Rival Equivocada

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Algunos días han pasado ya desde que hicimos la varita de Medelin. Se sentía bien tener mi propio dinero para gastar en comida y no tener que depender del que me diera mi hermana; además, así ella podría gastar su sueldo en sí misma.

Hicimos un gran negocio, así que darme algunos gustos no era problema; además, como el profesor mencionó, hay un tamblon de trabajos para brujas de escasos recursos, pero mientras supiera administrarme, no habría problema.

El problema ahora era la situación en la que me metí.

El profesor de defensa mágica, junto con el profesor Ángel, nos tenían a todas en el patio para una clase especial.

—Sabemos que algunas brujas se especializan en magia natural, maldiciones o artefactos, pero habrá momentos en los que no puedan hacer uso de sus trucos para enfrentar criaturas e incluso otras brujas.

Es por eso que deben aprender a defenderse antes de ser acorraladas —el profesor de defensa mágica estaba muy animado mientras señalaba a Ángel—. Su tutor está aquí para acompañarnos con cualquier imprevisto y para dar una demostración.

Las chicas también parecían desear esta clase, y además, estaban muy a gusto con el profesor Oscar; no era tan guapo, pero ellas se referían a él como un osito abrazable.

Sus anteojos y su escasa barba daban un ligero aspecto hipster ¿también venía de la tierra?

De cualquier modo, nos colocaron a todas en una zona segura, unos metros al costado de ambos y tomaron posiciones.

—Erika, ven.

Me escondí entre las demás ante el llamado, pero él insistió.

—¡Pikachu...!

—Ya voy, ya voy —salí a regañadientes mientras todas las miradas se dirigían hacia mí.

—Lanza el hechizo que te enseñé al cielo para dar inicio.

—Re... Repulso —nada pasó cuando apunté mi varita; nada excepto el problema de siempre.

—Juro que encontraré a la chica que ha estado enviando bragas a mi oficina y le daré una tunda —la directora sonaba molesta por el altoparlante.

—¿No deberías encenderlo? —sugirió el profesor con una midada de obviedad.

—Ya sé —me moría de vergüenza mientras me quejaba internamente y tomé mi posición algo más lejos de ellos.

—Repulso —un poderoso rayo voló hacia el cielo y el profesor Oscar se distrajo.

—Atributo de rayo, impresionante —no tuvo tiempo para seguir mirándome, pues una pequeña bola de fuego pasó cerca de su rostro.

—No te distraigas, oso —se burló ángel y el profesor Oscar se puso serio, levantó su libro de rol y lanzó el mismo hechizo que yo.

—Repulso —la tierra bajo sus pies cambió y comenzó a arrojar piedras en dirección hacia Ángel, quien esquivaba elegante.

—Repulso —contraatacó con una densa niebla que se dirigió hacia Oscar.

—Óbice —en un movimiento fluido, el profesor bloqueó la niebla con un muro que levantó desde el suelo; sin embargo, su barrera parecía ser cubierta por el ataque cuando... —Repulso—. Algunas piedras salieron volando, cubiertas por aquella bruma azabache y golpearon a Ángel en el pecho, tirandolo al suelo.

—Yo pierdo —tosía con una sonrisa el derrotado profesor—. Espero que hayan entendido el concepto, chicas.

Atacarán con sus hechizos a las demás y tratarán de defenderse. Si las cosas se ponen peligrosas, el profesor Oscar y yo vamos a intervenir.

Transferida a una escuela de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora