11.

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Las semanas iban pasando, la relación de Team y Win ya era conocida por toda la universidad, y ambos chicos jamás dudaban de demostrar cuánto amor tenían por el otro.

Ese año era el último de Win, eso significaba que Team tendría que aguantar un año sin ver a su precioso rubio paseándose por los pasillos como si del rey se tratara.
Aunque en realidad sí era el rey de algo, el rey del corazón de Team.

Team iba caminando con su compañero de cuarto por los pasillos, que le contaba sobre cómo fue la propuesta que le hizo Sam al tailandés.
Ambos emocionados por la historia, hablaban con entusiasmo y Team pedía detalles de todo.
Al fin y al cabo, esos dos chicos eran tal para cual.

Ya no quedaban más clases en el día, por lo que Team cansado llegó a su cuarto, Sam y su ahora novio habían salido a comer por ahí.
Por lo que Team no tendría que preocuparse por intentar no escuchar los gemidos de ambos chicos para no acabar con un trauma.
El pelinegro se tiró a la cama de un salto nada más entró a la habitación y cerró sus ojos.

“Queda poco, Team, no te preocupes. Son solo tres semanas más y vacaciones...” Se decía a sí mismo el pelinegro.

Y así pasaron esas tres semanas, estresado por exámenes y trabajos pero finalmente consiguió buenas notas y pasar de curso.
Mientras que Win se graduaría pronto y trabajaría en una empresa de ingeniería química.

Cómo recompensa por el esfuerzo de ese año para la pareja, esa tarde tendrían una cita para celebrar que por fin eran libres durante tres meses hasta que Team entrase de nuevo a su último curso y Win encontrase trabajo.

Y es que esa tarde, Win tenía planeada una gran sorpresa para el menor.
El rubio iba a llevar a su novio a
Khaosan Road, como la primera vez que quedaron solos ambos chicos.
Y ahí estaría la sorpresa.

Ya era la hora de pasar a por Team, así que Win miró su reflejo en el espejo por última vez y salió de casa, yendo en coche hasta el apartamento de Team, el cual le esperaba con una sonrisa y un atuendo elegante pero sencillo.
Y así emprendieron el viaje hacia Khaosan Road, cuando llegaron, decidieron bajarse a cenar y después caminar por ahí, igual que la primera vez.

Win tomó la mano de Team y entrelazó sus dedos con los contrarios, acercando más el cuerpo de Team al suyo para así ir más juntos y que fuese más romántico.
En ese momento no eran necesarias las palabras.
Ambos chicos miraban todo a su alrededor, y se paraban cuando veían algo interesante.

Decidieron que cenarían algo simple, como lo era una pizza, ya que a ninguno de los dos les gustaba las comidas formales.
Así que como buena pareja se decidieron fácilmente por el sabor de la pizza y la comieron entre risas y caricias atrevidas.

—Win, ¿Alguna vez te he dicho cuánto te amo? —Comentó de golpe el pelinegro, haciendo que Win se atragantase con su trozo de pizza, y le mirase de forma pícara.

—Me lo dices todos los días, sobre todo cuando te follo duro.—Sonrió el rubio al ver que había ocasionado un sonrojo en el menor, el cual golpeó levemente el hombro de Win, el cual sonreía al ver la escena tan tierna que tenía frente a él, la cual era protagonizada por su novio.

Su novio. Team se sentía tan bien escuchar al rubio decirle de esa forma.

Cuando terminaron de cenar, decidieron volver a las calles principales de Khaosan Road.
Mentiría si dijera que Win no estuvo días, e incluso semanas para memorizarse todo y poder llegar al lugar en el cual sería dada la sorpresa.
Le había costado encontrarlo, pero lo había conseguido. Y una vez pudo encontrarlo tantas veces y memorizar el camino, se sintió satisfecho y orgulloso de sí mismo.

Mientras tanto, Team no daba crédito a lo que veía. Win se veía tan confiado por las grandes y luminosas calles de
Khaosan Road que le era imposible no sonreír con sorpresa.
Aunque bueno, la alegría superaba toda sorpresa de ese momento, ya que iba dando pequeños saltos como si de un niño se tratase y miraba a todas partes, aunque claro, siempre agarrado de la mano cálida de su novio.

La mandíbula de Team casi cae cuando pudo reconocer a lo lejos la pequeña plaza a la que habían ido la primera vez que quedaron solos.
Y con una euforia en su cuerpo empezó a correr hacia ella, mientras arrastraba a Win junto a él, el cual estaba lleno de nerviosismo y parecía un manojo de nervios.

Cuando se sentaron por fin en un banco, que casualmente era el mismo que la última vez que estuvieron allí, los nervios de Win aumentaron de cien hasta mil.
Finalmente, Win se decidió.
Miró a Team con un brillo en sus ojos, le encantaba verlo tan emocionado y feliz, y más si era cuando estaba junto a él.
Win tomó del mentón a Team, el cual giró su cabeza y recibió un beso en sus labios, un beso tan inocente como un niño de cinco años.
Cuando se separaron, Win juntó sus frentes, susurrando un leve “no me odies” dejando a un pelinegro confundido en cuanto se levantó y arrodilló delante del menor, el cual lo observaba expectante, aunque casi se cae de espaldas cuando vio a Win sacar una caja de terciopelo negra.

—Puede sonar un poco precipitado, pero, siento que es necesario sellar nuestro amor de forma más formal, y es que, me has demostrado que la felicidad que siento contigo, jamás la podría encontrar en otro lugar, es por eso que te pido por favor, que guardes mi corazón con total cuidado.
Siento que eres mi alma gemela, la única persona que necesito junto a mí eres tú, Team. Por eso, quiero pedirte matrimonio en este bonito y especial lugar. Quiero seguir envejeciendo junto a ti, apoyándote y dándote todo el amor de este universo y más aún., por ti, esperaría todas las eternidad es existentes.
Así que, Team, ¿Quieras ser mi prometido durante toda nuestra eternidad, tanto como yo lo quiero?—Preguntó con un leve sonrojo en sus mejillas.
La gente que pasaba los miraba enternecidos, aunque algunas miradas eran de asco, no les importaba, estaban en su burbuja de amor.

Team sentía sus lágrimas recorrer sus mejillas, no podía formular ninguna palabra. Win había abierto la caja, realmente le estaba pidiendo matrimonio.
No era un sueño, del cual se despertaría en la mañana siguiente, no, era real.
Y aunque sonase precipitado para ambos, era obvio que aceptaría.
Pero no podía hablar de la sorpresa dada por Win, por lo que sólo atinó a asentir la cabeza, recibiendo como respuesta un abrazo fuerte y emocionado de Win, el cual lo levantó por los aires y dio vueltas, para después ponerle el anillo en su dedo anular, y cerrando esa propuesta se volvieron a besar con pasión.

Ahora, Win ya no llamaría nunca más a Team “su novio” lo llamaría “su promerido” y eso le gustaba muchísimo más.

it's my baby! ¡¡winteam!! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora