only lovers go to heaven

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Gabriel se abre paso entre la multitud.

El cielo había recibido nuevas almas esa mañana. San Pedro atendía a la mayoría desde el mostrador, todos hablan al mismo tiempo y se empujan. Hay caos.

—Permiso, madame—pide, empujando a una mujer, ésta le regresa un codazo—. Disculpen, ¡Auch! ¡Tranquilos!

—¡Gabriel!—el santo se alegra de verlo, tira de sus cabellos, desesperado—. Hay montones por aquí, ¿Puedes echarme una mano?

Pero Gabriel no puede ayudar a San Pedro. Al menos no aquel día. No cuando Miguel estaba esperándolo para tener un almuerzo. Se ha arreglado especialmente para aquella ocasión, sus alas deslumbran, su pelo brilla. No iba a perdérselo por recibir a un montón de mortales.

—Uh—dice, nervioso—, de hecho, no podré hacerlo. Y necesito un favor.

Con fastidio, Pedro solamente intenta relajar a las personas.

—¡Ya, tranquilos!—vocifera—. Entiendo que es una sorpresa grande y sí, sé que ustedes no ocasionaron la caída del avión, pero tampoco es mucho nuestra culpa.

—¿Dónde está el piloto?—pregunta uno de los pasajeros fallecidos. El nombrado se encoge en su sitio y baja la mirada.

—¿Será buen momento para decir que no me recibí de la escuela de aviación?—dice, e inmediatamente el caos se desata contra él. Pedro quiere rendirse.

—Esto es un asco—confiesa con franqueza—, quiero decir, ¿Sabes cuánto tiempo me llevará organizarles los papeles a todos? ¡Este no es el paraíso!

Gabriel, apresurado, mueve los pies de un lado a otro.

—Escucha, Pedro—dice—. No pretendo quitarte más tiempo. Pero necesito un favor.

—Oh, ya está. ¿Ahora qué?

—Al parecer El Creador ha cambiado de opinión en cuanto al fin del mundo—explica—, y un montón de cosas más. El caso: necesito un espíritu que pueda ayudar al chico que está a prueba en la tierra ahora.

—¿El irlandés?—Pedro levanta una ceja— ¿Por qué es tan importante?

Gabriel extiende los brazos.

—Eso también me pregunto yo—se frustra, pero mira a su alrededor—. ¿Tendrás a alguien disponible?

—Me temo que no, Gabriel. No sabes qué tanto trabajo tengo—levanta la vista por encima de las cabezas que siguen atacando al piloto, hace un gesto de horror—, uh, me temo que podrías escoger uno de estos.

El ángel hace una mueca, pero observa al montón de seres terrenales peleándose. No le parecen de confiar ni mucho menos educados. A veces los humanos eran tan primitivos que le sorprendía que El Creador siguiera considerándolos parte de su plan.

—¿Qué tal ese de ahí?—señala Pedro.

El chico es el único que no está discutiendo ni haciendo alboroto. Es más, no está haciendo absolutamente nada. Parece no comprender muy bien lo que está sucediendo, pero increíblemente le da igual. Es robusto y alto, su semblante es relajado, su cabello dorado desaliñado, y su piel pálida lo destacan entre la multitud. Gabriel se acerca a él.

—Saludos, mortal—se inclina para llegar a su altura, el chico lo saluda de regreso.

—¿Qué hay, hermano?—le extiende el puño para que los choquen, Gabriel retrocede un paso.

Mirándolo con desagrado, continúa su investigación.

—¿Cómo ha sido enterarse que estás muerto?

only gays go to heaven | l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora