Capítulo VI: Adiós, Madre

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Al escuchar esa voz, mi piel se pudo de gallina, tal vez por que no me esperaba que llegara de la nada o tal vez por que se me hizo familiar la voz.

Me volteé rápido de mi espalda para observar quien era la otra persona que nos acompañaba. Y efectivamente, mis sospechas eran ciertas, se trataba del odioso de Miles, el chico Fairchild.

-¡Miles!- Exclamó Flora con una cara de asombro inimaginable. Corrió hacia el chico con mucha velocidad.- ¡Llegaste antes de lo acordado!

Miles cargó a la niña en el, se abrazaron tan fuerte, realmente se querían tanto como hermanos, no se como pudieron sobrevivir separados tanto tiempo.

-Regrese un poco antes, para estar lo más pronto posible contigo, florecilla.- Le dijo Miles a Flora, acariciandole su cabeza y bajandola.

Miles me miró, cambiando su expresión de un momento a otro.

-______, aún no me has respondido mi pregunta, ¿Cómo tocaste a mi caballo?- Me pregunto Miles.

-¿Qué tiene de raro? Es solo un caballo.- Dije.

Miles se acercó hacia el caballo para darle un par de caricias en el lomo.

-Dämon no es un simple caballo. Si el quiere, te mataría de una patada.- Me dijo Miles examinandome de pies a cabeza.- Nadie se le puede acercar, solo yo. A varios ya a lastimado por querer acercarcele.

Fue ahí cuando me alejé lentamente de él gran caballo, ahora estaba temiendo por mi vida completamente.

-______, ¿Sabes montar un caballo? ¿Haz montado alguno?- Me pregunto Flora.

No sabía que contestar, claro que no sabía, pero quedaría en ridículo ante unos chicos que si sabían. Y era evidente que si sabian montar a caballo, ¡Tenian un establo!

-Si te soy sincera.- Baje muy ligeramente mi cabeza.- No, nunca he montado un caballo.

-¿Oiste, Miles? Le pudes enseñar, ¿Puedes, puedes, puedes?- Le insistió Flora a Miles.

-Claro, pero no ahora, estoy cansado.- Dijo Miles.

Fue ahí cuando vi una oportunidad de vengarme un poco de Fairchild.

-Sí, Flora, hay que dejar a Miles, esta cansadisímo. Tuvo un viaje muuuy largo.- Dije extendiendo la palabra "muy", en tono evidente de sarcasmo.- ¿No es así, Fairchild?- Le pregunte a Miles.

Miles solo pasó de largo y se fue, sin antes pasar a lado mío y susurrar.

-Inteligente, Gladwell, me agradas. ¿Te lo había dicho?- Miles soltó una pequeña risa.

No se porque, pero después de eso, mi cara se tornó cual tomate. Mi rostro estaba totalmente rojo, sentía que mi cuerpo ardía y helaba al mismo tiempo, mi corazón se aceleró y parecía que mi respiración había parado por unos segundos.

Miles se habia ido, atrás iba Flora dando saltitos, feliz de que su hermano y seguramente mejor amigo había regresado a quedarse nuevamente con ella.

Yo me había quedado totalmente sola e inmóvil en el establo, mi cuerpo por más que quería moverse, se negaba rotundamente. Habia una total falla, no respondía ni mi corazón. Por fin volví a respirar y sentía como era que mis orejas palpitaban.

Mi cuerpo volvía a la movilización nuevamente y mi corazón se aliviaba. Que era eso que había pasado, Miles solo dijo un par de palabras tontas seguramente sin sentido alguno, ¿porqué me había pasado esto?

Inmediatamente después de que volví a mi cordura, me fui de ese lugar, era incómodo estar entre caballos tu sola.

Iba llegando hasta la puerta de la mansión, cuando veo a la señorita Grose, parada con una cara bastante preocupada.

𝕹𝖎ñ𝖔 𝕱𝖆𝖎𝖗𝖈𝖍𝖎𝖑𝖉 [Miles Fairchild×T/n] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora