Una última oportunidad

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Toda grandeza viene de una idea, toda idea viene de una persona creativa , toda persona creativa necesita apoyo para continuar, y ese apoyo, desesperado puede estar.

16 de diciembre de 1956 - Japón

La tensión de la guerra fría, los recientes estragos causados por la Segunda Guerra Mundial, entre otras cosas, llevaron a una tensa paz alrededor del globo; sintiéndose hasta el último rincón de la tierra el miedo y el estrés de una Tercera Guerra que podría causar más muerte y hambre.

Japón estaba devastado: las explosiones en Hiroshima y Nagasaki sumando el hecho que tenía que irse disculpando país por país por lo causado en la Guerra. Los horrores causados eran incontables.

Entre esas millones de personas que habitaban en esos tiempos Japón, se encuentra un emprendedor Norteamericano llamado Rick Ford: 29 años de los cuales 3 se ha dedicado a emprender en todo tipo de cosas, pero la Guerra le volvió sus negocios una montaña rusa de victorias temporales y derrotas permanentes.

En ese instante, el adulto de tez blanca, se encontraba usando una ropa algo formal en su apartamento en Kioto: una camisa roja, una corbata rojo oscuro, pantalones negros un poco desgastados y un par de zapatos color marrón. Parecía recién haber llegado de otra jornada en busca de algún negocio que necesite de su capital.

Este estaba devastado por todo lo que había pasado: sus empresas, en las cuales se había vuelto socio, estaban quebradas. Solo le quedaba poco dinero para vivir e invertir.

Este necesitaba hacer algo con el dinero que tenía, invertirlo en algo antes de que el país se vea sumergido en alguna crisis pos-guerra, podría decirse que el paisaje era desolador para este y para todas las personas que se encuentran habitando Japón en esas épocas.

¿Eso era todo? Sin nada en qué invertir, tendría que regresar a Norteamérica a trabajar como un empleado más, sin oportunidad de conseguir algún mérito más que un ascenso por trabajar como un esclavo en una empresa multimillonaria, ¿sería su fin?

No, aquel hombre no quería rendirse todavía, solo necesitaba un par de días más, un negocio en el cual invertir, una idea la cual apoyar hasta la fama. Eso era todo lo que quedaba, puesto que si emprendía por si solo acabaría en la ruina, otra vez.

Este hombre decidió ver algunos anuncios de empleo en el periódico, era todo lo que le quedaba junto a un teléfono de disco el cual solo usaba cuando realmente valía la pena, y un televisor para ver si en un golpe de suerte o bendición del cielo encontraba alguna empresa que recién comenzaba a florecer y ya tenía un futuro prometedor.

Estaba exhausto, la tarde estaba dando paso a la noche; sin embargo, no podía descansar hasta que encuentre unas posibilidades de las cuales podría buscar mañana, además de tener que pagar sus servicios básicos y el arriendo.

Solo tenía que mantener la esperanza en encontrar al menos un anuncio a lo largo de la tarde y noche, eso era todo, ¿verdad?

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Medianoche, y hasta ahora solo habían dos propuestas, la mayoría de los negocios estaban quebrados o no necesitaban de su mísero apoyo, vaya dilema en el que se había metido. Necesitaba un baño, una cena y un descanso para ver la TV.

Este necesitaba mantenerse despierto, así que decidió tomar el baño primero. Este se dirigió y se desprendió de sus ropas mientras se acomodaba dentro de la tina, pensando en su suerte y cómo haría para tener una mejor vida si es que sus planes llegan a fallar.

- "¡Mierda! El tiempo se me acaba, el momento de que la señora Yuan venga a parar en mi sala de nuevo casi llega y no sé con que excusa saldré esta vez para decirle que no tengo dinero ¿A qué país me he mudado? Este no era el Japón que me contaron en el colegio."

Starr Park: Historias OlvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora