Tres.

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Estaba despatarrada en la silla de la universidad, tomando alguna que otra anotación en mi cuaderno e intentando ignorar las miradas de superioridad que me enviaba alguna de mis "queridas" compañeras.

Ese había sido el peor día de mi vida. Cuando había entrado a clase todas las alumnas habían comenzado a cuchichear entre ellas y a señalarme con el dedo; criticándome, burlándose de mi actuación. Riéndose de mi decisión de la noche anterior.

Había tenido que escuchar frases como: "vistiendo como vistes..." "siendo pobre, ¿cómo ibas a poder vencerlos?" "te tendrían que haber dado el premio a la persona más patética de la historia"... Y un sin fin de risas.

¿Que qué había hecho yo? Lo mejor que me daba hacer, ignorarlas, mirarlas de arriba abajo con expresión de desagrado y darles la espalda. Nadie se había acercado a mí para hablar entre clase y clase. Ni siquiera para preguntarme si estaba bien. Ni siquiera una mísera charla amistosa.

Pero había continuado igual que siempre. Postura confiada, expresión aburrida, y algún que otro comentario sarcástico.

Cuando el timbre que anunciaba el final de las clases sonó rebotando por los pasillos de la facultad, no pude evitar salir corriendo de la clase. Pero, por supuesto, antes de atravesar la puerta, había susurrado un quedo "que os jodan a todos" que solo fue escuchado por los alumnos de la primera fila. Habría apostado lo que fuera, a que diez minutos más tarde, toda la universidad sabría cuales habían sido exactamente mis palabras.

***

Caminaba por la calle sin mirar a nadie. Sin mirar nada. Los quioscos apostados en las avenidas estaban llenos de revistas sobre la noche anterior. Una fotografía mía dejando caer el micrófono. Otra de los chicos de One Direction levantando sus micrófonos al aire. Una de aquel chico de cabellos rizados. De sus ojos.

Empecé a meterme por calles estrechas, peligrosas y para nada atractivas. Cuando la oscuridad de aquellas callejuelas se cernió sobre mí, relajé los hombros. Allí nadie me molestaría más.

En frente del edificio en el que se encontraba mi apartamento, había aparcadas grandes furgonetas negras, enormes y monstruosas cámaras de televisión, y fastidiosos e insoportables periodistas. Cómo habían obtenido la dirección de mi casa era algo que nunca podría llegar a adivinar...

Llegué hasta la puerta de mi edificio esquivando micrófonos y sin contestar ninguna pregunta. Pero justo antes de introducir la llave que me conduciría a la libertad en la cerradura de la gloria, unas manos hábiles me la arrebató, abrieron la puerta por mí, e invadieron el edificio sin permiso.

Docenas de periodistas cargados con sus instrumentos subieron las escaleras hasta llegar al tercer piso. El mí. ¿Cómo sabían cuál era mi puerta? Otro maravilloso misterio.

El periodista que me había robado las llaves abrió la puerta de mi apartamento sin mi permiso, permitiendo la entrada a todos los entrevistadores en medio de un millón de gritos de felicidad al poder invadir mi vida privada. Gritos que se convirtieron en un silencio atronador.

Entré a mi casa y me coloqué detrás de las enormes cámaras de televisión que filmaban el interior de mi vivienda. Apenas cabían los muebles, ya ni hablar de todas aquellas personas... La única parte diferenciada de la casa era el cuarto de baño, rodeado por unos paneles de madera. La cama, el salón y la cocina eran una misma habitación. Los cristales de las ventanas estaban rotos, y las paredes estaban llenas de desconchones.

Las cámaras se movían frenéticamente de un lado a otro, grabándolo todo. Y luego se dirigieron a mí. Mis ojos estaban anegados en lágrimas. Lágrimas que caían lentamente por mis mejillas, coloradas debido a la vergüenza. Lágrimas que no trataba de esconder.

Dí un paso a la derecha, dejando la entrada a mi casa libre, invitándoles a salir de ella.

Harry

Nos encontrabamos tirados en los sofás de la casa de Niall. Hacíamos zapping en la televisión tras una mañana agotadora llena de entrevistas y sesiones fotográficas.

En el canal que estabamos viendo en ese momento estaba la chica del día anterior, Emma, cantando en la final. Con su sencilla ropa y su explosiva voz, trataba de apagar los gritos de las fans que gritaban ensordecedoramente pidiendo vernos.

-La verdad es que canta muy bien -dijo Zayn de pronto.

-Estoy completamente de acuerdo contigo -coincidió Louis mientras mordía una manzana- Además, me gusta mucho su actitud.

-Vaya, ya se acaba este programa. Cambia de cadena, Niall -le pedí.

-No. No ha terminado. Fíjate. Es la misma presentadora de antes -dijo subiendo el volumen de la televisión.

-Ahora, conectamos en directo con una de nuestras cámaras que está apostada en la entrada de la casa de Emma, que llegará pronto de la universidad…

Y con expresiones serias, y sin ganas de comentar nada, los cinco vimos como los periodistas irrumpían en la casa de la concursante, mostraban su deplorable estado, y enseñaban a millones de personas las lágrimas amargas que corrían por la cara de la chica.

Emma

Me dirigí arrastrando los pies hasta la puerta de mi apartamento. Acababan de dar tres golpes en ella, y se oían varias voces procedentes del otro lado. Seguramente serían los vecinos, molestos por el escándalo que habían montado los periodistas.

Sin embargo, cuando abrí la puerta, lo único que pude hacer fue mirar a mis visitantes con cara de sorpresa.

Delante de mí estaban los chicos de One Direction, cargados con botes de pintura y brochas grandes. 

-¿Qué… hacéis aquí?

-Hemos venido a decorar tu casa -dijo Louis alegremente- Como no sabíamos qué color te gusta más para pintar las paredes, hemos traído varios... ¿Qué prefieres, naranja amanecer, verde esmeralda o azul zafiro?

Posé mis ojos sobre los de Harry, esperando a que me dijera que todo aquello era una broma. Pero él, simplemente sonrió, y no pude hacer otra cosa que devolverle el gesto.

-Verde esmeralda -dije mientras me perdía en la mirada del joven que tenía frente a mí.

-Fantástico -dijo Liam- Nosotros empezamos a pintar mientras tú vas a comprar una bicicleta nueva con Harry.

Abrí mucho los ojos y miré con expresión interrogante al joven. Mi mano fue atrapada suavemente por la de Harry, que me arrastró escaleras abajo rápidamente. Con intención de no soltarme durante mucho tiempo.

Irresistible {Harry Styles}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora