casi siempre. Con Sole hemos reforzado más nuestro lazo y somos como madre he hija, si me cuida como me lo prometió esa noche y es algo que le agradezco muchísimo porque muchas veces me hace falta sentir el cariño de una madre y es imposible no quererla si es un rayito de luz.
Y bueno, Anabel es Anabel y nada que ver con ella, siempre intento mantenerme lo más lejos posible de ella para evitar conflictos.

Era viernes por la tarde y me encontraba en la librería leyendo el tiempo entre costuras con Sole a mi lado que estaba anotando unas cosas en sus apuntes.

-Mira niña ¿y tú no tienes que trabajar hoy?- preguntó Sole dandome una mirada rápida y volviendo a sus apuntes, yo dejé de leer y miré el reloj que se encontraba frente a mí pegado en la pared.

-Mierda si- exclamé en voz alta levantandome rápidamente y una señora me mandó a callar, yo la ignore.

-Deja el libro allí, yo lo guardo ahora- asentí y le di un beso a Sole en la mejilla, salí rápido de la librería y fui directo a la enfermería, al llegar me coloqué la bata y apenas me senté en la silla apareció saray, ella me miró y no me dijo nada, se vistió con la bata y yo fruncí el ceño.

La Libertad En Tus Brazos (Vis a Vis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora