Diecisiete

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De regreso a la empresa de Saetang, Mew recibió una nueva llamada.

—Oh muchacho, menos mal.

—¿Qué es lo que pasó?—preguntó este a la asustada secretaria.

—No vayas a la empresa, ven al hospital General Mew, al Señor Saetang se lo han traído aquí.

—Oh joder, tranquila voy en camino—dijo este mirando la rotonda que tenía delante.

La mujer estaba de pie en la sala de urgencias y respiró aliviada tras ver al guardaespaldas al final del pasillo.

—Al parecer ha sido otro ataque, Mew.

—¿Le hicieron algo los hombres que vinieron a verle?—preguntó preocupado.

—N-No, ellos se fueron tras terminar la reunión y entonces el señor Saetang estaba bien.

El escolta frunció el ceño.

—¿Entonces?, ¿Por qué se alteró?

La secretaria del empresario suspiró con pesar.

—Su exesposa, ella vino a verle.

El guardaespaldas se tapó la cara con las manos y resopló, sentía mucha preocupación y también culpabilidad, por no estar al lado de James en ese momento.

—Mierda, joder

Unos minutos más tarde un médico llegó a la sala y no traía buenas noticias.

—¿Cómo está James doctor?.

—Me temo que no muy bien...el señor Saetang es un luchador, ha sufrido un nuevo paro cardíaco antes de llegar y hemos logrado estabilizarlo pero en estos momentos permanece en estado de coma, ¿Ha tenido algún sobresalto?, ¿Algún disgusto o período de estrés?.

Mew y la secretaria se miraron.

—Si...emm...ha vuelto al trabajo en la empresa—habló esta—...pero además su ex esposa vino a verlo y discutieron.

El médico asintió.

—Oh ...entiendo... Bien les iremos informando según su evolución

—Gracias doctor—dijo Mew muy apenado.

—Si, gracias—hablo May muy apenada también.

Cuando este se fue, la mujer miró al guardaespaldas.

—Yo debo volver al trabajo, te quedarás aquí con él ¿verdad?.

Este asintió.

—Si, puedes irte tranquila, te llamaré para decirte.

—Bien... Chao Mew.

—Chao.

Durante las siguientes horas, el escolta pensó en todo lo ocurrido y realmente estaba asustado pues si resultaba que finalmente James no se recuperaba, recaería de nuevo sobre él toda la responsabilidad de los negocios.

En la mañana del siguiente día fue cuando el empresario abrió los ojos, aunque estaba bastante adormilado y una máquina monitorizaba sus frágiles latidos, sonrió al ver al escolta  en cuanto este pudo entrar a verle.

—Abuelo, tranquilo—dijo éste acercándose al verlo mover una mano.

—H-Hola mu-muchacho.

—Shsss...  no te esfuerces debes descansar.

—Mew, me temo que no me queda mucho en este mundo y me apena porque verdaderamente quisiera vivir más tiempo para verte feliz, casado y con hijos...mis nietos adoptivos.

Mew le besó la mano.

—Lo harás abuelo, los verás.

(...)

Con el pasar de los días, el veterano empresario siguió muy delicado, por lo que todo indicaba que sus días al frente de la empresa había finalizado y Mew tendría que sustituirlo.

Un día antes de darle el alta y mientras el más joven aún estaba en la empresa, un hombre mandado por los traficantes de diamantes fue al hospital.

...—Esta es la respuesta de mis jefes a tu petición Saetang—dijo este entregándole un sobre.

Tras irse este, el anciano empresario abrió el sobre y luego miró su contenido.

—Al fin todo ha terminado, ya puedo morir en paz—sonrió aliviado.

Una hora más tarde, la puerta se abrió de nuevo.

—Hey—dijo Mew entrando a la habitación— ...¿y esa sonrisa?, parece que estás muy animado ésta mañana.

—Si, si lo estoy, muchacho...al fin me iré a casa, estoy mejor que nunca.

El más joven sonrió también pero entonces se percató de lo que este tenía en sus manos y lo miró molesto.

—¿Qué te ha dicho el doctor sobre el trabajo?, ¿Acaso no quieres volver a casa?.

James negó.

—Esto no es trabajo, Mew. Esto es.... bueno, míralo tú mismo—dijo  entregándole el sobre.

El más joven lo miró fijamente mientras lo abría.

—¿Qué demonios es esto?—dijo vaciando su contenido sobre la cama.

Varios trozos de papel cayeron, entonces el guardaespaldas los movió y vio que se trataba de unos documentos.

—Eso mi querido muchacho, es nuestra libertad...Son nuestros contratos de compromiso con el negocio de los diamantes, he conseguido sacarnos de esa mafia.

—Pero ¿cómo?, ¿Creí que eso era imposible?, ¿Y lo que le ocurrió a Pen?, vendrán a por nosotros.

Saetang negó.

—Kanawut debía mucho dinero, por eso pagó con su vida y con la ruina de su familia.

—Entonces nosotr...

—He pagado una enorme suma de dinero, prácticamente la totalidad de mi fortuna pero conservo la casa y la empresa, es todo cuanto necesitamos.

Mew no daba crédito a lo que el hombre le decía, era como un sueño, aunque le preocupaba el futuro del empresario pues él no tendría problema pues estaba acostumbrado a vivir con su simple sueldo de guardaespaldas y no necesitaba más.

—Es fantástico, la empresa ya te reporta muchos beneficios, solo tienes que buscar un hombre de confianza que te la dirija y puedes jubilarte y descansar.

—Por eso cuento contigo muchacho...Mi empresa depende de ti—dijo James más que feliz.

—Yo pe-pero, yo no sé nada de negocios, por unas semanas estaba bien pero yo no....no...

—Muchacho, tú eres el mejor candidato... Confio más en ti que en mí mismo y sé que tú lo harás genial...Tú eres mi nieto, mi heredero, ¿recuerdas?...

El más joven suspiró.

—Si lo recuerdo pero es mucho peso sobre mis hombros y no sé si sabré hacerlo, abuelo.

El empresario se bajó de la cama y se acercó a este para abrazarlo.

—Lo harás muy bien, Mew... llevas los negocios en la sangre, solo que todavía no te has dado cuenta...anda regresamos a casa, estoy deseando comerme un buen filete, la comida de aquí es un horror.

anda regresamos a casa, estoy deseando comerme un buen filete, la comida de aquí es un horror

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13. Guardaespaldas -Segunda parte - Mewgulf TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora