2

2.2K 361 107
                                        

El único ruido que se oía en la mesa donde los tres terminaron cenando era el traqueteo de platillos encima de otros, la televisión y su interferencia con la mala señal, las carrasperas y la voz estridente del viejo Don Joo. Jeon Jungkook, sin embargo, aún no podía deshacerse del semblante demoníaco que le dirigía al enfermero Kim sin razón aparente. A simple vista, Taehyung lo definía como un desdeñado ante la intrusión de otro en los aposentos de su abuelo, o eso era lo que preveía con sus ojos puestos en él como un peso más a tolerar.

—Y, bueno, muchacho. Jungkook es el nieto del que te había hablado horas atrás —su voz parecía más animosa desde la bienvenida al castaño—. Jungkook se había ofrecido unos días atrás para cocinar, pero no le había comentado sobre ti... Lamento eso, Diablillo.

—No te preocupes, viejo. Fue toda una sorpresa de todos modos —la amplia y casi seráfica sonrisa que le había regalado a su abuelo había hecho que sus ojos se cerraran adorables; lo único faltante hubiesen sido los cantos de angelicales campanas saliendo como risas por su boca. El mayor le había palmeado un hombro y revuelto los cabellos, como a un cachorro, y había vuelto a engullir de su plato hondo. Pero no vio cómo por el rabillo del ojo de Jungkook, disparaba dardos letales al pelinegro frente a él, al otro extremo de la pequeña mesa.

Taehyung anhelaba a que la Tierra lo tragase.

—De igual forma, todo esto me parece excelente. Podrán ayudarse mutuamente —continuó masticando un pedazo de patata—. Jungkook no sabrá mucho de primeros auxilios o... todas esas cosas que te incumben, muchacho Kim. Pero podrá destacar en la cocina. ¿No es cierto, Diablillo?

—Bueno... —ante la mirada de su abuelo sobre él y la del forastero, actuó con halago y mucha coba, rascando la comisura de sus labios sonrientes— Eso se debe a que estoy estudiando gastronomía y... Me especializo bien en esa materia.

Taehyung alzó una ceja y bebió un poco de vino.

—Interesante —fue lo único que soltó, y Jungkook enardeció su desaire con la sola voz del pelinegro.

—Jungkook tiene muy buena mano.

—Ya lo veo —Taehyung sacó la valentía suficiente para regodearse y darle un plot-twist al duelo de miradas entre él y el castaño, tomando con su tenedor una zanahoria caramelizada de su plato, escrutándola con detenimiento, olfateándola, y luego dándole una mordida. Masticó sugerente, como si ello no fuese lo suficientemente acabado, y Jungkook enrojeció furiosamente, casi delirante—. Me dará gusto trabajar contigo, Jungkook. De verdad creo que tienes un don. 

Jungkook no dijo absolutamente nada, y su abuelo no se percató de la desacostumbrada actitud de su predilecto nieto. Su diablillo. 

💸

—Manténgase quieto.

Taehyung estaba terminando de inyectar un multivitamínico por la vena notable del brazo izquierdo a Don Joo. Le había tendido sus medicamentos para que los tomase junto a un vaso de agua; estatinas, ranolazina, aspirina, betabloqueantes, nitratos y otros medicamentos. Debía ingerir siete pastillas diarias para andar cuerdo, y eso amedrentaba al joven enfermero. Mas, para el anciano no le era ni un disgusto; era un paso más en su desganada marcha. Los fármacos solo le eran un mero y despreciable adorno para su ser. 

—Ustedes... —abstraído entre los deseos de caer dormido y balbucear, Don Joo empieza a hablar casi ido con la cabeza recostada en la suave almohada— Ustedes son tan buenos... —ríe con el sueño casi venciéndole y sus párpados derrumbándose— Siento que será difícil elegir entre los dos...

Justo cuando el mayor parecía haberse hundido en un plácido descanso, Taehyung parpadeó, buscándole el sentido a esa última frase. Y así llegó el recuerdo de golpe: la herencia. A eso se refería.

¿Por qué se había referido a "los dos"? ¿Por qué, siquiera, lo toma a él en cuenta? No era parte de su sangre, ni la sangre de otras sangres entremezcladas. No tenía ni una pizca de cercanía a su persona, y ¿aún así pensaba en colgar el milagro en él? Era absurdo, pero en cuanto más le daba vueltas al asunto, Kim se obnubilaba en sus ensueños, casi cayendo en el deseo de luchar por algo insufrible. ¡Algo abyecto! ¡Así!

Se retiró del cuarto y apagó las luces para dirigirse con incertidumbre a su habitación, sacudiendo fuera de su mente los malos pensares y esperando a que su primera noche fuera lo más confortable posible bajo esas ajenas sábanas a las que tendría que acostumbrarse.

Por los pasillos se dirigió, y como si de mala fortuna se tratase, cayó en cuenta de lo cercanas que eran las habitaciones entre la del nieto privilegiado y la suya misma. 

—Miserable...

Apretó los dientes, comenzando a contagiarse del mismo recelo inexplicable con el que le miraba Jeon Jungkook, y decidió no darle más vueltas a sus hastíos. Cerró la puerta con cautela de no hacerla rechinar y se adentró finalmente a su pieza. Era alta y algo estrecha, pero perfecta para sentirse como en calidez consigo mismo. No quiso obstaculizar los rayos de luna que le ofrecía el cristal de la ventana, así que no metió mano en el amarre de las cortinas. Se despojó de todas sus ropas menos sus calcetas y su oscura ropa interior. Se frotó las palmas de sus manos antes de rendirse ante las cobijas y cerró sus ojos, imaginando a su gato acurrucado en el hueco cercano a su pecho, ronroneando en busca de calor.

Taehyung se conformó con abrazar una almohada y abrigarse con la luz de la noche. Mas algo irrumpió en él a eso de las dos con quince; un ardor inaguantable.

—Uy... —su vejiga no iba a resistir mucho tiempo insistiendo en acudir al baño, así que se levantó quejumbroso por la brisa fría que le había golpeado al escapar del calor de las sábanas. 

Había abierto suavemente la puerta hacia el pasillo y abandonó su comodidad. En algún rincón recóndito de la casa, se oía un cordaje siendo acariciado; una canción en pleno anochecer. ¿Cómo es que podía haber ruido en medio de la noche, bajo el techo de un desdichado anciano en busca de reposo?

Los pasillos estaban todos oscuros, pero Taehyung ya se sabía el camino al baño. Sin embargo, la curiosidad le mataba por dentro, y ya le era obvio responder a sus preguntas; si Don Joo sosegaba en su cama, y él, Kim Taehyung, merodeaba en busca del baño, la única persona restante era Jeon Jungkook, a quién le recaía toda la culpa.

No se veía más que oscuridad y una leve luminosidad proveniente de una puerta entreabierta: la del nieto. 

El entrecejo de Taehyung se había puesto enserio y muy en lo profundo de él, ardía un apetito de zapatear hasta el chiquillo y hacer de frente al desmán que causaba sin buscar penitencia. Pero en cuanto se aproximó a la entrada, sus ojos cayeron en una inconveniente escena: yacía el joven castaño de espaldas a la puerta, apoyando su peso en el borde de la ventana abierta, fumando, complacido con la melodía, y desnudo. Con el fulgor de la noche, su cuerpo se pintaba casi inmaculado y envidiable. La curva en sus caderas era como una ola de mar y destilaba bonanza entretanto calaba su cigarrillo. Su paz era el trastorno de Taehyung; una total contradicción a sus paradigmas.

El enfermero no hizo nada. Respiró por su nariz y exhaló por la boca. Intentó tornarse desarraigado, girando su cuerpo y volviéndose al baño, pero sus fuerzas eran debilitadas con la imagen a metros de él y la melodía lo descomponía.

 —Carajo —musitó muy por lo bajo.

Ya en el baño, se miraba en el espejo y su frente sudaba. Se sentía como un pecador. ¿Por qué? Su mente no podía dejar de dibujar la figura a la luz de la luna del nieto de su paciente. ¿Por qué? Como si no contara con imperfecciones, lo empezaba a idolatrar, y se odió por eso. ¿Por qué?

Tomó su cabeza con ambas manos y mojó su rostro con la congelada agua del grifo. Se obligó a pasar de largo la puerta entreabierta, encaminarse a su habitación y caer rendido en las mantas. Y le fue difícil, casi inane. 

¿Con qué cara miraría al diablillo el día de mañana?

herencia • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora