Dos.

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Salí a la calle una hora después del encuentro con aquel chico. Cerré los ojos y dejé que la lluvia que caía con violencia sobre las calles de la ciudad me empapara hasta los huesos, arrastraran mis penas por mi piel y las precipitaran al suelo, haciendo que mis preocupaciones desaparecieran.

No había podido escapar antes ya que un grupo de periodistas me había alcanzado antes de que saliera del enorme edificio, acorralándome y acribillándome a preguntas. Cada cual más estúpida.

Escuché risas tras mí y ví aparecer a los cinco ganadores de la gala charlando y bromeando animadamente entre ellos. Cuando llegaron a mi lado se quedaron frente a mí, mirándome fijamente. Parecían querer decirme algo, pero ninguno de ellos se atrevía.

Escuchamos bocinazos procedentes de una limusina aparcada al lado de la acera. Tenía banderitas con fotos de One Direction y pinturas en las que anunciaba que eran los ganadores de Factor X, lo que provocaron que un bufido de desprecio se escapara de mis labios.

Ninguno de los chicos se movió. Simplemente se quedaron allí, bajo sus grandes paraguas, mirandome fijamente, completamente mojada. Temblando incontrolablemente.

Decidí que ya había perdido suficiente tiempo y me acerqué a la limusina. Más concretamente, a la farola de al lado. Saqué de mi mochila una pequeña llave y abrí el candado de mi bicicleta. Podía escuchar como los chicos empezaron a cuchichear entre ellos al verme subiéndome a la inestable y vieja bicicleta bajo esa atronadora tormenta.

Les miré. Todos me observaban sorprendidos, con los ojos muy abiertos. Bueno, todos no. El de cabellos rizados me miraba con una expresión… indescifrable. Los chicos se habían acercado a la limusina y estaban apoyados en  el capó, protegidos bajo sendos paraguas, esperando para entrar en el gran vehículo, donde les esperaba un ambiente cálido y festivo.

Me senté en el sillín de mi humilde bicicleta y puse un pie en el pedal, dispuesta a abandonar aquel lugar para no volver a él nunca más, pero una mano apretando mi hombro me lo impidió.

Allí estaba él, mirándome con sus increíbles ojos verdes y sonriéndome amistosamente. Me tendió un par de zapatos de cuero y ensanchó su sonrisa.

-Me gustan tus zapatillas pero, al ser de lona, los pies se te van a empapar. Puedes ponerte esto. No quiero que te constipes. 

Dirigí la vista a los pies del chico y lo ví descalzo. Lo miré sorprendida. Se había quitado sus propios zapatos, mojándose los pies con el agua que cubría la calzada y me ofrecía su calzado. Todo ello con una sonrisa.

Los cogí con manos temblorosas, y le dediqué un débil "gracias".

Le miré darse la vuelta y subirse a la limusina. Escuché como el motor del gran vehículo se ponía en marcha y cómo los chicos comenzaban a cantar en su interior. Seguí con la vista el recorrido del vehículo, que se alejaba de mí y me dejaba sola, en medio de una calle desierta, calada hasta los huesos y con un par de zapatos de cuero en mis manos.

Ví como una de las banderas en las que había fotos de los integrantes de One Direction salía despedida del capó de la limusina por la fuerza del viento y aterrizaba cerca de mí.

Miré la fotografía del chico de rizos, del dueño de los zapatos y de esa tierna sonrisa y leí su nombre, escrito bajo su retrato.

Harry.

Harry Styles. 

Irresistible {Harry Styles}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora